En un hotel de Albufeira, en el Algarve

Echan a dos turistas británicas de una piscina en Portugal por bañarse con burkini

Las musulmanas fueron abordadas por los guardias de seguridad porque alguien se quejó de su presencia

Echan a dos turistas británicas de una piscina en Portugal por bañarse con burkini
Burkini frente a bikini. PD

Exigen en el sur de Francia a una musulmana que se bañó en burkini en la piscina pagar su desinfección

Dos turistas de nacionalidad británica fueron expulsadas de la piscina de un hotel de Albufeira, epicentro turístico del Algarve, por llevar puesto un burkini.

Por tanto, usaban un traje de baño característico de las mujeres musulmanas, pues cubre el cuerpo y también el cabello (Exigen en Francia a una musulmana que se bañó en burkini en la piscina pagar su desinfección).

Los hechos acontecieron el pasado 21 de julio, cuando Maryya (36 años) y su cuñada Hina (31) salían del agua. Se les acercaron entonces dos guardias de seguridad, quienes les dijeron que, mientras estuvieran en territorio portugués, debían adaptarse a las costumbres locales y cambiar su indumentaria por un bikini. «No es aceptable esa ropa», les replicaron los agentes, al parecer.

Cuenta FRANCISCO CHACÓN en ‘ABC‘ este 4 de agosto de 2017 que las dos personas declararon que se sintieron humilladas en ese instante, según ellas porque ni siquiera vestían el birkini severo sino una versión más «modesta» en virtud de sus principios religiosos y culturales. Es decir, se cubrían las mangas e igualmente con unos ‘leggins’, pero no hasta los pies sino hasta las rodillas.

Se da la circunstancia de que estaban acompañadas por los cuatro hijos de Maryya Dean, que lucían bañadores occidentales tanto en el caso de los niños como de las niñas.

Ambas visitantes regresaron al Reino Unido sin haber formalizado ningún tipo de reclamación, aunque sus vacaciones terminaron de una manera un tanto brusca, de acuerdo con las opiniones que ellas mismas vertieron cuando alcanzaron suelo británico.

«No me permitieron nadar con la ropa que suelo utilizar y con la que me siento cómoda porque está pensada para mujeres como yo», señaló una de las dos afectadas.

Cuestión de confianza

De acuerdo con su relato, los guardias de seguridad actuaron porque alguien se quejó, aunque Maryya y Hina subrayaron de forma especial que les sorprendió la actitud de los empleados del hotel de Albufeira, en el sentido de que «comenzaron a hacer referencias culturales» y también se supone que les preguntaron por qué no usaban bikinis.

Siempre siguiendo su narración de lo acontecido, la respuesta de las dos mujeres fue: «Se trata, para nosotras, de una cuestión de confianza porque estamos mucho más cómodas con el burkini que con el bikini. ¿Por qué teníamos que ponernos necesariamente un bikini?».

El cruce de palabras terminó con los guardias indicándoles el camino de salida porque, les instaron, no podían permanecer allí, en vista de que algunos clientes del hotel no se sentían a gusto con su presencia.

«No entendemos por qué nos obligaron a salir de la piscina. Parecía que habíamos cometido un delito, pero en realidad nada más lejos de la realidad», precisó Hina en la antesala de la siguiente réplica por parte de su cuñada: «Cogimos a nuestros hijos y nos marchamos avergonzadas, pero sabemos perfectamente que no hicimos nada malo».

Por su parte, la Asociación de Hosteleros del Algarve ha querido terciar en la polémica generada con un escueto comunicado en el que reconoce: «No ha sido interpuesta ninguna clase de reclamación, que ciertamente no tendría fundamento».

Un portavoz del colectivo explicó que, si las dos turistas se vieron cercenadas en sus derechos, tal cual acreditaron en el Reino Unido a su retorno, «no se entiende por qué no denunciaron en ningún momento el nombre exacto del establecimiento hotelero».

«Revival Cool»

Curiosamente, se da la circunstancia que en las calles de algunas zonas del Algarve estaba de moda un siglo atrás una especie de burka de color rojo, llamado «bioco».

Era un burka en toda regla, aunque completamente desprovisto de connotaciones religiosas. Se consideraba una especie de capa elegante y a la mujer sólo se le veían los ojos.

No era en absoluto extraño verlas vestidas así en la década final del siglo XIX. Una vestimenta con clase que distinguía a las féminas refinadas de las meretrices… hasta que llegó un gobernador civil dispuesto a terminar con semejante costumbre estética. El «bioco» iba contra nuestra civilización, decía. De manera que lo abolió sin paliativos.

Últimamente se ha reciclado en plan «revival cool», en ciertos desfiles y actos populares celebrados en el Algarve. Rojo pasión, pero con una diferencia sustancial: capucha sí, aunque con la cabeza destapada.

Las recientes ediciones del carnaval parecen ser la culpable de la insospechada recuperación. Tanto es así que el «bioco» encarnado se ha puesto de moda en los círculos más esnobs de Portugal, en plena reivindicación de la idiosincrasia autóctona.

Las referencias literarias pueden rastrearse en obras como «Os pescadores», de Raúl Brandao en la editorial Porto (la misma que no deja de sacar a la luz inéditos del mismísimo Fernando Pessoa).

Había grandes similitudes con el «bioco» que reinaba en las islas Azores hasta mediados del siglo XX, aunque la capucha para la cabeza era mayor en este caso. También Raúl Brandao se hizo eco en el mismo año de 1922: «En medio de las calles desiertas en el archipiélago, se veía en ocasiones a chicas con esta prenda, en la línea de lo que acontecía en el Algarve».

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