Quizá sea ese el verdadero cáncer de la democracia. Como dice El Trasgo en La Gaceta, los votantes cada vez nos parecemos más a esos amantes desesperados que le ruegan a la amada que les mienta. Hemos pasado de considerarlo la peor forma de corrupción política a exigir de nuestros candidatos que nos mientan. ¿Fue T. S. Eliot quien dijo que el ser humano no puede soportar demasiada verdad? No estoy seguro, pero sí de que hoy podríamos quitar el «demasiado»: el electorado no quiere ni un poquito de verdad.
La noticia era hoy la enésima ‘metedura de pata’ del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Romney.
El mormón está sembrado y cada vez que abre la boca tiembla el misterio. Lo penúltimo fue considerar ‘clase media’ a los que ingresasen una media anual que para sí quisiera la abrumadora mayoría de americanos.
¡Cómo se atreve…!
Ahora, apenas tengo duda de que Romney es, como candidato, un producto de marketing político, un millonario que no toca suelo, de principios estirables como un chicle, maneras robóticas y fondos inagotables. Pero quede claro que la ‘gran metedura de pata’ por la que toda la Prensa se echa las manos a la cabeza consiste en decir lo que piensa y, por una feliz coincidencia, tiene todas las trazas de coincidir con la realidad.
«Romney califica a los votantes de Obama de ‘dependientes’ del Estado«, leo en ‘El País’, que ilustra la noticia con frases superpuestas en fotogramas de un vídeo de ‘Mother Jones‘, publicación izquierdista norteamericana. ‘Ipsa verba’: «Hay un 47% de votantes que respaldarán al presidente pase lo que pase. Está bien, hay un 47% que está con él, que dependen del Gobierno, que piensan que son víctimas y que además creen que el Gobierno tiene la responsabilidad de cuidar de ellos».
Esto es intolerable, insultante, injurioso, inaceptable. Sobre todo porque es cierto y porque la maquinaria de ambos partidos sabe que es cierto y todos los analistas saben que es cierto. Con Obama, las ayudas federales se han doblado de los 431.000 millones de dólares anuales a 927.000 millones. Uno de cada siete americanos (en total 44,7 millones) recibió ayudas para comida en 2010. Desde las filas republicanas se ha criticado al presidente Obama que estas ayudas generan dependencia hacia el Gobierno, y deciden finalmente el voto ciudadano. Es decir, que la Administración cambia dinero y comida por votos. Y es que siete de cada diez destinatarios de ayudas alimentarias no tuvieron ingresos en 2010.
Además, Romney acierta sobre la filiación política de los receptores de las ayudas: los condados que más prestaciones para comida recibieron fueron el de Cook (Illinois), Los Ángeles (California), Kings (Nueva York), Maricopa (Arizona) y Wayne (Michigan). Con excepción de Maricopa, en los restantes cuatro condados las fuerzas demócratas fueron las más votadas. Y lo mismo ocurre a nivel estatal: Mississippi, Oregón, Tennessee, Nuevo México y Michigan son los estados en los que más porcentaje de la población recibe ayudas.
Decir ante un público negro que Romney quiere volver a cargarles de cadenas, como hizo hace unos meses el vicepresidente Joe Biden, es perfectamente aceptable porque nadie lo cree. Pero recordar lo obvio es el pecado imperdonable en política electoral. La recién dimisionaria presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, no era tan odiada por lo que hacía como por su rara valentía para llamar a las cosas por su nombre.
Pero, ¿a quién quiero engañar? A estas alturas ustedes están ya extrañados de que no hable de la reacción mediática a la muerte, no exactamente inesperada, de Santiago Carrillo. Lo cierto es que me da una pereza infinita y, dado que eso no puede ser excusa, les emplazo para el Trasgo de mañana. Por ahora me quedo con dos frases textuales del político difunto recogidas reverentemente por ‘Público.es‘ y un comentario en Twitter de Nacho Escolar.
«En el PP hay mucha gente que no ha roto con el franquismo«, nos recuerda que dijo Carrillo el fanzine ‘online’ del magnate inmobiliario Roures. En Izquierda Unida/Plural/Diversa/Usted elige los comunistas llevan con orgullo el nombre de los mismos que masacraron a cien millones de personas.
Dos: «El de Garzón es uno de los escándalos más inmundos de todo este periodo». Lo suscribiríamos: es un escándalo mantener al frente de las causas más sonadas a un juez que se ha sentado tres veces en el banquillo y ha sido encontrado culpable de prevaricación.
Y termino con Escolar, porque estrena periódico ‘online’ -‘Eldiario.es‘-, porque es uno de los protagonistas de esta sección y porque, en fin, su comentario no tiene precio ni precisa glosa alguna por mi parte: «Muere uno de los tres diputados que no se tiró al suelo cuando Tejero entró en el Congreso«.