Por Carlos de Bustamante
(La nao Victoria)
Navega, velero mío/, sin temor/, que ni enemigo navío/ni tormenta, ni bonanza/tu rumbo a torcer alcanza/, ni a sujetar tu valor//…
Sería misión casi imposible resumir en un solo artículo la gesta imponente llevada a cabo por España de circunnavegar por primera vez la tierra. Y vano intento pormenorizar la hazaña desarrollada a lo largo de varios años y vicisitudes mil por un puñado de marinos asombro de mundo. Así pues, creo prudente limitar a mera información de algunas de las etapas más llamativas de la proeza.
Ruego a mis amigos, en fin, sepan disculpar que traiga a colación a Espronceda, para adornar, en lo absoluto lo necesita, pero sencillamente me pete.
La expedición de Magallanes y Elcano fue una expedición marítima del siglo XVI financiada por la Corona española y capitaneada por Fernando de Magallanes. Esta expedición, al mando de Juan Sebastián Elcano en su retorno, completó la primera circunnavegación de la Tierra en la historia.
Cinco naos, llamadas Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago, van saliendo por separado a lo largo del río Guadalquivir para volver a reunirse en Sanlúcar de Barrameda, donde permanecen hasta el 20 de septiembre, terminando de pertrechar las naves. Es muy posible que este retraso obedezca a una estrategia de Magallanes.
La primera vuelta al mundo
«… y este camino que hizo esta nao fue la mayor y más nueva cosa que desde que Dios crió el primer hombre se vio.»
La expedición de Magallanes y Elcano fue la primera en «recorrer y descubrir toda la redondeza del mundo» según palabras del propio Juan Sebastián de Elcano. Esto ocurrió entre 1519 y 1522, cuando los medios de navegación eran todavía increíblemente rudimentarios, y la vida a bordo de aquellas primitivas naves carecía de cualquier comodidad o seguridad. Además, se trataba de un viaje a lo desconocido, que no iba a contar con posibilidad alguna de recibir auxilio, y repleto de posibles peligros. Debemos siempre tener presente que esta hazaña solo fue posible gracias a unos hombres muy especiales, de un arrojo excepcional, con un conocimiento del mar extraordinario, un alto sentido del deber y del honor que les hizo continuar hacia adelante sin abandonar, y de una capacidad de sacrificio que les permitió resistir un modo de vida extremo, casi terrorífico, durante los tres años que duró la expedición. No solo eso, sino que, durante el viaje de retorno, la ilusión por poder contarlo, por saberse entrar en la Historia de la Humanidad, y por poder llevar una vida holgada en adelante, tuvo que ser el alimento de todos ellos, más que el arroz hervido con agua de mar que los supervivientes tenían entonces por única comida.
Fernando de Magallanes
Fernando o Hernando de Magallanes era portugués, nacido en Oporto.
Puesto que sus servicios a la corona portuguesa no fueron valorados como él entendía que merecía, decidió pasar a España y ofrecer su idea a Carlos I, apoyado por un reputado cosmógrafo portugués, Rui Falero. Por los textos que tenemos, Magallanes era un hombre de fuerte carácter, espartano, autoritario, ferviente creyente, valiente hombre de armas y, sin duda, intrépido navegante.
Murió luchando valientemente contra los isleños de la isla de Mactán (Filipinas).
Juan Sebastián de Elcano
Juan Sebastián del Cano, o Delcano, o también de Elcano como vino a llamársele siglos después, era natural de Guetaria, Guipúzcoa. Contaba con «32 años, poco más o menos» cuando dio inicio la expedición.
Mantuvo un perfil discreto en los primeros meses como maestre de la nao Concepción -era por tanto uno de los oficiales al mando de la marinería.
Tras completar la vuelta al mundo, logró fama y honores, además de ser recompensado por el Emperador con una renta vitalicia de 500 ducados de oro anuales, y un escudo de armas con la inscripción `Primus Circumdedisti Me´: el primero que me circundaste.
Falleció en el Pacífico en 1526 por intoxicación, causada por la ingesta de un gran pez, posiblemente barracuda, «con dientes como de perro» «y murieron también todos los hombres principales que comían con él, casi en tiempo de 40 días». Por entonces, Elcano estaba al mando de la siguiente expedición al Maluco, conocida como Expedición de Loaysa.