EL GOBIERNO SOCIALISTA, SUS AMIGOS, SOCIOS Y COMPINCHES

El PSOE de Sánchez es una ‘agencia de colocación’ que de español sólo tiene el nombre

El PSOE de Sánchez es una 'agencia de colocación' que de español sólo tiene el nombre
Zapatero, González y Sánchez (PSOE). PD

Lo de la ‘E’ en las siglas es un sarcasmo, la ‘O’ parece una coña y la ‘S’ un chiste. Lo de la ‘P’ debe ser una referencia a Pedro.

El PSOE es ahora mismo un partido desnortado, al frente del cual está un secretario general, Pedro Sánchez, que ha decidido poner en jaque todo un patrimonio político de más de cuarenta años de democracia al servicio del constitucionalismo.

Mientras Sánchez guarda un irritante silencio ocultando a la opinión pública todas sus maniobras para ceder ante el separatismo como condición que garantice su investidura, otros dos antiguos secretarios generales -y presidentes del Gobierno- demuestran ese total desconcierto.

Felipe González admitió este 29 de noviembre de 2019 estar «incómodo» por la deriva emprendida por Sánchez ya que España está abriendo su «propia grieta» con el fomento de una «política de bloques» radicalizada, y muy alejada de las cuatro décadas de consensos en los que el PSOE fue un partido esencial.

En cambio, Rodríguez Zapatero legitimó a Arnaldo Otegui, un terrorista convicto y confeso que aún permanece en el listado internacional de criminales, que sigue inhabilitado por sus delitos y que tiene una estremecedora hoja de antecedentes penales.

Según Zapatero, el PSOE debe negociar con Bildu porque «fue una promesa democrática» que él le hizo a ETA, y añadió que Otegui, «para la historia y para la verdad, fue un político decisivo aunque lo hiciera porque no tenía alternativa».

En menos de 24 horas, el PSOE de Sánchez ha tildado de «conflicto político» el golpismo separatista de Cataluña, y ha convertido a Otegui en un «político decisivo», y no en lo que realmente es.

El ejercicio de bilocación es, en este sentido, descriptivo: Zapatero es más sanchista que el propio Sánchez, y Sánchez es más zapaterista que Zapatero.

Acalladas quedan las voces de relevantes dirigentes socialistas de otra época como Guerra, Leguina, Redondo Terreros o Rodríguez Ibarra, que están denunciando el error histórico que se dispone a cometer su partido sin que nadie en la dirección del PSOE, diseñada a la medida de Sánchez, tenga la valentía de alzar la voz.

Es alarmante que el PSOE se disponga a negociar una legislatura con quienes se han propuesto la demolición del sistema constitucional.

En Navarra, pactando unos presupuestos con Adolfo Araiz, dirigente de la antigua «mesa» de HB; en el Congreso, blanqueando a Bildu y a Otegui de una manera que, como ya avisó la familia Pagazaurtundúa, estará helando la sangre a muchos socialistas; en prisión con Junqueras, y en Cataluña con Jové, imputado por el TSJC como cerebro gris del 1-O.

El elenco de socios a los que apela Sánchez es demostrativo de la ética política que anida en Ferraz, que además ha utilizado a su militancia a conveniencia con una encuesta convertida en un fraude.

Apenas un leve consuelo en tan increíble y vergonzoso silencio de Sánchez en estos días cruciales.

Al menos, así no miente a la cara a los españoles. De quien ha acumulado semejante colección de embustes no cabe esperar nada más que no se regodee volviendo a insultar la inteligencia de los ciudadanos.

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