No le quede duda, es de bien nacidos ser agradecidos.
Este refrán se refiere a la importancia de ser educados. Pero, además, el mostrarse
agradecidos en la vida cotidiana contiene un valor biológico innegable.
Al dar las gracias en nuestro cerebro se libera dopamina, con lo que sentimos bienestar.
Pero es que también influimos en el cerebro de los demás; por ejemplo, les hacemos sentir bien, y aparecen la empatía y los sentimientos de reciprocidad.
Son numerosos los beneficios que el mostrarse agradecido proporcionará al niño y por tanto es un comportamiento que tenemos que promocionar como un valor básico a través del ejemplo y cada vez que se presente la ocasión.