España forma parte de Europa y Europa no está para bromas con la crisis de inmigración, el Brexit, las finanzas italianas, los movimientos antisistema de extrema derecha e izquierda populista. Un panorama peliagudo para todos los europeos.
El mundo tampoco anda seguro con la guerra de Siria en Oriente Medio, los yihadistas, el estado islámico, Pakistán, India, China, Malasia… Suena a coña siendo españoles, pero el planeta soporta grandes crisis que hacen que los países espabilen.
En el caso de España aceptamos la presencia en 2017 de la troika para permitir el gasto público, la congelación de líneas de financiación de 3.000 MM en grandes infraestructuras. Bruselas reclama un déficit del 3,9% este año y del 2,5% en 2017, «Las reglas son las reglas» . En cambio, todos jugando a la política como si fuera un juguete en manos de niños inconscientes.
Los que hemos conocido a los políticos desde la muerte de Franco, vemos como se degrada el caché, las cualidades de liderazgo, el sentido trascendente de servir al bien común y al bienestar de los españoles. Un concepto que no se aprende medrando en el aparato del partido.
La maquinaria de los partidos y la falta de tradición democrática en los hábitos de cómo ejercer el gobierno, nos sitúa en una posición de debilidad cuyos únicos culpables son la clase política y el resto de poderes, judicial, económico, sindical, etc.
Los grandes cocos de la economía, máster en Harvard, Stamford, MIT coinciden que las crisis sirven para sucumbir o salir reforzado. Hoy no hay nombres de políticos ni siglas de partido. Es el momento de reflexionar y saber que la democracia sirve para respetar la ley, distribuir el gobierno de lo público y de la jungla y la ley del más fuerte a una sociedad civilizada.
Seamos inteligentes y aprovechemos el momento para enfocar bien los próximos cuatro años. La tarea es posible: vivir, al menos, tan feliz como hasta ahora.
¿Dónde? Donde vivimos, en España.
