Es al hacerte mayor y examinar retrospectivamente los años transcurridos, cuando te das cuenta que el 90% del sufrimiento que has padecido en esta vida, tan solo ha sido real en tu pensamiento, pero que no por imaginario, ha dolido menos.
Al final nos pasamos la mayor parte de nuestro finito tiempo terrenal, sufriendo por problemas que nunca terminan de llegar, y el resto de nuestra existencia, padeciendo por los que llegan de verdad, que poco tienen que ver con los que habíamos previsto; aquellos irreales dramas, fruto de nuestro pensamiento, que fueron capaces de amargarnos los mejores años de nuestra vida.
Ojalá hubiese leído estas líneas cuando tenía 20 años.
Hoy simplemente me conformo con escribirlas para provecho de los que vengan detrás.
“No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio”· Mateo (6,24-34)