Cuando hablamos de Apple no solo nos viene a la cabeza todo su ecosistema de terminales con una manzana mordida de logotipo por detrás sino también un auténtico estilo de vida. Si por algo ha triunfado históricamente la gran multinacional con sede en Cupertino es por haber conseguido afianzar un gran público que cree firmemente que poseer un iPhone, iPad, Mac, Watch o incluso unos Airpods es sinónimo de 1) calidad y eficiencia y 2) de prestigio. Sí. Queramos o no la ‘manzana mordida’ ha sabido elevar sus productos a la categoría de ‘dioses tecnológicos’ que consiguen que días antes de que salga un nuevo lanzamiento ya haya cientos de personas acampando para ser los primeros en comprarlos en las Apple Stores. O es la única empresa que consigue hacer llorar a los más pequeños en la mayoría de los casos cuando su familia le regala un iPhone. Es raro también ver a un famoso que no use un iPhone. Es símbolo de estatus social. De poderío. Aunque sea incluso inconscientemente. No nos damos cuenta. Pero no es lo mismo ver un dispositivo Samsung, por ejemplo, que un Apple. Da igual que un Android tenga mejor cámara o batería, o lo que sea, que un iPhone. Lo que nunca ningún Android podrá tener es el logotipo de Apple en su parte trasera. Que es lo que a fin de cuentas importa, a vista de muchos.
Es por todo ello que históricamente Apple ha conseguido llevar a la categoría de ‘éxito’ la mayoría de los dispositivos que ha puesto en venta, pero no todos lo han conseguido. Sí, Apple también fracasa. Y su último gran fracaso tiene nombre propio: iPhone 12 Mini. Este dispositivo que tenía todas las papeletas para triunfar: era bastante más barato, con un tamaño más manejable y un hardware verdaderamente destacable, solo ha conseguido representar el escaso 5% de las ventas de Apple en todo EE.UU. durante la primera quincena del pasado mes de enero. Un fracaso absoluto, sin duda.
La pregunta que los analistas de tecnología nos hacemos es ¿qué ha podido fallar? Decíamos que tenía todas las papeletas para obtener el éxito en ventas. Pero no ha sido así. ¿Qué ha pasado? La respuesta a tal cuestión la podemos encontrar en un informe publicado por Bussiness Insider que ponía de relevancia que la culpa no era de Apple sino de los dispositivos ‘mini’. Los usuarios, según ese informe, ya están tan acostumbrados a las pantallas grandes e infinitas (y hablamos de pantallas cercanas a las 7 pulgadas) que todo aquello que sea ‘mini’ ya no encuentra su atractivo en muchas personas. En la actualidad, algo que hasta hace un par de años era impensable -recordemos que se denominaban ‘phablets’ para diferenciar a esos smartphones enormes de los normales-, los dispositivos móviles con una pantalla de menos de 6 pulgadas solo representan aproximadamente el 10% del mercado de terminales. El 90% son, por tanto, smartphones con pantallas superiores a las 6 pulgadas.
Así pues, como decíamos, el problema no es Apple. Ni tan siquiera las características técnicas del iPhone 12 Mini pues, a excepción prácticamente de la batería, comparte con el iPhone 12 simple la gran mayoría de su potentísimo hardware. La gran diferencia está en el tamaño de la pantalla. Una versión ‘mini’ de un móvil está mayoritariamente abocada al fracaso. Para que vean como han cambiado la moda y los gustos de los usuarios.