MADRID, 7 (OTR/PRESS)
La dureza de la ofensiva militar de Israel en la franja de Gaza ha marcado la actualidad internacional de este año que comienza, y lo ha hecho una vez más con imágenes terribles de niños palestinos muertos, amortajados blanco y exhibidos por sus familiares como una llamada de atención al resto del mundo. Nadie puede ser insensible ante la visión desgarradora de a esos pequeños cuerpos, víctimas inocentes de una guerra sin sentido y sin solución posible. Ayer tuve ocasión de entrevistar en un `programa de televisión al embajador de Israel en España, Raphael Schultz, quien sostiene -al igual que su Gobierno- que la actuación de su país es en legitima defensa, frente a los terroristas de Hamas, que llevan tres años atacando son sus cohetes a las ciudades judías limítrofes, sin que la comunidad internacional haya sacado las luces de alarma frente a tales agresiones.
Hasta ahí nada que objetar, porque no defenderse frente al terrorismo sería inconcebible. El problema empieza cuando se traspasan las líneas rojas de cualquier conflicto armado, se bombardea a la población civil indefensa, se impide el abastecimiento de alimentos y medicinas a más de un millón de personas y en resumen la reacción a la acción es tan desproporcionada que deja sin razón cualquier argumento razonable. Decía el embajador que la diferencia es que Israel protege a sus civiles a sus mujeres y a sus niños mientras Palestina los utiliza como escudos humanos y los terroristas hacen proselitismo con la sangre derramada de su pueblo. Es posible que esto ocurra en algunos supuestos, pero es muy difícil hacer entender al mundo y sobre todo ganar la batalla de la opinión publica después de saber que no se han respetado siquiera las escuelas de la ONU identificadas como tal, donde se da cobijo a centenares de desplazados.
Personalmente me repugna cualquier expresión de terrorismo -y la de Hamas lo es en estado puro- como me repugna también el solo hecho de pensar que Hamas utilice la táctica del escudo humano instalando sus centros de mando, sus búnkeres o sus polvorines de armas en los sótanos de hospitales, escuelas y mezquitas. Sin embargo me resulta muy difícil de creer que en centros controlados por la ONU y bajo su protección se puedan lanzar proyectiles de mortero por parte de los milicianos sin que nadie haga nada o se haga la vista gorda, tal como argumenta Israel.
Sea como fuere es un exceso comparar, tal como están haciendo algunos intelectuales de izquierdas, el error militar que se esta cometiendo en Gaza por parte de Israel con el Holocausto o decir sin más que los palestinos son victimas de un nuevo nazismo abanderado por los judíos. La cosa es muy compleja y desgraciadamente todos -y yo misma me incluyo- hacemos análisis de brocha gorda cuando lo que se requiere es un pincel fino para intentar ser mínimamente objetivo y certero al referirnos a ese lugar caliente del mundo que nos tiene el alma en vilo. ¡Nunca más!
Esther Esteban.