Santiago López Castillo

Es la moda: Franco pasado a cuchillo

Es la moda: Franco pasado a cuchillo
Santiago López Castillo. PD

Los milicianos, aquellos que daban el «paseíllo», no el de los toreros, el de las tapias y las cunetas, han sacado su fusil y se han echado al monte a ver si hay algún «nacional» vivo y le damos cuartelillo o tiro de gracia. Estos valientes, capote de valentía creo que titulaba el pasodoble, y eso que soy anti taurino, nos van a buscar hasta en las piedras. Porque si no eres «rojo» eres «facha», nacional-sindicalista, y tiro porque me toca. Es la reedición de la historia, de la guerra civil, que, para los no ilustrados, fue provocada por las izquierdas y que comenzó con el asesinato de Joaquín Calvo-Sotelo.

Y todo por la maldita memoria histérica que enarboló el indigente ZP, nieto del capitán Lozano, un traidor que se pasó de bando y eso que estuvo a las órdenes de Franco en la sublevación de Asturias en el 36 en defensa de la República (al general, me refiero). Pero con la contienda, el abuelo del nefasto socialista -está documentado en libros- a los nacionales capturados los metía en una zanja y cubiertos de tierra hasta el cuello, iba él, el valiente, y les daba el tiro de gracia. ¡Cuánto resentimiento nos trajo el irrelevante Rodríguez Zapatero! Curadas las heridas de la guerra civil, exhibiendo el pueblo español el no a las dos Españas, este resentido socialista homenajeó al carnicerito de Paracuellos retirando la estatua ecuestre de Franco próxima a los Nuevos Ministerios donde pervive, en cambio, la figura de Largo caballero, «el Lenin español». Pongamos que hablo de Madrid.

Ahora, estos comunistas de extrema izquierda, todo para el pueblo pero sin el pueblo, vividores del erario ajeno, quieren mostrar a Franco decapitado en Barcelona. Joder, qué tíos tan valientes. La Colau y sus consejeros cutres han decapitado, en otras formas, el busto del Rey Juan Carlos I; arrinconado el condado de Barcelona y a su puta madre. Todo está pautado por el radical nacionalismo marxista-leninista. Pero nadie se atreve a desempolvar el recibimiento, brazo en alto, de centenares de catalanes cuando el general entraba triunfante en la Ciudad Condal y lo atestigua la profusión de fotos que yacen guardadas en el baúl de los recuerdos.

Asimismo, el general -al que ahora todos le llaman «dictador», incluida gran parte de la derecha- fue quien impulsó el desarrollo de Cataluña con su política proteccionista, automovilística y textil, al igual que en las Vascongadas, mientras los extremeños se comían los mocos como velas. Es tal el odio que tiene el sector separatista con el resto de España que mi amigo Manolo Español, uno de los celebrados directores de Baqueira/Beret, me ruega que no le mencione porque está amenazado: por español y por ser del Real Madrid. ¿Se puede vivir así?

Estamos en una depravación imperante. Inculta. Resentida. Revanchista. Odiosa. Y es triste observar el silencio de los intelectuales, los que lo fueran, no los de la ceja, por favor, asintiendo como alfombras persas este creciente populismo del rencor.
PD.-Me acojo a aquel genial escritor del humor y del sarcasmo que fue Álvaro de la Iglesia, con su obra «Los muertos no se tocan, nene».

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