Los neandertales eran más inteligentes y agraciados de lo que creíamos

Neandertales
Neandertales

Sólo hay dos especies que, miles o millones de años después de extinguirse en la Tierra, siguen provocando auténticas pasiones entre los humanos: los neandertales y los dinosaurios.

Malén Aznárez explica en El País las razones por las que los terroríficos monstruos de crestas punkeras, enormes corpachones y largas colas siguen fascinando parece claro:

«Eran unos bichos impresionantes y atractivos en su poderío, que dominaron la Tierra durante millones de años, y ¡zas!, de repente desaparecieron».

Y se pregunta la periodista de El País:

Pero ¿por qué nos siguen cautivando e intrigando los neandertales?, aquellos seres chaparros y fortachones, de enorme nariz, arcos supraorbitarios prominentes y mentón huidizo que habitaron Europa hace entre 200.000 y alrededor de 27.000 años.

¿Por qué queremos averiguar a toda costa cómo eran, si se cruzaron o no con el hombre moderno, y saber cómo y por qué se extinguieron?

Neandertales

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Quizá la fascinación por aquellos robustos seres tan parecidos a nosotros, y a la vez tan distintos, no obedece a otra cosa, como dice Antonio Rosas, paleoantropólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), que a querer saber más de nosotros mismos.

«Porque son un enigma, son como nuestro espejo un poco deformado, nos reconocemos pero al mismo tiempo no somos. Y los miramos de continuo para ver si entendemos algo más de nosotros mismos».

O puede que, como mantiene el premio Príncipe de Asturias y codirector de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, sólo sea «porque es una historia apasionante, una gran historia, y a los humanos nos gustan las historias».

Para el autor del exitoso El collar del neandertal, que confiesa que nada le haría más ilusión que tener una gota de sangre neandertal que le conectase con esos poderosos europeos, el cerebro humano, esencialmente, produce y consume historias.

«Y la de los neandertales es una de las más increíbles, pone a nuestra especie junto a otra misteriosa y desaparecida: los otros. Tiene un componente de intriga y misterio, es imposible que no nos atraiga».

Hasta hace muy poco, los neandertales eran considerados unos seres rotundamente arcaicos y brutales «durante muchos años se les tuvo como una subespecie de Homo sapiens», poco avanzados en tecnología y con escasa capacidad para resistir la competencia del hombre moderno, más inteligente y rico en recursos, con el que coexistió en Europa unos 10.000 años antes de su extinción.

Pero el paradigma está empezando a cambiar. Ni tan brutales de aspecto, ni tan atrasados tecnológicamente, ni tan diferentes en su inteligencia del Homo sapiens.

¿Qué está pasando? Pues que los últimos estudios genéticos y hallazgos de fósiles neandertales, entre ellos, los del yacimiento asturiano de El Sidrón, están aportando datos que empiezan a replantear el modelo tradicional.

«Son cosas increíbles las que estamos conociendo, elementos de su aspecto físico o cognitivo que nunca hubiéramos pensado saber», dice el biólogo del equipo de El Sidrón, Carles Lalueza, que ha descubierto dos importantes genes neandertales.

Uno está relacionado con la pigmentación y nos permite saber que eran rubianco-pelirrojos; el otro, con la capacidad para el habla, y nos deja deducir que podían hablar como los cromañones.

«El Sidrón está abriendo un universo muy llamativo. Es la mejor colección de neandertales de la Península y ahora, sin duda, el yacimiento activo más relevante del mundo. Podemos decirlo sin ningún rubor», asegura Rosas, responsable de la paleoantropología del yacimiento y profesor investigador del CSIC.

Tanto Arsuaga como Rosas, que durante 23 años formó parte del equipo de Atapuerca, se remontan al ancestro común de neandertales y el hombre moderno, el Homo ergaster africano, que salió de África hace unos dos millones de años, para explicar cómo su diferente evolución dio lugar en Europa al neandertal, la especie genuinamente europea, y en África, al Homo sapiens, que llegaría a Europa, por Asia, hace unos 40.000 años. Dos especies diferentes con un antepasado homínido compartido.

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