Apasionado, camaleónico, polifacético e hiperactivo. Antonio Banderas se sincera en el número de GQ febrero y repasa los motores que han impulsado su carrera: «El amor es lo que nos mueve a hacer cosas. Morirme no me da miedo. Lo que me da miedo es pararme, cansarme, agotarme. ¡Tengo tantas cosas por hacer!».
Banderas, que estrenará en marzo ‘Dolor y Gloria’ de Almodóvar, ha pasado la barrera de las 100 películas, ha dirigido y producido, apoyado causas solidarias y medioambientales, se ha reinventado en numerosas ocasiones y ahora está inmerso en su proyecto empresarial más colosal: ultimar su Teatro Soho de Málaga. Mediante este proyecto quiere contribuir apotenciar la actividad cultural de su Málaga natal y reafirmar su compromiso con una de sus pasiones: el teatro.
«Es la ilusión más grande que tengo de los últimos años, más que cualquier película (…) me lo estoy pasando muy bien, pero nada como traer a mi tierra teatro de gran categoría. Y, además, siguiendo la fórmula americana. Ellos dicen: ¿quieres un teatro? Pues págalo».
Confiesa que las mujeres han sido una parte esencial de su vida: «De las mujeres he aprendido que son un misterio insondable que nunca despejaré y eso es precisamente lo que me atrae de ellas». Defiende los valores derivados de la feminidad como algo indispensable para el cambio, desde su propia perspectiva: «Me interesa más lo femenino que lo feminista. Pero ojo, entendiendo bien esto que digo, porque creo que todavía no se respetan los derechos de las mujeres y hay un montón de cosas que hay que salvar. Creo que un mundo gobernado por mujeres sería menos violento». Frente a la imagen de galán impenitente que siempre le han atribuido, protesta:
«¡Pero si siempre he sido muy monógamo!». Sobre Melanie Griffith, declara rotundo: «la quise mucho y seguiré queriéndola siempre: no es mi mujer, pero es mi familia».
Antonio Banderas no tiene ningún inconveniente en contestar a todo lo que se le pregunta, pero hay un tema del que prefiere mantenerse alejado: la política. «Es lo único de lo que no quiero hablar. No me interesa». Asegura mantener un perfil bajo en redes sociales, evitando los comentarios polémicos: «Hoy un comentario en Twitter se puede cargar 40 años de carrera (…) hay que tener cuidado, porque en este país puedes pasar de hijo predilecto a hijo de puta en 3,5 segundos».