OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «¡Hay que apretar!»

Victor Entrialgo De Castro: "¡Hay que apretar!"

A Sánchez, al que todo le queda grande, salva la chaqueta que le queda pequeña y los pantalones, que le quedan cortos, le vale todo con tal de resistir. Incluso entregar el CNI y los planos del polvorín.

Su chapuza interesada, aprovechada por el victimismo independentista, haciendo público lo que por esencia es secreto, es la penúltima etapa de la huída hacia delante de los dos socios. La que desvelará el dramático balance de su gestión cuando termine el ocultamiento en que el poder consiste y su viaje a ninguna parte.

«El interés» en espiar a la persona de Pere aragonés no ofrece lugar a dudas. No hay mas que verle. El muñeco de trapo que sacaron por la ventana de sus celdas los que estaban presos. Y el muñeco que metieron en Moncloa para que los sacara.

El único aragonés que pretende no ser español, es el que con Torra decía a los CDR, comités de defensa de la República  ¡hay que apretar!. Por eso, salvo que se tratase de una cuestión intestinal, la prevención con «el apretón» está más que justificada desde hace más de treinta años en que los retortijones de los políticos catalanes comenzaron a identificarse con Cataluña, en lugar de limitarse a representarla.

El golpe de estado que hurtó la soberanía a los constitucionalistas y al pueblo español intentaba tapar el régimen clientelar del 3%. El régimen de la corrupción sistémica de «la familia» de nueve, todos ellos imputados y ninguno juzgado por cierto para oprobio de un estado de derecho que proclama la igualdad ante la ley para que Sanchez, que indultó a sus socios presos, pueda conservar el poder.

Para tapar el régimen que provocó el mayor caos de Barcelona del siglo XXI, el de «la familia sagrada», sus hereus han conducido a Cataluña a su mayor decadencia económica y social, resultado de la cual fue «el golpe de Estado continuo» que, ante la indolencia de los gobiernos españoles, se ha venido preparando durante décadas y cuyo punto álgido fue el  el ataque más grave a la democracia española desde el 23-F de 1981, el 11-O de 2017.

Con la confesión y publicidad interesada de Sanchez de los «secretos de Estado» vuelve a la tele la turrada de bubú, el Oso Yogui y el pelucas, el «héroe» Carlitos Puigdemont, que huyó en el maletero a la residencia que están pagando los catalanes y el resto de españoles en Waterloo, en la Bélgica acogedora de terroristas y golpistas.

El mismo que ha negociado con Putin para desestabilizar España, probablemente la mayor traición que ha conocido la política moderna desde Philby o los espias de Alemania del Este.

¡No podemos aflojar!,  decía entonces Pere el Bandoler, en nombre de los que ahora se escandalizan, a las hordas que cortaban las calles y provocaban el caos en Barcelona. «El tsunami» le llamaban.

Ya no quedan bosques ni madera para tantas mesas como pide esta gente mientras nos quita el reloj y no se sabe que Más, con el cuento ahora de que la sociedad con el que los indultó está «tancada». !A zeru!, dice el monaguillo, para vendérselo a su parroquia de Mosems independentistas. En realidad no son socios porque aúnen sus fuerzas para construir nada, sino sólo porque ambos se necesitan, en perjuicio de España.

Vista de espaldas, la chaqueta de Sanchez subida de chepa parece de primera comunión pero le ha servido para mentir con todos los sacramentos y le valdrá para su próximo fin de curso.

¡Hay que apretar! vuelve a decir Pedro a Pedrito. Se conoce que los separatistas pueden apretar, pero el Estado y sus servicios de inteligencia no. El problema es que si aprietan más, a Sanchez le va a reventar la chaqueta.

Victor Entrialgo.

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