Lo mejor de esta obra siempre ocurre a la salida. Es obligado prolongar la velada en reflexiones compartidas sobre el tema eterno que propone.
Gran inicio de temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC). La propuesta de su directora, Elena Pimenta, del gran clásico de los clásicos del teatro español -‘La vida es sueño’, de Calderón de la Barca- está sin duda entre las mejores de las últimas décadas. Un extraordinario espectáculo repleto de notables altos y hasta de sobresalientes, con la actriz Blanca Portillo haciendo de Segismundo como ya hizo de Hamlet.
Todo lo que se diga es poco ante este inmenso texto que hoy sigue planteando con la misma intensidad las grandes preguntas de la vida. Su profundidad filosófica es proverbial y coloca a Calderón por encima de Shakespeare, aunque el conjunto de la producción de este último termine imponiendo su maestría en el trazado de los personajes, las observaciones sobre la vida y las situaciones sensacionales que tanto gustan al público de todos los tiempos.
Esta producción de la CNTC es soberbia. Destacan escenografía, coreografía, iluminación y vestuario en un enfoque historicista de los que reivindican su superioridad cuando están bien hechos. El vestuario resulta excepcional, el mejor probablemente que hayamos contemplado en la sede provisional-eterna de la compañía, el Teatro Pavón. Y junto a ello, el protagonismo sobresaliente de una música en directo apropiada y precisa, ilustración siempre oportuna hasta conseguir sus momentos de protagonismo, con las dos preciosas intervenciones del tenor Ángel Castilla.
A la versión de Juan Mayorga no le encontramos defecto alguno. Parece, efectivamente, discreta y respetuosa como es de menester, y no ha cedido a la tentación de actualizar expresiones y suprimir meandros de la historia principal. Tiene una duración exigente, casi dos horas sin intermedio, pero la buena puesta en escena permite al espectador llegar al final sin esfuerzo.
Ante el desafío del verso calderoniano, el resultado es aceptable, aunque se entiende mal a algunos personajes en determinados momentos. Mejor el fraseo que la dicción, un terreno donde nos parece que se está perdiendo pie. La sociedad mira con desconfianza a la gente que se expresa con corrección, que pronuncia todas las letras, y los clásicos constituyen el último reducto para cambiar tal penosa tendencia.
Blanca Portillo vence en esta prueba. Demuestra una gran altura que la coloca por encima de otras colegas diplomadas en popularidad vana y banal. Es una de las actrices maduras y serias de nuestra escena y lo demuestra en cada desafío que encara. Ya hemos dicho que en 2009 superó un Hamlet espectacular bajo la dirección de Tomaz Pandur. Tras Hamlet y Segismundo supongo que estará tentada en proseguir con grandes papeles masculinos. Es un signo de nuestros tiempos en el que los caracteres de género se difuminan y los escenarios se llenan de equívocos. No hace un Segismundo machote sino tierno y un poco llorica, un Segismundo desvalido y casi adolescente, que cuando es malo parece sólo travieso. Por lo demás, Portillo ha añadido también a sus dotes de actriz incursiones en la dirección de escena, y en la temporada 2010-11 dirigió con buen hacer La Avería de Friedrich Dürrenmatt en Las Naves del Español.
La representación comienza irregular. Aunque hemos alabado el escenario único ideado por Alejandro Andújar, en la primera escena se necesitaría un recurso que ambientara mejor la mazmorra del prisionero, algo sencillo y efectivo, como la red que le rodea cuando llega a palacio. La irrupción de Rosaura y Clarín resulta más aparatosa que impactante, y durante un rato no se les entiende lo que dicen. Tiene que irrumpir el rey Basilio para que las cosas se asienten. Joaquín Notario es el mejor del reparto.
Los actores están notables, sobre todo como colectivo. Clotaldo, Astolfo, Estrella, no nos convencen del todo aunque cumplen sin duda. Clarín gustó mucho pero reconocemos cierta manía personal al típico personaje chusco y gracioso siempre presente en los clásicos. Rosaura nos gusta a pesar de cargar de origen bastante confusión y de que Marta Poveda puede y debe madurar. Soldados, damas y criados formaron un sólido entramado de coherencia.
La producción tiene momentos geniales y mantiene un tono elevado sin desmayos. El día que estuvimos era viernes, registraba lleno y el público mostró un entusiasmo arrollador que hacía tiempo que no veíamos. Esta vida es sueño será de lo imprescindible de la temporada y tendrá premios. Estén atentos al calendario de la gira.
Coincidimos con Pimenta en que la extraordinaria riqueza formal y la profundidad de La vida es sueño han convertido esta obra en uno de los textos más hermosos e inquietantes, no ya del
Siglo de Oro español, sino de la dramaturgia universal de todos los tiempos.
Lo mejor de esta obra siempre ocurre a la salida. Es obligado prolongar la velada en reflexiones compartidas sobre el tema eterno que propone. Siempre aparecerán matices nuevos entre las tres visiones dominantes sobre la vida en el estadio actual de nuestra evolución: la materialista resignada en que esto es todo y nada más hay más allá; la trascendente esperanzada en algo más después de esto, y la angustia existencial para la que no hay respuesta. La vida es un sueño efímero y Calderón lo supo expresar así.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Texto: 9
Dirección: 8
Interpretación: 7
Escenografía: 8
Música: 9
Realización: 8
Producción: 8
Compañía Nacional Teatro Clásico – Teatro Pavón
La vida es sueño, de Calderón de la Barca
Prpducción de la CNTC
18 sep – 16 dic
VERSIÓN – Juan Mayorga
DIRECCIÓN – Helena Pimenta
ESCENOGRAFÍA – Alejandro Andújar / Esmeralda Díaz
COREOGRAFÍA – Nuria Castejón
ASESOR DE VERSO – Vicente Fuentes
SELECCIÓN Y ADAPTACIÓN MUSICAL – Ignacio García
ILUMINACIÓN – Juan Gómez Cornejo
VESTUARIO – Alejandro Andújar / Carmen Mancebo
Reparto por orden de intervención:
Rosaura : Marta Poveda
Clarín : David Lorente
Segismundo : Blanca Portillo
Clotaldo : Fernando Sansegundo
Astolfo : Rafa Castejón
Estrella : Pepa Pedroche
Basilio : Joaquín Notario
Criado 1 : Pedro Almagro
Tenor/criado 2 : Ángel Castilla
Soldado1 : Óscar Zafra
Soldado 2 : Alberto Gómez
Dama /pueblo : Anabel Maurín
Dama / Pueblo: Mónica Buiza
Caballero / criado / soldado: Damián Donado
Caballero /criado / soldado: Luis Romero
Percusión: Daniel Garay / Mauricio Loseto
Guitarra Barroca: Juan Carlos de Mulder / Manuel Minguillón
Flauta de pico: Anna Margules / Daniel Bernaza
Viola de gamba: Calia Álvarez / Ana Álvarez.