¿Pactos de Estado o elecciones “ya”?

Dice José Bono que habría que pensar en un gobierno de coalición PSOE/PP; que hay que pensar en España y no en el interés de los partidos. Es cierto que hay que actuar en clave de país, y desde el Rey a representantes de otros partidos, periodistas incluso, abogan por un pacto de Estado. Demasiado tarde para pactos. ¿No es más lógico convocar elecciones “ya”, lo que se ha dado en llamar “el adelanto del adelanto” y evitar ese periodo de interinidad que puede hundirnos aún más? No sé por qué a todos se les ocurre hacer propuestas cuando estamos en el fondo del pozo.

Cada vez entendemos menos qué pasa. Hablamos de mercados, de agencias de calificación, de prima de riesgo, de techo de deuda… A Obama le crecen los enanos desde que Standard & Poor´s le retiró a Estados Unidos la AAA, calificación que ostentaba desde 1941; los chinos al ver su deuda en peligro exigen garantías, y ya de paso vuelven a poner en la picota la duda sobre el dólar como divisa internacional, la eterna matraquilla desde que empezaron a emerger; los políticos vuelven de sus vacaciones asustados y el G-7 tiene al mundo pendiente de sus reuniones de urgencia mientras se espera el resultado de las bolsas asiáticas; por su parte, los ricos riquísimos de los primeros puestos de Forbes, no entienden qué pasa, como Warren Buffett, que textualmente dijo hace unos días en su lengua: I don´t get it. It doesn´t make sense. Vamos, que ni flores. Y por si la tormenta financiera no fuera suficiente, África se muere de hambre –ahora se enteran—, los hasta ahora intocables delincuentes, mimados por leyes garantistas, incendian y asaltan varias ciudades británicas y los científicos de la NASA son incapaces de predecir el alcance de las tormentas solares y su influencia en el eje magnético terrestre.

Antes de irme al cuarto de llorar, sigo con el tema de las coaliciones. Todos proponen unión ante el coloso del colapso, y me viene a la mente ahora el cuadro del Museo del Prado, uno de los que más me gustan de Goya –aunque se ha descubierto que es de un discípulo—, El coloso, La tormenta o El pánico, lienzo que en las dos terceras partes superiores muestra un gigante, y en la inferior una multitud caótica de hombres y bestias corriendo enloquecida en todas direcciones, excepto un asno que permanece estático. Al cuadro le podríamos añadir varios títulos más: La crisis o Los mercados, esta especie de alegoría surrealista de culpables intangibles que nos tiene a todos desnortados como los personajes del cuadro.

Volviendo a Bono, llama la atención que a éste le aflore ahora, sin ser primavera, la veta estadista y busque el bien nacional prescindiendo de la “golosina electoral” –como él dice—u otros intereses particulares. ¡A buenas horas! ¡Después de haber sembrado la discordia a lo largo de siete años, peores aún que las siete plagas de Egipto, origen de los siete años de escasez venideros, si no son más. Hay que recordar que Bono llegó al gobierno socialista de Zapatero en el 2004 y que todos al alimón hicieron todo lo posible por enterrar el espíritu de la transición, enfrentar a los españoles y abrir los casi olvidados sentimientos guerracivilistas. Hay que recordar que Bono se inventó una agresión por parte de dos miembros del PP, a los que denunció y se las hizo pasar canutas, hasta que se archivó el caso. Hay que recordar que Bono manipuló de manera inmisericorde a los familiares de las víctimas del Yakovlev, sólo para torturar a un PP que no levantaba cabeza, porque el Gobierno le hacía oposición a la oposición. No voy a enumerar las meteduras de pata de Bono, como la autoconcesión de aquella famosa medalla al mérito militar, una debilidad humana, al fin y al cabo, sin mayor maldad. Pero, ¿y el pacto del Tinell? Fue el acuerdo más impresentable e indigno que en tiempo de paz pueden hacer los partidos de un sistema democrático. No te lo echará en cara Rajoy, pero te lo recuerdan quienes le recogían las lágrimas, que fueron muchas. Ab alio expectes quod alteri feceris. Ahora pides pactos y coaliciones; ahora que habéis arruinado a España, económica y moralmente; ahora que habéis liquidado la dignidad de las instituciones; ahora que habéis convertido a jueces y fiscales en meros títeres a vuestro servicio; ahora que habéis perdido toda la credibilidad y que sólo os salvaría un pacto con el diablo, del que no estamos libres. Rubalcaba también busca alianzas pero él no pica tal alto; se conforma con ponerle banderillas al de las anchoas y “Cantabria me pone” para que eche unas cuantas soflamas en La Noria; aunque no estaría de más que tuviera en cuenta Revilla que cada candidato que pasó por el plató de Jordi González quedó fulminado en las urnas, empezando por él mismo. Menos mal que a Rubalcaba siempre le queda ETA, para matar o para no matar, pero los socialistas siempre le sacan partido.

Habrá que decirle a Bono que los pactos, en todo caso, después de las elecciones, y que debe ser el partido ganador quien los proponga. Durán Lleida patalea por no quedarse fuera del pastel. No ve bien una coalición entre los dos grandes partidos. Él es el líder mejor valorado y ya se ha ofrecido para ser ministro, aunque diga que no. También está dispuesto a debates a tres, con Rajoy y Rubalcaba, a propuesta de éste. ¿PP, PSOE y CiU? ¿Con motivo de qué? Qué tienen que ver con España los representantes de una comunidad autónoma que cataloga los vinos castellanos como extranjeros, que huye del castellano como de la sarna y que no le importa que el Estado vulnere el principio de solidaridad por sus continuos chantajes? Todos estos años han ido de nacionalistas moderados, pero últimamente se han quitado la careta. El propio Jordi Pujol dijo que ya era tiempo de hablar de independencia. Y lo hacen. Y celebran referendos ilegales. Los de Esquerra Republicana, mucho más fanáticos, van de zapadores abriendo camino; y al frente de todos ETA, que sacude el árbol para que haya nueces para todos. Luego, ¿qué pinta Durán Lleida en un debate con los dos candidatos nacionales? Espero que Rajoy no se preste a la encerrona estratégica de Rubalcaba y el catalán.

Mariano Rajoy, más allá de lo que diga The Economist, tiene mucho que decir y buena parte de la sociedad, según todas las encuestas, está segura de que el Partido Popular infundirá confianza en los inversores y con ello la reactivación económica y la creación de empleo serán un hecho. Pero hay mucho que arreglar, y no me refiero sólo a la economía. Si la crisis económica es importante, no lo es menos la crisis moral en la que está sumida España. En dos legislaturas los socialistas han sembrado odios y rencores llevando a la sociedad a una crisis social que necesita un proceso de sanación. Le tocará al PP volver a enterrar el revanchismo y los sentimientos guerracivilistas, exhumados por un gobierno socialista que quiso ganar la guerra más de medio siglo después. También tendrá que batirse en duelo contra el relativismo moral y ganar la batalla de las ideas defensoras de la dignidad de la vida humana en cualquiera de sus etapas, en definitiva, la defensa de la Cultura de la Vida. Todo esto se lo vamos a exigir al Partido Popular. No todo es la economía.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora
Directora de Ourense siglo XXI
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
www.magdalenadelamo.com
[email protected]
(12/08/2011)

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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