Francisco Muro

El olvido de las víctimas

El olvido de las víctimas
Francisco Muro de Iscar. PD

El Gobierno de Colombia firmó hace unas semanas un acuerdo de paz con las FARC que pone fin a una etapa terrible de guerra, matanzas y violencia. El Congreso de los Diputados de España aprobó por unanimidad un memorando de respaldo a este proceso de paz.

No habría nada que oponer si no fuera porque la paz se ha firmado por encima de las víctimas, a las que la guerrilla no ha pedido perdón y porque, como acaba de declarar el jefe de las FARC, Timochenko, sin ninguna actitud de arrepentimiento «este conflicto se cierra sin vencedores ni vencidos».

Las FARC esperan, además, ser excluidas en breve de la lista de grupos terroristas. Es terrible el desprecio a los miles de víctimas inocentes que han dejado y que ahora pasarán al olvido, porque los que les mataron van a ser jueces y parte en el proceso de paz y van a formar parte de las instituciones democráticas que trataron de derribar con las armas. ¿La paz a cualquier coste? Viene a cuento la historia de Colombia por el proceso electoral que se vive en el País Vasco con la incorporación de facto de los que hasta hace muy poco -¿todavía?- han sido parte de ETA, sus compañeros de viaje o su sostén.

El intento de Otegui de encabezar la lista de Bildu -solucionado con la aplicación de la ley- no impide que siga siendo el líder en la sombra de EH Bildu y que esta fuerza se consolide como la segunda tras el PNV. ¿Hay que pasar página también en España con «la paz» alcanzada frente a ETA?

El proceso español tiene muchos puntos de diferencia con el colombiano, porque aquí se derrotó a ETA desde la ley y la unidad y fueron los terroristas los que, hace ya casi cinco años, anunciaron, aunque detrás de unas capuchas, el cese definitivo de la violencia, pero sin que todavía hayan entregado las armas.

ETA fue derrotada por los demócratas y trata de cambiar bombas por votos. Un documental que se estrenará pronto cuenta los diez años de conversaciones con la banda terrorista. Un libro de Fernando Aramburu, Patria, revisa la historia reciente del País Vasco a través de dos familias rotas por la infamia terrorista. Frente a la búsqueda de la paz que se intentó desde Gobiernos del PP y del PSOE -no siempre en sintonía- en conversaciones con la banda, Aramburu se pregunta «¿de qué sirve hablar de la derrota de la banda si luego predomina un relato que glorifica a la organización?

En Euskadi y en el resto de España parece predominar el deseo de olvidar frente al hecho esencial de que los terroristas pidan perdón, al menos una vez, a las víctimas. Porque aquí no puede acabar este proceso «sin vencedores ni vencidos» y muchos menos con la victoria de los asesinos sobre las víctimas. Aramburu pide un espacio de la memoria para las víctimas. Yo creo que no habrá paz de verdad mientras no haya un reconocimiento expreso de «la dignidad preeminente de las víctimas», a la que se refirió siempre el inolvidable Antonio Beristaín. Para que nunca gane la mentira, la infamia o la leyenda y nadie olvide lo que les hicieron durante cuarenta años a centenares de inocentes, a miles de familias y a todos nosotros.

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