José Luis Suárez

Puigdemont, el breve Presidente de la república de Cata… qué

Puigdemont, el breve Presidente de la república de Cata... qué
Puigdemont firma la declaración de independencia Agencias

Ya le llaman Carles el Breve. Su mandato duró 10 segundos: declaró la independencia de Cataluña, se proclamó su Presidente, y 10 segundos después, suspendió la declaración, dejando sin efecto su mandato.

En este interim, Carles no es nada; nada en el limbo político, en virtud de su falta de respuesta al requerimiento del Jefe del Gobierno de España, al que una vez más desafía con «el diálogo».

Hay diálogo cuando al menos dos interlocutores hablan de un tema planteado como problema a resolver entre los hablantes, pero no lo hay cuando uno intenta imponer al otro «su tema». El monotema conduce al monólogo. A Puigdemont, y sus cómplices del proceso, sólo les interesa hablar -le escribe a Rajoy- de Cataluña, «como país independiente en el marco europeo».

Eso dijo el insensato (falto de seny) subido al monopatín, después de experimentar la gloria de su fama (del griego femi, «hablar»), cuando lo habló, y le duró los 10 segundos de la propaganda.

Claro que la campaña de propagación ya la había emprendido convocando a la prensa europea y postulándose como el Presidente del nuevo Estado independiente. Al periódico ‘Bild‘ de Alemania le declaró: «Ya me siento el presidente de un país libre«.

Ese «país independiente en el marco europeo» es una quimera, en la que han participado, animosamente, los promotores del procés secesionista. Pero lo han hecho sin tomar conciencia de lo peligroso que resulta subirse al monopatín y trastabillarse, en caída libre, hasta el despeñadero, engatusando a una parte minoritaria del pueblo, que se creyó la aventura (el partido independentista), pero habiendo dividido a la población en dos bandos, uno vociferante, otro silenciado (Cataluña contra Cataluña).

La falacia, el engaño, la patraña… la insumisión a la ley, la espalda a la realidad, la burla de la sensatez…, son las formas de conducta política con las que se elaboraron las leyes del «referéndum» y de la «desconexión», que, aplicadas coactivamente, con desprecio de la oposición, con olvido de la mayoría silente, y saltándose leyes y reglamentos, permitían decir a Puigdemont, tras el 1-O: «Nos hemos ganado el derecho a tener un estado independiente«… a construir «un país libre, en el que millones de personas han tomado una decisión importante«.

Pero, el «Presidente breve» ha sido asistido en su proyecto por los monosabios del pesebre secesionista: la Presidenta del Parlament, Carmen Forcadell; la CUP y sus «Arranes»; la Asamblea Nacionalista de Cataluña; el Omnium Cultural; los Obispos y Abades del Nacional-Catolicismo Catalán; los «Pata Negra» de los Mossos, encabezados por Trapero, merecedor de cárcel; la Asociación de Municipios Independientes, apadrinada por el mismo Puigdemont, cuando era Alcalde de Gerona; el Ayuntamiento de la Colau y sus «Comunes»; los representantes catalanes en las Cortes de Madrid, a cuyo frente están los vociferantes Rufián y Tardá… Todos ellos, desempeñando su papel de fanatismo separatista; todos ellos fabricando los tejidos de la desunión y de la fractura; todos ellos provocando el éxodo y la huida sin retorno de los bancos, las empresas, los ahorradores, los turistas… con grave perjuicio para la sociedad civil y para un mercado común consolidado con los otros pueblos de la Patria común.

En Marzo de 2016, aprovechando la coyuntura favorable de la Presidencia de la Generalidad, conseguida en Enero, Puigdemont hacía la reedición del libro, ya editado en 1994, Cata…que?, una visión sobre cómo la prensa internacional veía a Cataluña en aquel momento.

Con tal motivo afirmaba, en la presentación: «Este país, que no ha tenido estructuras de Estado, ha irrumpido en el mundo gracias a la diplomacia de la gente y a la cultura…». En la misma sesión, el expresidente Artur Mas aseguraba: «Tenemos que huir de la etiqueta nacionalista e insolidaria»… porque «tenemos que aparecer aspirando al Estado de forma democrática».

Entonces, uno y otro parecían tener un pensamiento opaco, pero cabal, de «no sé qué» Cataluña, pero desde entonces, la furia del procés independentista los ha precipitado: Artur Mas ha ido «a menos»; Carles ha alcanzado «la brevedad».

El uno y el otro, no sabiendo qué hacer con Cataluña, la han llevado al Cataclismo.

http://www.masespaña.es/

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