Manuel del Rosal: «El “relato” como arma para cambiar la percepción de la realidad»

Manuel del Rosal: "El “relato” como arma para cambiar la percepción de la realidad"

La ignorancia, el miedo y el conflicto son los elementos básicos de la conciencia cotidiana. La política elabora con estos elementos una construcción onírica cuya función es impedir que la gente comprenda la realidad” Marvin Harris, en su libro “Vacas, cerdos, guerras y brujas”

Que la gente vea, no la realidad, sino esa realidad deformada y transformada en una falsa realidad que a los políticos les sirve para conseguir sus fines, fines siempre ajenos a los intereses del pueblo. A esa deformación de la realidad se le han dado diferentes nombres a lo largo de lo que hemos dado en llamar “democracia”; hoy recibe el nombre de “relato”. La existencia y el éxito del relato depende de su mayor o menor capacidad para negar la evidencia y hacer ver las cosas al ciudadano desde la óptica de los intereses bastardos de la política. En España hay ahora mismo dos relatos que caen como un temporal meteorológico sobre los ciudadanos que son incapaces de guarecerse de él; fundamentalmente por su ignorancia, por su desconocimiento de la historia y por su comodidad. Estos relatos son “la izquierda, incluso la izquierda más radical y ultra es buena mientras la derecha, toda la derecha es mala” La última frase de este relato acaba de salir en todos los medios de comunicación: “Es bueno un gobierno entre diferentes”, haciendo creer a los ciudadanos que el gobierno que se nos avecina, mezcla infumable, bodrio incomestible; será el mejor gobierno que los anales democráticos de España registraron nunca. El otro relato es el del cambio climático atribuido solo a la mano del hombre sin tener en cuenta que la Tierra, a lo largo de milenios, ha tenido cambios climáticos y catástrofes naturales sin cuento en los que, para nada, intervino el hombre y que fueron causados por la búsqueda del equilibrio natural perdido. Y ambos reatos calan, y calan por la ignorancia de los ciudadanos; por su comodidad, por su relativismo de “progreso” que hace que todo lo que venga envuelto en la oriflama del relato mediocre, progresista, tolerante y que no les obligue a pensar; es bueno. Pensar es cansado, hurgar en la historia también lo es, dudar – esa duda que te conduce a la verdad – es mal visto, salirte del redil donde permanecen estabulados los conformistas con la doctrina única es marginarte de las corrientes imperantes, aunque estas corrientes sean una constante manipulación.

El relato se impone, cualquier relato. Aunque se más falso que un billete de madera. Basta que ese relato sepa adormecer al ciudadano como la rana se adormece suavemente bajo el cálido calor del agua hasta que muere, eso sí, con una muerte lenta, suave y aterciopelada.

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