Calidad de vida

Calidad de vida
'La Tortuga', paraje emblemático de Hoyo de Manzanares

Trabajo y vivo en Madrid, aunque tenemos casa en Hoyo de toda la vida. Durante el otoño-invierno, salvo excepciones, venimos muy poco. Mi mujer se queja de que en Hoyo de Manzanares no tiene vida social y los chicos de que se aburren.

La verdad es que en esa época del año el tiempo no acompaña demasiado, aunque a mí me encanta el frío de la sierra. Además, como yo les digo, si las cosas vienen mal dadas pues cogemos el coche y nos vamos a Madrid en un pispás. Pero no hay forma, casi hay que traerlos a rastras.

Sin embargo, en primavera y verano vivir en Hoyo de Manzanares es una verdadera delicia; nos relaja muchísimo. Por eso cada año, a principios de mayo, nos trasladamos a vivir aquí. Luego, en agosto, nos vamos a la playa a disfrutar del mar. A la vuelta, en septiembre, venimos eufóricos a disfrutar de las fiestas de Hoyo y a descansar unos días antes del comienzo del curso, recoger las cosas del chalé y prepararnos para la dura vuelta al trabajo. En Madrid, naturalmente.

La verdad es que aquí se vive fenomenal. Sin tráfico, sin semáforos, sin problemas de aparcamiento y en pleno contacto con la naturaleza. ¿Qué más se puede pedir? ¡¡Es una auténtica gozada!!

Algunos vecinos -sin muchas luces, creo yo- se quejan. Que si no hay servicios, que si las líneas de alta tensión, que si las antenas de telefonía, que si no hay comercios, que si no hay un centro de salud, que tampoco hay ningún servicio médico a partir de las nueve de la noche ni los fines de semana, que si los transportes, que si la cultura, que si el deporte, que si no tienen instituto, que si no hay guarderías, que si los jóvenes se aburren, que si no tienen un centro de ocio, que si no tienen un porvenir -sin trabajo, ni acceso a la carísima vivienda-, que si necesitan un polígono industrial…¡¡¡tonterías!!! ¿Para qué está Madrid entonces? ¿no tienen al lado a Torrelodones para una urgencia o para que los chavales de Hoyo vayan a su instituto? ¿Y quién no tiene hoy su propio coche para trasladarse? Además, ¿no tienen ya los vecinos del pueblo colocación en el ayuntamiento? ¿qué pretenden? ¿que Hoyo de Manzanares se convierta en un monstruo como Pozuelo, Majadahonda, Moralzarzal o Torrelodones? ¿qué quieren? ¿que mal vivamos como en ellos? ¡¡Hasta ahí podríamos llegar!!

Si supieran la tortura que supone vivir en sitios como esos, sin grandes espacios abiertos, encorsetados entre urbanizaciones, polideportivos y zonas verdes, jardines, fuentes y asfaltos, no hablarían así. Y además estando permanentemente sujetos a la disciplina municipal, con lo pesados que se ponen algunas veces. ¿Y qué decir de Collado Villalba, cada vez más parecido a los municipios del sur? Ya solo le falta una línea de metro que lo una con Madrid. Como Móstoles. ¡Qué horror, por Dios!

Afortunadamente eso nunca podrá suceder en Hoyo de Manzanares, porque para eso lo han hecho reserva de la biosfera y no sé si hasta patrimonio de la humanidad. Y es que en 1985 tuvimos la gran fortuna de que a Joaquín Leguina -benefactor y clarividente político socialista, entonces presidente de la recién creada Comunidad de Madrid-, con la colaboración entusiasta de la Corporación municipal de la época y hasta de la Asamblea de Madrid, se le ocurriera la genial idea de crear el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares e incluir -por Decreto-ley, como debe ser- todo el término municipal como Parque Regional. Con un par.

Desde entonces estamos protegidos, a salvo de modernidades y de progresos por la Ley del Parque Regional, que gracias a Dios y a tan insigne político -que según creo aún tiene casa en la urbanización ‘La Berzosa’-, ha limitado y condicionado en tal medida el desarrollo del pueblo, que lo ha convertido en un verdadero oasis en la zona noroeste de la Comunidad de Madrid. Y hablo como si yo fuera vecino de Hoyo, pero es que quiero a este pueblo como si fuera de mi propiedad.

Por eso, éste es uno de los pocos municipios de Madrid -quizá el único- que con orgullo puede presumir de que apenas ha cambiado en los últimos 30 años. Aquí, a tan pocos kilómetros de Madrid, se mantienen la forma de vida y las construcciones de un auténtico pueblo, que es lo que a nosotros (los que aquí venimos sólo a disfrutar), más nos gusta.

Unas pocas familias del pueblo tienen algunas cabezas de ganado. Perfecto. Son las suficientes para simular que Hoyo de Manzanares es un pueblo agrícola y ganadero y así justificar lo del Parque Regional. Y, por tanto, que no se edifique junto a nuestras propiedades, ni en ningún otro lado. Así, dada la presunta escasez de suelo urbano, conseguimos que nuestras fincas se sigan revalorizando en progresión geométrica. Como son tan pocas -las cabezas de ganado-, y en el pueblo prácticamente no hay pastos, las cambian frecuentemente de emplazamiento. De esta forma, con los paseos de las reses por las calles, parece que son más.

Otra cosa que nos encanta de Hoyo es la multitud de tendidos telefónicos y eléctricos (líneas de alta tensión incluidas) que adornan sus tejados y jalonan sus campos y sus calles. Me recuerda a aquella serie de TVE, «Crónicas de un pueblo». Lástima que ya no exista el pregonero, con su trompetilla, porque eso le daría un toque rural inapreciable.

Además, en Hoyo aún disfrutamos de calles sin asfaltar y sin aceras. Tan es así que durante años podemos contemplar largas alfombras de pinchos y tiernas ortigas de más de un metro de altura en el lugar que deberían ocupar las aceras, espectáculo de la naturaleza que a muchos niños de poblaciones vecinas les encantaría conocer. Es una pena que ya no queden gallinas por las calles, porque a nuestros niños también les haría una enorme ilusión verlas y darles de comer.

Sin embargo aún quedan en Hoyo placeres insospechados, como hacer rugir el motor de tu coche, sobre todo en las calles sin asfaltar. Es una gozada ver cómo se levantan a tu paso enormes nubes de polvo, sin que nunca te pongan una multa por exceso de velocidad o por contaminación acústica. Aquí puedes disfrutar de una conducción relajada -se va a todos lados en coche- sin preocuparte de si circulas por dirección prohibida o no ¡Para prohibiciones y normativas ya tenemos bastantes en Madrid! ¿Habrá algo más bonito que enfundarte un mono, colocarte el casco y recorrer a toda pastilla el Parque Regional en tu moto de trial? ¿Y la increíble experiencia de la bajada de los Picazos en quad? Os las recomiendo. Son experiencias inolvidables.

Lo mejor de todo es que a pesar de la escasez de suelo urbano -y eso que en Hoyo, con sus 8.000 habitantes y 45 km2 de extensión, el doble de Collado Villalba, «tocamos» a más de 6.000 m2 per capita- a nosotros no nos resulta difícil ampliar nuestros chalés -tenemos casa en La Berzosa- para hacernos un aparcamiento, una barbacoa o incluso una piscina. Para ello basta con delimitar la ampliación deseada vallándola con unos piquetes, una malla y unas enredaderas. Dejas que crezcan las enredaderas (si tienes prisa puedes acelerar su crecimiento con un sistema de riego por goteo), y cuando estén bien frondosas y te oculten de miradas indiscretas, justo por detrás, levantas un muro de piedra. Y ya has ampliado tu casa con suelo del Parque Regional, calificado como zona verde de uso y dominio público y titularidad municipal. Un auténtico lujo. Y además gratis total (bueno, si no contamos el valor de las enredaderas, la malla, los piquetes y el muro de piedra…)

Eso es lo bonito de vivir en un Parque Regional y reserva de la biosfera: que los de siempre podemos hacer todas estas cosas y disfrutar sin límites de la naturaleza. Para que luego digan. ¡Auténtica calidad de vida!

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Autor

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

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