No se necesita ser un genio para entenderlos

Humor: los mejores chistes científicos

Hay varias razones lógicas, aunque no muchas científicas, por las que enero puede ser considerado como el peor mes del año.

Tal y como lo ha explicado el psicólogo británico Cliff Arnall, quien diseñó una fórmula para calcular el peor día del año (el tercer lunes de enero), después de la emoción de las celebraciones de Año Nuevo y la expectativa de pasar página, la realidad suele pegar duro.

El verdadero origen del «blue Monday», el día «más triste» del año

Así que ante la falta de evidencia contundente y la abundancia de debate sobre este tema en las redes sociales, para subir ese ánimo -a los que lo necesitan y los que no- aquí ofrecemos un poco de humor científico.

Mira el vídeo para pasar un buen rato.

Advertencia: no se necesita ser un genio para entenderlos, pero quizás sí ser científico para encontrarlos graciosos.

EINSTEIN ERA UN VACILÓN

Albert Einstein, muerto el 18 de abril de 1955, reformuló el concepto de gravedad a través de su teoría de la relatividad y obtuvo el Premio Nobel de Física.

Era un genio, pero con mucho sentido del humor:

1. Sus primeras palabras criticaron la sopa
De Einstein siempre se ha dicho que no articuló palabra hasta los cuatro años, algo que preocupaba a sus padres. El físico se defendió al crecer y contó que de pequeño no hablaba porque quería hacerlo correctamente y con frases completas. Se dice que sus primeras palabras nacieron cuando estaban cenando en familia y dijo:

– «La sopa está demasiado caliente»

Tras la sorpresa de sus padres, éstos le preguntaron que por qué no había hablado antes si sabía hablar tan bien, a lo que el pequeño genio respondió:

– «Porque antes todo estaba en orden»

2. ¿Cómo se fríe un huevo?
Cuando un periodista preguntó a Einstein si podía explicarle la teoría de la relatividad, la respuesta del físico lo dejó perplejo:

– «¿Me puede usted explicar cómo se fríe un huevo?»

El periodista, sorprendido, afirmó que claro que podía explicárselo, pero la respuesta de Einstein no quedaba ahí:

– «Hágalo imaginando que no sé lo que es ni un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego»

3. Intercambió papeles con su chófer
Albert Einstein siempre se negó a conducir y por ello contrató a un chofer para sus desplazamientos. Cuenta la leyenda urbana que en uno de esos trayectos vivió una aventura de lo más curiosa. Cuando el científico tenía 20 años, era solicitado con frecuencia para dar conferencias en universidades. Tras varios días en estas charlas, Einstein le comentó a su chofer que era muy aburrido repetir siempre lo mismo, a lo que éste último le contestó:

– «Si quiere le puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra».

Einstein aceptó el trato y antes de llegar al lugar de la conferencia se intercambiaron la ropa y el físico tomó el lugar de piloto. Al llegar a la sala, ya que ninguno de los académicos conocía físicamente a Einstein, ninguno se percató de que no se trataba de él. El chofer expuso la conferencia sin problemas hasta que uno de los profesores de la audiencia le hizo una pregunta que no sabía contestar, pero tuvo una ingeniosa respuesta:

– «La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda».

4. Marilyn Monroe le propuso casarse con ella y la respuesta de Einstein la dejó sin palabras
En una reunión, ambos personajes se cruzaron y ella le propuso una boda entre ambos:

– «Qué dice profesor, deberiámos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?»

Einstein respondió seriamente a su propuesta:

– «Desafortunadamente me temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia».

5. Alemán, suizo y estadounidense
Albert Einsten tuvo tres nacionalidades, y en sus últimos días, un periodista le preguntó cómo había influido este hecho en su fama. El físico respondió una verdad como un templo:

– «Si mis teorías hubieran resultado falsas, los estadounidenses dirían que yo era un físico suizo; los suizos, que era un científico alemán; y los alemanes que era un astrónomo judío».

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