La Marea de Pérez Henares

El derecho al castellano

El cariño, utilización difusión y defensa de una lengua no tiene porque significar la agresión a otra. De la misma manera que el amor a la propia tierra, sea esta humilde aldea o territorio con ínfulas nacionales, no debiera suponer odio a ninguna otra especialmente aquella mas extensa en la que se esta enclavado . Pero lo es. Esencialmente porque el ser profundo del nacionalista se encuentra en la confrontación con lo “otro” incluso hasta más que en el afecto por lo propio.

La defensa política del catalán, utilizado como arma de confrontación contra rivales políticos y como factor de exclusión laboral y social es un hecho evidente. Aunque en el colmo del cinismo se pretenda decir y negar el propio asunto haciendo grandes protesta de que no hay problema alguno y negando incluso el derecho al agredido, a quien recibe bofetada tras bofetada, a la más mínima queja. La situación es tan delirante que tras prohibir en todos los rincones, desde los carteles de las fruterias a los recreos de los niños, el uso del castellano salen en tromba y con aire escandalizado criminalizan al denunciante de la agresión y acaba por ser el malo.

La agresión a la lengua común de los españoles y de cuatrocientos millones de personas en el mundo es una de las atrocidades más paletas, estúpidas y destructivas que nuestra existencia ha contemplado . Un empobrecimiento cultural de enorme magnitud, un sembrado de división y odio , una perversa manipulación de la lengua como instrumento de batalla.

El nacionalismo catalán, amparado ahora por el no menos nacionalista PSC, aunque se llamen sus dirigentes se llamen Montilla, Corbacho y Chacón y sean de Córdoba o Badajoz, inicio la peligrosa y agresiva senda. Ahora, el pacto del socialismo con el nacionalismo gallego, la emprende con entusiasmo en Galicia, donde ya los fraguistas habían deslizado mas de una insensatez al respecto, y como remate en Baleares , un pacto similar, riza el rizo y se lanza a una campaña que conculca ya no la Constitución Española, a este respecto verdadero papel mojado sino el propio estatuto de autonomía recientemente aceptado. En Euskadi donde se había actuado hasta el momento con sentido común, este desaparece y la pretensión es seguir los otros pasos. Las famosas inmersiones que no son sino prohibir , acorralar y extirpar a la fuerza el empleo de la lengua que todos los ciudadanos del Estado hablan .

El gobierno balear, que en su primera versión la emprendió contra el turismo con aquello de la ecotasa, ha variado el tiro y ha empezado a disparar en esta segunda entrega contra el castellano. Las directrices son tan agresivas y estrictas que no intentan siquiera ocultar su intención de impedir una utilización pareja de ambas lenguas. Toda la señalización, toda la información que se de al publico en cualquier soporte y ambito ha de estar, exclusivamente en catalán. “No se pueden hacer versiones bilingües” se enfatiza y ordena. En catalán , por supuesto.

La persecución y eliminación del castellano es el objetivo primordial. Contemplar tal inquina en los nacionalistas entra dentro de la lógica de la irracionalidad política pero que tales senderos sean seguido y ampliado con entusiasmo por quienes se dicen de izquierdas, por socialistas o las raspas que quedan de IU, resulta una verdadera regresión de principios esenciales de igualdad ciudadana , una patada en los principios básicos del propio socialismo. Una entrega, de rodillas y vergonzante, ante lo más reaccionario del nacionalismo. Por mucho que la mona la vista de progre .
Rosa Diez, socialista, ha estado una vez más en el sitio.

P.D. Constitución española. Artículo 3.1 El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. 2 Las demás lengua españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. ¿Tenemos de verdad ese “derecho” a usar nuestra lengua común?. No. A los españoles ese derecho democrático nos ha sido en muchos lugares ya arrebatado.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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