Cajón de Sastre

Rufino Soriano Tena

Ni guerras, ni follones políticos

Mi señoría reconocido ha, en otras ocasiones, que ya no atreve a juzgar a nadie de nada, porque es consciente de que, a mi edad, pueden haber cambiado muchas de las unidades de medida de los hechos, de un tiempo a esta parte. Es decir, uno, por su edad, está un poco (o un mucho) p´allá y de ahí viene mi inseguridad a la hora de decir si algo me gusta o no. O si es caro o barato, etc. No sé si la cosa está clara; puede que no. Pero como mi señoría se ha dedicado toda su puñetera vida a la enseñanza, o sea, a escribir algo en la mente de los alumnos que estaba´tanquam tabula rasa in qua nihil scriptum est´ de la materia que fuese, pues uno iba y les enseñaba esto o lo otro, diciéndoles, por ejemplo, que una barra de pan que costase más de una peseta era una barra carísima. Y lo era. Pues bien, si ahora me entero de  que la misma barra -quiero decir una barra de las mismas características, hecha hoy,  claro, porque aquella iba a estar muy dura-; me entero de que cuesta, más o menos, 0,80 €, teniendo en cuenta que el euro equivale a  166,386 ptas. no habrá duda de que estamos hablando de más de 133 ptas. Así las cosas, ¿qué habría que interpretar hoy, que una barra de pan, a ese precio, es… escandalosamente cara? Sí, ya sabe mi señoría que habría que tener en cuenta el incremento anual del coste de vida, así como la circunstancia de que entonces no teníamos democracia (bueno, desde el 1.977 en adelante, sí, ¿o no?), el que a la sazón mandaba en España era don Francisco Franco Bahamonde en lugar del actual –y no sabemos hasta cuándoPresidente del Gobierno don Pedro Sánchez, Castejón por parte de madre, que además este es Doctor en Economía, no como don Francisco que solo era militar. Y que murió y lo enterraron en el Valle de los Caídos, pero luego lo desenterraron y lo volvieron a enterrar en una cripta de un panteón del Patrimonio del Estado en un pueblo de al lado de Madrid, en el municipio de Mingorrubio, en El Pardo, que fue donde en su día inhumaron también los restos de la que fue su esposa, doña Carmen Polo.

Otro verbigracia que pondría de manifiesto lo relativo de mi forma de pensar…  Sí, en efecto: imaginen vuesarcedes que, refiriéndome al modo de vestir los caballeros, mi señoría afirmase que es elegante -porque lo era en mi tiempo- usar pantalones bombachos. Pero es que hoy nadie los usa. ¿Ven vuesarcedes, mediante estas dos parábolas, cuán equivocado está uno? Tanto con lo del precio de la barra de pan como con lo de considerar que vestir pantalones bombachos es elegante, la verdad es que se pone claramente de manifiesto lo obsoletos que podemos resultar los ancianos tan ´matusalénicos´ como el que suscribe esta chirigota.

De tal forma que dudas de este tipo son las que me hacen estar de ordinario callado como un muerto en conversaciones en que predominen interlocutores más jóvenes que mi señoría, ya que, para decir paridas, mejor es no musitar tan siquiera.

No obstante, a pesar del riesgo que supone hablar en general acerca de lo que sea, lo que no puede tolerar uno es la irresponsabilidad de quienes hablan por hablar o escriben por escribir, porque hay que ver la cantidad de afirmaciones que se hacen que no son verdad. A mi señoría le sucede -como a vuesarcedes les ocurrirá también- que está hasta las amígdalas de leer noticias que deberían ser verdad, pero que tienen menos de ciertas que lo de que mi señoría es, por ejemplo, guardia civil, porque no lo soy. Por eso, seamos serios, y cuando un periódico dice que “La Moncloa costará el próximo año más de 130 millones de euros”, los que saben que digan si eso es verdad, y si no lo es, que el periódico que lo haya dicho se responsabilice y pague lo que corresponda por difundir noticias falsas. Y así, todo. Si se nos dice que “la educación en España está degradada”, siguiendo el protocolo que a mi señoría le gustaría establecer, que los expertos vean si esto es verdad, y si no, que la Ministra arremeta contra quien haya difundido esa infamia. En definitiva, que todo lo que se diga sea cierto y cuando no lo sea, que el que lo haya dicho reciba el castigo que corresponda. Imagínense vuesarcedes si, sin considerar estas penas, los juzgados están a tope, hasta el punto de que emiten sentencias, en ocasiones, hasta con varios años de retraso; imagínense, repito, cuál sería el incremento de tareas que se produciría en los juzgados del Reino si tuvieran que resolver todos los litigios que aquí sugiere mi señoría.  Por eso, no sé si habrán advertido vuesarcedes que uno, en sus reflexiones, no ha citado nunca, para deshacer estos entuertos, la presencia de jueces, sino la de expertos. Aunque ni la de unos ni la de los otros sería necesaria si todos (ah, y todas) procurásemos llevar a la verdad por delante. A que así el mundo sería mejor: no habría guerras como la de Ucrania, ni follones políticos como los de España. ¿O no?

 

20-10-2022.

 

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Autor

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

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