"¿Las autoridades marroquíes dan un recibí al entregar a los inmigrantes?"

Las preguntas y comentarios de un juez en la inopia a los agentes de la Guardia Civil de la frontera

El reportaje es de Cruz Morcillo y aparece este 28 de abril de 2015 en ‘ABC‘. El diario ha tenido acceso a la declaración de agentes imputados por ‘trato degradante a inmigrantes’, pero lo más chocante no es lo que dicen los miembros de la Benemérita, sino las preguntas y comentarios del juez, quien parece vivir en otro planeta y estar en la inopia.

«Llevaban desde las 5.30 de la mañana. El salto fue especialmente violento. Había gente con navajas, con los garfios, uso de gasolina, orinándonos encima, llevábamos ya bastante tiempo aguantando cierto tipo de agresiones… Mi gente se limita a cogerlos y entregarlos sin ningún tipo de fuerza coercitiva. En cuanto a las imágenes propiamente dichas, comienza a bajar y lleva el garfio en la mano y es en el momento en que se le empiezan a dar los golpes con la defensa reglamentaria. Le dan golpes en mano derecha y piernas para que baje y a unos 40 centímetros cae al suelo; no hay ni un solo golpe más. A mi consideración la fuerza coercitiva fue la justa y necesaria».

Es la declaración ante el juez del comandante del GRS (Grupos Rurales de Seguridad), imputado junto a otros ocho compañeros por un delito de trato degradante a un subsahariano que intentaba entrar en Melilla en un salto masivo a la valla el pasado 15 de octubre.

Una docena de agentes heridos; inmigrantes también heridos al caer o lanzarse desde los seis metros de altura de la valla; medio millar de hombres a una tratando de sortear alambres y uniformes.

Hubo escupitajos, gasolina, prendas quemadas, sangre, gritos de «ébola» para amedrentar a los guardias, orines por encima de sus cabezas y golpes. Un escenario de batalla, silenciosa y cuestionada, una más de las que libra la Guardia Civil en esa trinchera.

La Ley les obliga a custodiar la frontera; la ley los ha sentado en el banquillo.

El titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Melilla, Emilio Lamo de Espinosa, abrió diligencias tras la querella de Prodein.

Esta ONG aportó un vídeo en el que se ve a un subsahariano al que golpean varios agentes para que baje de la escalera en la que permanece y luego trasladan en volandas (inerte) y devuelven a Marruecos.

El juez decano imputa trato degradante y un posible delito de lesiones -si se demuestra que el joven sufrió heridas- a un comandante, un teniente y un guardia del GRS y a cinco miembros de la Compañía de Melilla.

En sus declaraciones el pasado 26 de marzo, todos coinciden en la agresividad mostrada por el inmigrante, que llevaba un garfio; en que fingió estar desvanecido o inconsciente y en que se le condujo al otro lado de la valla cumpliendo el protocolo que siguen siempre.

El interrogatorio del juez, también a los testigos miembros del Cuerpo, se centró en demostrar que los rechazos en frontera son ilegales y en cuestionar la actuación general de la Guardia Civil en las llamadas «devoluciones en caliente» al país vecino.

Fiscal: ¿Cuándo se considera que un inmigrante ha entrado?

Teniente GRS: Cuando supera nuestra valla y nuestra barrera física (…) Eran sobre las diez y llevaban cuatro horas (…) No es el primero al que bajábamos, pero al acercarse a él lleva un gancho y lo blande hacia el guardia que se le acerca, le decimos que lo suelte por seguridad, el medio que tenemos ahí es la defensa reglamentaria (…) Él cae encima de nosotros, le amortiguan la caída varios de mis compañeros, una caída bastante pequeña comparada con las que vi aquel día…

Fiscal: Lo que vemos es a una persona que se traslada inerte, inconsciente.

Teniente: Mi percepción es que estaba fingiendo. Todavía tengo a 120 inmigrantes encima de la valla y cada uno tiene que seguir su función.

Juez: ¿Usted cree que la persona que está aquí en la escalera tiene alguna posibilidad de atarcarles a ustedes?

Teniente: La posibilidad se va reduciendo conforme nos acercamos pero su actitud fue totalmente agresiva hacia nosotros.

«Mi servicio, parar un salto»

Lamo de Espinosa quiso saber por qué si estaba Cruz Roja no se atendió al inmigrante «en lugar de trasladarlo sin mayor contemplación».

Según el oficial, Cruz Roja «está autorizada en todo momento a asistir a los heridos», pero no tenía ninguna lesión evidente. Su impresión era que fingía.

«Yo no voy atendiendo como jefe de la unidad a los heridos, pero hay gente tanto de mi unidad como de la comandancia que se encarga de esos trámites».

Juez: No le estoy preguntando lo que entiende usted. Le estoy diciendo si a usted le ordenan algún tipo de discriminación o directamente rechazar. ¿Esa es la orden?

Teniente: Atendemos a circusntancias como heridos. A cinco de ellos los asistieron.

Juez: ¿La única excepción entonces es por cuestiones médicas?.

Teniente: Atenderíamos a otras circunstancias si fuera algo manifiestamente diferenciado, una mujer embarazada, un menor…

Juez: ¿Y cómo entienden que puede ser un menor?

Teniente: Mi servicio es parar un salto y rechazarlo, no tengo posibilidad de hacer ningún trámite, por eso se entregan a la unidad territorial.

Lamo de Espinosa, igual que las acusaciones ejercidas por Andalucía Acoge, SOS Racismo y Prodein, volvió una y otra vez sobre esta cuestión, obviando que en ese salto -como en algunos de los últimos- casi 500 personas a la vez luchaban por pisar tierra española, tras atravesar desiertos, sortear y sufrir a traficantes, pasar hambre y esconderse de las fuerzas auxiliares marroquíes.

Obviando que en esos saltos la palabra confusión es la que manda.

«Cómo puede pensar un juez que en mitad de un salto los compañeros distingan a un menor», se pregunta un mando.

«Si cree que las actuaciones son ilegales, él o cualquier magistrado, que dicten un auto y las prohíban».

En las declaraciones resulta sorprendente el tono de dureza del magistrado incluso con los testigos. A un capitán le apercibe de que está bajo juramento tras advertirle:

«Usted no tiene que valorar».

El oficial acababa de afirmar:

«No se devuelve a alguien que no ha entrado».

Otro de los testigos, un guardia, que lleva más de veinte años en Melilla, lo explicó con claridad impecable tras desgranar el dispositivo de actuación:

«El que salta y nos sortea, con perdón, pues adiós muy buenas. Una cosa es ponerles la escalera para que bajen y otra que salten el cordón antidisturbios».

«Una vez que bajan se entregan a Marruecos. Es lo que siempre hacemos. Les ponemos las escaleras para evitar que se caigan. Luego les damos agua, incluso a veces comida, son muchas horas ahí subidos… Yo me pongo en el lugar de esta gente. Soy humano, y me pongo en el lugar de esta gente y de todo lo que pasan y aguantar ahí… se han tirado diez y doce horas».

Pero luego añadió algo que molestó al magistrado.

Según él, Dany, el inmigrante al que golpearon con las defensas y que supuestamente estaba desvanecido, una vez al otro lado de la frontera cuando los mehaníes le ordenaron que se levantara del suelo, lo hizo y se unió al grupo.

«No cumpliría orden ilegal»

Juez: ¿Usted es médico?

Agente: No, señoría

Juez: ¿Tiene conocimientos de primeros auxilios o avanzados para poder determinar si tiene una lesión o no la tiene?

Agente: No. Disculpe, señoría. No. Sabemos simplemente que se ha hecho el malo entre comillas para que luego se llame a una ambulancia. Son ya muchos años, sabemos el que está mal y el que no está mal.

Otro de los guardias imputado reiteró la versión, pese a la insistencia del juez. «¿Mantienen alguna conversación?».

«No, no hablamos con él. No hablamos con ninguno. Y ellos tampoco».

«No se ve aquí que les haga mucha resistencia», ironiza Lamo de Espinosa, mostrando las imágenes.

«Mire usted señoría es que en el vídeo no se aprecia, pero en la realidad es distinto».

Juez: Cuando llegan donde están las autoridades marroquíes, ¿ellos les dan un recibí, un papel o algo de que ustedes han entregado a ese señor?

Agente: No, no nos dan ningun papel.

«El cometido nuestro es la vigilancia de fronteras. Estamos ahí para eso. Se les invita a que bajen de la valla y se les rechaza», detalló uno de los testigos, un agente que resultó herido en las manos y que lleva cinco años y medio destinado en la frontera.

Sabe que es un centinela, que es y son el eslabón más débil, pero su declaración resultó contundente.

«Siempre se ha actuado igual. Se trata de intentar que no pasen a las bravas. Nosotros siempre obedecemos órdenes cuando son legales. Si mi jefe me diera una orden ilegal, yo no la cumpliría».

Él no está imputado, al menos de momento, porque el instructor ha pedido a la Comandancia que identifique a más guardias que aparecen en las imágenes.

El mismo juez imputó al jefe de la Comandancia, Ambrosio Martín Villaseñor, por prevaricación -autorizar las llamadas «devoluciones en caliente»– en dos saltos. La Audiencia de Málaga archivó la semana pasada.

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