Cada día seducen a menos manifestantes.
La más relevante, la de Madrid, congregó a poco más de cuatro gatos y la gran mayoría ‘obligados’ por mor de sus cargos.
Federico Jiménez Losantos, con su fina ironía, analiza en las páginas de El Mundo de este 2 de mayo de 2022 lo que fue la marcha por las calles de la capital madrileña y deja una primera reflexión de peso y que retrata a la perfección lo que se vio el 1-M en Madrid:
Nunca tanto vago homenajeó a semejante nulidad. Según la Delegación del Gobierno, que comparte el odio a las matemáticas con Tezanos, diez mil personas acudieron a la Manifestación del 1 de mayo –échenle cuatro mil– para homenajear a Yolanda Díaz, que desfiló de obrera de Chanel junto a Pilar Alegría, verduga de la enseñanza pública, Alberto Garzón, que tras hundir la ganadería quiere prohibir el vino, e Isabel Rodríguez, segunda portavoz del Gobierno, porque la primera es ella. De los cuatro mil asistentes, ni cuatrocientos serían de los que, según Jorge Manrique, «viven de sus manos» –Más bien de la mano que en los bolsillos mete Hacienda.
El periodista turolense carga duramente contra una ministra de Trabajo que acude a todos los actos con unas prendas que ponen en tela de juicio su compromiso con la clase obrera.
Una de las ventajas de Yolanda, aparte de su impulso al sector textil, es que nunca aparece en público sin dejar alguna perla. Ninguna cultivada, claro, pero todas exigen estudio y atención. Veamos ésta: «es la primera vez que (en una concentración similar) puede decirse que se ha mejorado la vida de los trabajadores». O sea, que todas las concentraciones del 1 de Mayo no consiguieron nunca nada, se reunían a rumiar fracasos; sólo al llegar ella notan mejorías.
El articulista pone sobre la mesa las cifras económicas que acucian al bolsillo de los españoles y, viendo como actuán Gobierno socialcomunista y sindicatos, se teme lo peor:
No es la menor que estudiar ya no le sirva de nada al hijo del pobre, pero al menos no se lo gastará en vino, porque lo prohibirá Garzón. En cuanto a la cesta de la compra, con el 10% de inflación, se podrán comprar menos cosas con el mismo dinero y así se evitará el consumismo alienante. Y si los vividores de lo ajeno que paseaban con Yoli Tenacillas se salen con la suya y los salarios suben otro 10%, la inflación se iría al 20% y el vicio consumista bajará todavía más.
Y da por hecho de que el Ejecutivo, con Díaz a la cabeza, seguirá apretando el gaznate de los sufridos ciudadanos:
La inflación es el modo artero de subir impuestos, pero a la banda de Yolanda le parecen pocos, así que todavía echarán otro nudo a la soga que llevamos al cuello. No sé por qué Yolanda no la pone de moda, como las parisinas el hilo rojo al cuello, en memoria de las guillotinadas por la Revolución. Y para lecturas de clase, nada de El Capital: las facturas de la luz y del gas. Subidón.