Evidentemente, ese planteamiento de Arrimadas tiene condicionantes. Lo que ocurre es que quien tiene la sartén por el mango es Sánchez. Por lo que sabemos de él, no cabe pensar que se le haya ocurrido esta posibilidad, no da para tanto, pero a Iván Redondo es seguro que sí.
Arrimadas hace la propuesta con vistas electorales, convencida de que Sánchez no se la va a hacer.
El presidente en funciones sabe que si hay repetición electoral lo más probable es que sus resultados sean peores. Y lo que quiere es ser presidente, ser presidente, ser presidente. Dada esta premisa, lo lógico habría sido que ofreciera un pacto de legislatura al PP y a Ciudadanos, con lo cual habría asegurado su sueño al menos durante cuatro años. Él sabrá qué miedo tiene para no hacer eso.
Los pactos que plantea, en lugar de los que desea toda la gente de bien de España, pueden llevarle a situaciones muy complicadas que la mayor parte de los socialistas no soportarían. Los partidos de Iglesias, Torra, Junqueras, Urcullu, etcétera, están hechos para el mal, y ya han hecho mucho. Una alianza con ellos puede hacer volar, metafóricamente, a Sánchez. De esto es seguro que también le han advertido. O sea, que está entre la espada y la pared. Se conoce que el PP le inspira un temor cuya naturaleza desconocemos, y el miedo que le despiertan los otros posibles socios es sobradamente sabido.
Girauta ha escrito hoy un artículo sobradamente iluso. Piensa que Sánchez tiene la intención de pactar con los socios indeseables, para traicionarlos luego, en la confianza de que no lo van a dejar caer. Acierta Girauta en el traje que le hace a Sánchez, muy a medida; sin embargo, yerra en su consideración de los demás: las mafias nunca perdonan una traición, pero es que esos ni siquiera necesitan el pretexto de una traición para dar su picotazo mortal.
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