Análisis

Manuel del Rosal: «No me esperes a las doce en el juzgado; no me digas: Volvamos a empezar….(Joaquín Sabina)

Manuel del Rosal: "No me esperes a las doce en el juzgado; no me digas: Volvamos a empezar....(Joaquín Sabina)
¿Les importan sus hijos?

«Hoy el amor viene enlatado en una aplicación del móvil»

«Los niños pagan el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables» Papa francisco.

«Más de 50.000 niños menores se convierten en hijos de padres separados» INE

Pedro Sánchez es una mina para los que opinamos a través de la plataforma diaria del periodismo. No podíamos encontrar un personaje más falsario, más ansioso de poder y más vacuo y que, al mismo tiempo, aparezca como el paradigma del político perfecto; cuando su política se sustenta en traicionar a unos para contentar a otros y así garantizarse el poder. Pedro Sánchez es como una fotocopia mal hecha de aquel Zapatero de ingrato recuerdo. Es por eso por lo que, acudir a Pedro en nuestros escritos de opinión es casi obligado. Sin embargo, hoy quiero opinar sobre nuestros niños.

Los españoles hemos hechos pucheros y nos hemos compungido ante los 123 niños que venían en el Aquarius. También nos hemos rasgado las vestiduras ante la salvajada de los norteamericanos al separar a los niños de sus madres, si es que eran hijos de esas madres. Pero…¿y nuestros niños? ¿Le importa a alguien nuestros niños? ¿Le importa a Pedro Sánchez y su gobierno de bambalinas, fotos, imágenes, carnavales, festejos varios, ferias, tómbolas y reportajes televisivos, los 2.200.000 niños españoles bajo el umbral de la pobreza? ¿Le importan sus niños a esos padres que se separan sin tenerlos en cuenta, sin pensar en ellos, mirando tan solo a sus vidas en un ejercicio de egoísmo e irresponsabilidad supino?

Los niños, esos santos inocentes, son los efectos colaterales de los divorcios; y ya sabemos que los efectos colaterales, para esta sociedad, carecen de importancia. Según el INE hoy aquí, en esta España de progreso, solidaridad e igualdad, 50.000 niños menores se convierten en hijos de padres separados en, lo que se ha dado en llamar, «niños maleta» porque, los pobrecitos míos, van arrastrando sus maletas y sus frustraciones yendo de la casa del padre a la de la madre y de la de la madre a la del padre, en una peregrinación patética resultado de la falta de amor y de la sobra de egoísmo de quienes ni siquiera sabían por qué ni para qué unían sus vidas, y en la creencia de que el amor es fácil, como una singladura sin tormentas, sin olas y sin vientos contrarios. Estos matrimonios de ahora, confundiendo el culo con las témporas, creen que el amor es un camino sembrado de rosas, y en su estupidez, olvidan que el amor es sobre todo renuncia. El amor es cuando dos seres llegan a ser un solo ser en lo físico y en lo espiritual. Miguel Hernández define muy bien lo que es el amor en sus versos del poema «Hijo de luz y sombra»: » Si quemaran mis huesos con la llama del hierro/verían cuan grabada llevo allí tu figura» Sinclair Lewis, premio Nobel de Literatura 1930, en su novela «Ann Vickers», pone en boca de la protagonista esta frase: «Lo que quería era la esencia del amor, no su corteza». Joaquín Sabina, ese extraordinario poeta urbano, también apuesta por el amor profundo, por ese amor que te deja estaqueado y lo dice en una de sus canciones: «Y morirme contigo si te matan/ y matarme contigo si te mueres /porque el amor cuando no muere mata /porque amores que matan nunca mueren».

¿Cómo puede una pareja levantar el edificio de la convivencia, si el amor, la argamasa de ese edificio, es una argamasa débil, inconsistente, vacua y, en muchas ocasiones, falsa y oportunista? ¿Cómo puede una pareja permanecer unida en el amor si ni siquiera saben si se aman? Mientras, 50.000 niños se quedan en España sin padres cada año…a pesar de tener padres.

Julio Cortázar dice en su novela Rayuela: «Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que no es así . A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto»

Y termino con el estribillo de unas sevillanas de Manguara en las que el hijo de dos padres separados dice esto: «Ni contigo ni con ella/ Dile padre que lo siento/ Llévame cuando tú puedas/ Mi balón de reglamento/ A la casa de mi abuela».

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