MADRID, 25 (OTR/PRESS)
Una información recientemente publicada nos cuenta que se ha descubierto que en el aire que respiramos hay en suspensión unas partículas microscópicas que tienen propiedades cancerígenas; concretamente producen cáncer de pulmón y, según los apocalípticos de siempre, podrían ser más peligrosas incluso que fumar.
Parece que a esta conclusión se ha llegado cuando unos investigadores americanos trataban de explicarse por qué personas que jamás habían fumado un cigarrillo se morían de cáncer de pulmón.
No consta que se hubieran preguntado por qué fumadores habituales se morían de cualquier otra cosa a los noventa años, pues si se hubieran planteado esta ardua cuestión, a lo mejor habrían modificado sus eslóganes tremebundos contra los fumadores. En lugar de eso, han ampliado los motivos de terror colectivo y las oportunidades de elaborar consejos aún más amenazadores. «Respirar mata» podría muy bien ser uno de ellos.
Ya puestos, deberíamos cobrar conciencia de algunas otras verdades que, debido a nuestra inconsciencia, olvidamos con excesiva frecuencia. Cito unas pocas: vivir mata; existir acorta la vida; las espinacas y las almendras contienen cianuro; el aborto es más peligroso para la salud del hijo que fumar en el embarazo; y así sucesivamente. Lo que pasa es que, como digo, olvidamos fácilmente estas verdades, y además, nunca falta el aguafiestas que trata de arruinar el negocio de generar terror recordándonos que el cien por cien de los no fumadores también se muere. Y, claro, así no hay manera.
Ramón Pi.
