El león contra el elefante, el águila contra el lobo, la anaconda contra el cocodrilo…
Así son y actúan algunos de los animales salvajes de África, preparados genéticamente para defenderse en un territorio hostil.
LA LEY DEL MÁS FUERTE
La teoría de la evolución enunciada por el biólogo Charles Darwin arrojó luz a decenas de interrogantes antaño metafísicas que podemos resumir en dos: Las especies actuales son el resultado de una adaptación constante al entorno basadas en una lógica de éxito y fracaso. Y nosotros los humanos venimos del mono.
Lo que no sospechó Darwin es que sus leyes naturales servirían al tiempo para construir, o más bien para apuntalar, un discurso político despiadado. El Darwinismo Social resulta de la aplicación con calzador de las leyes biológicas a la sociedad. Básicamente se considera la sociedad como un escenario competitivo, donde la ley natural garantiza que los mejores y más capaces conforman una élite preeminente que ostenta el poder hacia el rumbo correcto.
El propio Darwin rechazó esta utilización de su teoría e incluso hubo estudiosos de izquierdas como Émili Gautier, que hicieron su propia interpretación, alegando que la evolución se medía en términos de cooperación y no de competencia. Pero lo cierto es que ha sido la doctrina liberal la que más ha rentabilizado estos fundamentos para avanzar y sostenerse desde el siglo XIX hasta hoy. –Y vaya si lo han logrado-
Es justo reconocer que las democracias occidentales hallaron un equilibrio de progreso en la bisectriz que marcaba el Estado del Bienestar y la Economía de mercado, una entente no exenta de tensiones con pasos adelante y pasos atrás.
Sin embargo, cuando llegamos al punto de inflexión marcado por la crisis y hubo que apostar fuerte, los gobiernos doblaron la rodilla ante los poderosos, ante las élites.
La ley del más fuerte es insuprimible. La desaparición de dicha ley conduciría a cualquier sociedad a un proceso de descomposición inexorable.
No podemos prescindir de ella para la articulación de una convivencia sostenible.
Ahora bien, el que no se pueda vivir sin ella no quiere decir que se pueda vivir aceptando su vigencia de manera ilimitada. La convivencia humana, a diferencia de la pura coexistencia animal, solo es posible si se establece algún tipo de control sobre la acción de la ley del más fuerte. La convivencia humana es una lucha permanente para controlar al más fuerte.
Esta es la finalidad que han tenido todas las instituciones políticas y todas las normas jurídicas que ha ido creando el ser humano en su convivencia a lo largo de toda la historia. Obligar al más fuerte a expresarse con el límite de la existencia de determinadas instituciones políticas, que crean normas jurídicas a las que la acción de la ley del más fuerte tiene que sujetarse. En esto es en lo que ha consistido en buena medida el proceso civilizatorio.
CURIOSIDADES DEL ELEFANTE
- Los elefantes son los animales terrestres más grandes del mundo.
- Tienen una memoria excepcional y pueden recordar a otros elefantes y lugares durante décadas.
- Los elefantes tienen una trompa larga y flexible que utilizan para beber, comer, respirar, comunicarse y hasta acariciar a otros elefantes.
- Los elefantes tienen una piel muy gruesa, que puede ser hasta 2,5 centímetros de grosor en algunas áreas, pero también es muy sensible al tacto.
- Los elefantes pueden dormir de pie o acostados, y solo necesitan dormir alrededor de 3-4 horas al día.
- Los elefantes son herbívoros y pueden comer hasta 150 kilos de comida al día.
- Los elefantes son animales sociales y viven en grupos liderados por una hembra mayor llamada matriarca.
- Los elefantes tienen una gestación de aproximadamente 22 meses, el periodo más largo de cualquier mamífero terrestre.
- Los elefantes pueden comunicarse a través de una amplia variedad de sonidos, como trompeteos, gruñidos y chirridos, así como también pueden comunicarse a través de vibraciones en el suelo.
- Los elefantes tienen una esperanza de vida de entre 60 y 70 años en libertad.
