¿El “tono” y la contención que se me exigía en RNE, por la que se me recriminó fuera de micrófono y luego ante ellos, son los empleados por su director de la tarde, un tal García según propia intitulación, insultándome zafiamente, llamándome “RATA” con reiteración y en total indefensión por mi parte? ¿Son la descalificación, utilizando la vileza de la calumnia y la sucia insinuación sobre intenciones y lucro personal, el código deontológico que debería yo asumir?.
Sé bien que NO. Lo afirmo y lo subrayo. Ni por parte de la cadena, ni su director general ni del director del programa de La Noche que decidí abandonar, a quien jamás falté al respeto ni desde luego él a mí. Esta supuesta “defensa” del García a su “amigo” a quien avergüenza no es, para nada, a mí. Algunos insultos, en función de la boca que los barbota, resultan ser un galardón. Y los dejo y circunscribo en el muy particular debe y condición de quien, desde hace años, ha rezumado inquina y odio hacia mi persona, sin saber uno bien por qué o tal vez sí, y que ahora ha puesto de relieve con este desborde de pus.
Resulta esclarecedora la insidia sobre mis intenciones que confunden las propias con la ajena. Yo me fui, como bien aclaré, no para un rato, sino por todo el tiempo por venir. Quizás sean otros, y él, quienes con estas y otras cosas, se quieren hacer “indultar”. En cuanto al presunto dineral que se me achaca, dejándolo entre sombras para más ensuciar, concreto que, como a todos los demás contertulios de esa franja, el pago por tertulia es de 150 euros, con transporte por cuenta propia a Prado del Rey, y que mis participaciones mensuales se reducían a tres, no teniendo ni una intervención más en ningún otro programa RNE.
Al producirse el incidente me limité a dejar sucinta constancia aquí en mi muro personal de Facebook y sin un solo calificativo que a nadie pudiera ofender. Y aún así, para no provocar ninguna polémica fangosa, lo eliminé. Nada ha salido de mi boca desde entonces si bien algunos medios han recogido los audios del programa y han comentado, con diversas y hasta contradictorias opiniones, lo sucedido. Lo que a micrófono abierto pudo oírse se lo dejo también aquí para su consideración.
Antes y en una pausa, donde ya me levanté y quise irme sin rechistar pero se me convenció a volver, se me había recriminado forma y tono por mi dura valoración de los compañeros de viaje de Sánchez que le aupaban a la presidencia de la Nación: separatistas cuya intención declarada es descuartizar España, bilduetarras que agasajan y jalean a los asesinos de ETA a la salida de las cárceles y extrema izquierda populista. Luego ya en antena, tras la nueva admonición y discusión por mi intervención, al no poder preguntar, tras la entrevista a Carmen Calvo, es cuando anuncié mi marcha y como final de todo y despedida quise dejar estas palabras que hoy, de nuevo, reitero aquí: