MADRID, 7 (OTR/PRESS)
La visita oficial a España del señor Joe Biden, vicepresidente de los Estados Unidos, apareja dos noticias: una política y otra diplomática. La política describe la definitiva «normalización» de las relaciones entre los dos países, alteradas a raíz del absurdo desplante a la bandera norteamericana protagonizado hace unos años por José Luis Rodríguez Zapatero en ocasión de un desfile. Aquel gesto de Zapatero -repudiable porque las banderas son el símbolo de los países, no de sus gobernantes- le ha costado a la diplomacia española muchos meses de trabajo intentando explicar en Washington que la metedura de pata de un político no tienen por qué pagarla sus conciudadanos. Zapatero no entendía que una cosa era la política de Georges Bush en Iraq y otra muy diferente el pueblo norteamericano y sus símbolos.
La llegada de Barak Obama lo cambió todo en el mundo adolescente de Zapatero y en un giro de funámbulo pasó a ser el más entusiasta del club de fans del inquilino de la Casa Blanca. También las buenas relaciones de Miguel Angel Moratinos con Hillary Clinton han contribuido a limar asperezas. Y no debió ser tarea fácil, porque Biden fue uno de los políticos norteamericanos que criticó con dureza la «sentada» de Zapatero al paso de la bandera norteamericana en aquel desfile por la Castellana de Madrid. Para nadie es un secreto que Zapatero intentó -sin éxito- que fuera Barak Obama quien visitara España dado que nuestro país preside (?) este semestre la Unión Europea. No lo ha conseguido. Biden, no es Obama, pero es el vicepresidente de los Estados Unidos y representa dignamente a su país, una nación amiga. Bienvenido, pues Mister Biden.
