A ver ahora cuánto tarda Jordi Évole en venir a decirnos que en Cataluña no pasa nada, que nadie protesta, que los catalanes son un pueblo tranquilo y poco dado a la violencia y la persecución al disidente como se ha comprobado tras la salvaje y cobarde agresión a dos chicas que promocionaban la Selección española de fútbol.
Será que solo ven TV3, esa cadena pública en la que a su director le pagan más de 160.000 euros anuales para que en su programación se quemen constituciones españolas y se oculte las agresiones fascistas de los independentistas.
A Carlos Herrera en su editorial de las 7.00 h en COPE le ha llamado la atención que las asociaciones feministas de Cataluña siguen sin decir ni una palabra sobre la agresión, al contrario, «están a un minuto de decir que se lo han buscado por provocar, como aquellos que decían que las violadas se lo habían buscado por llevar minifalda. Ahí siguen calladas como putas».
Los separatistas gritaban cosas como «españolas de mierda, os vamos a matar», señaló Manuel Hernández, secretario general de Barcelona con la Selección, quien explicó a este diario que «los agresores empujaron y tiraron al suelo a las dos colaboradoras, les dieron patadas y puñetazos e incluso arrastraron a una de ellas por los pelos desde la calzada, donde accidentalmente había caído durante el forcejeo, hasta la acera y siempre ante la pasividad de los transeúntes».
Es el gran mito del ‘oasis catalán’ como recuerda Josep Ramón Bosch en La Razón:
«Rovira i Virgili, supremacista separatista, es el autor de la idea de Cataluña como reserva de paz, ajena a las convulsiones y odios atávicos en esa España negra y oscura que odian y quieren romper. El 5 de marzo de 1936 publicó en el periódico «La Humanitat» un artículo que llevaba por título «El oasis catalán»: «El grado de ciudadanía conseguido en Cataluña se debe a una larga tradición, que el catalanismo ha renovado. Hay en nuestra tierra una vibración permanente, mantenida dentro de los límites de los derechos democráticos. Y, hasta en los paréntesis revolucionarios, la educación civil de nuestro pueblo sirve de barrera a las peores derivaciones de carácter violento».
Su conclusión es que el oasis catalán es una enorme charca emponzoñada de corrupción y liderada por unos radicales que nos llevan al enfrentamiento civil. Al tiempo.
Ante la brutalidad de los hechos, las reacciones no se han hecho esperar. El presidente del grupo municipal del Partido Popular, Alberto Fernández, criticaba la agresión y reclamaba libertad y respeto. «Basta ya de mordazas intimidatorias», indicaba.
Societat Civil Catalana ha pedido depurar el discurso público de descalificaciones, insultos y argumentos basados en el odio, ya que la violencia simbólica precede a la física y por desgracia en Cataluña abundan los ejemplos de violencia simbólica».
Según el portal Baluarte Digital, uno de los hombres que protagonizó la segunda agresión a las dos jóvenes se llama Oriol y sería un ultra del Sant Andreu vinculado a la CUP del distrito de Gràcia.
«Su identificación habría sido posible –informa La Razón– gracias a la fotografía que sacó un testigo de la agresión y a los tatuajes que luce en su brazo. Al parecer, Oriol habría publicado en su perfil de Facebook frases como «ahora y siempre que quede claro puta España» o «que ganas tengo de que empiece la temporada y volver a disfrutar con el Barça haciendo el hoolligan pillando borracheras viendo el futbol y reventando merengues y aplastando pericos».