No te va a gustar – Por ejemplo, Venezuela, que está lejos y tan cerca


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Vaya por delante, por supuesto, mi repulsa al sistema para-dictatorial instalado por Nicolás Maduro en su país, ese país tan querido para los españoles, Venezuela. He viajado allí varias veces, tengo amigos muy estimados -incluido un notable periodista que lleva mi mismo nombre y al que debo anécdotas divertidas, prueba de tantos vínculos comunes- y sé cuánto nos aprecian como pueblo hermano. Al mismo tiempo que constato que en nada beneficia, a quien lo practica, o sea, a Maduro, ese lenguaje mal educado y oficialmente hostil para con los españoles en general y para con quien gobierna España (aunque sea en funciones) en particular.
Pero no estoy seguro de que a los políticos españoles les corresponda ahora lanzarse -precisamente en la campaña electoral aquí, qué curioso- a la salvación democrática de los venezolanos. No he entendido el viaje allá de Rodríguez Zapatero, y sigo sin entender qué pinta por aquellas latitudes Albert Rivera. De la misma manera que me extraña el excesivo peso que pone el presidente Rajoy en el apoyo a la oposición, si bien debo decir, en este caso, que alabo que mi país no abone la «neutralidad» entre unos y otros: el encarcelado Leopoldo López tiene la razón, y sus carceleros bolivarianos, no. Y ahí no pueden caber equívocos ni equidistancias.
Lo que quiero decir es que me da la impresión de que están algunos, mirando de paso de reojo a los pasados y no tan pasados «errores internacionales» de Podemos -que han sido, y son, muchos y muy gordos–, metiendo a Venezuela en el proceso electoral español. Y yo creo que ese país, en el que tantos de nuestros antepasados encontraron soluciones vitales, que tanto han ayudado a tantos gobiernos españoles a resolver problemas espinosos -y sí, pienso en alguna «solución etarra» en particular, aunque ahí haya habido de casi todo–, merece un respeto, más allá de que Maduro y sus camisas rojas no merezcan ninguno. Pero no será yendo a pontificar allí para que sean los medios de aquí los que recojan las arengas como ayudaremos al pueblo venezolano, reducido por sus gobernantes a condiciones casi miserables.
No mezclemos, pues, las cosas, que una cosa es la política exterior, que ha de estar en manos de la diplomacia de nuestro país, y otra las querellas intestinas de nuestra muy peculiar batalla electoral, aquí, en casa. Menos lecciones democráticas a los demás -que eso, cuando toque- y más profundizar en una mejor democracia en la tierra patria, que buena falta hace una mano de pintura regeneracionista y anticorrupción en nuestras leyes y costumbres, aunque nuestras carencias nada tengan que ver, afortunadamente, con la catástrofe bolivariana.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído