La voluntad de creer en algo

La voluntad de creer en algo

Propuesta arriesgada y contracorriente que los hados están premiando con excelente acogida. Una obra actual que hable de fe y milagros, que se ría de las modas de género y clima, y que practique una inteligente mezcla de reflexión e ironía con austeridad y sin concesiones, es rara avis y motivo de optimismo. Pablo Messiez,a sus 48 años se decanta por un teatro de sincero y profundo debate ideológico, muy superior a tantas simplezas con ínfulas que otros de su generación vienen ofreciendo.

Ya en 2016 nos presentaba ‘Todo el tiempo del mundo‘ en estas mismas Naves y con cinco de los seis intérpretes que forman su elenco de ahora, y ya entonces le preocupaba nuestro encaje en el tiempo: ‘Si el pasado está hecho de relatos y el futuro está hecho de deseos, ¿en qué lugar entre las palabras y las cosas está nuestro presente?’, decía. También le hemos visto versionando y dirigiendo unas ‘Bodas de sangre‘ en 2017 en el María Guerrero; ‘He nacido para verte sonreír’ de Santiago Loza en 2018 en La Abadía; y con menos acierto una ‘La verbena de la Paloma’ en 2019 en el Teatro de la Zarzuela. Ahora cita a Juana de Arco para explicar el título y el tema de su última propuesta: ¿qué relación hay entre voluntad y fe? ¿Qué hace que algo sea verosímil? ¿Qué papel ocupa la voluntad en la sugestión? Pondremos nuestra atención en la creencia, trabajaremos a partir de la película Ordet, de Dreyer. En nuestra función, el menor de una familia de hermanos vascos sostiene que es Jesús de Nazaret. Sus hermanas consideran que ha enloquecido por exceso de lecturas de Kierkegaard. Como en Ordet, habrá muerte y resurrección. Y, sobre todo, el deseo de jugar con la percepción del espectador de modo que la propia función sea una puesta a prueba de su fe’.

Ordet (La palabra), es una película de Carl Theodor Dreyer, estrenada en 1955, sobre la obra teatral del mismo título del pastor luterano Kaj Munk, en la que una familia de granjeros con diferentes grados de fe se reconcilia con sus vecinos por obra de un milagro. Messiez reconoce haber trabajado bajo su fuerte influjo. Apuesta por una puesta en escena deconstruida en la que todo parece improvisado y el reparto desde un tiempo antes del inicio se esfuerza por interactuar con el público adelantando detalles y planteando acertijos. Max Glaenze -con la críptica aportación de sucesivos paneles con ventanales- en esta ocasión se podía haber quedado en casa, al contrario que Cecilia Molano, que realiza un despliegue de vestuario inusitado en el que algún significado tendrá tanto cambio de vestuario. Sonido natural que agradecemos a Iñaki Ruiz Maeso y precisa iluminación de Carlos Marquerie. Quieren despojar a lo que sucede en escena de todo significado añadido, dejarlo en los huesos del retorno a la casa familiar de Amparo, que se trae de la Pampa su lesbianismo y una esposa a punto de parir por inseminación artificial o fecundación in vitro a partir de semen donado. En la casa siguen habitando sus tres hermanos, .la hosca y corrosiva Felicidad, la triste poeta Paz, y el menor Juan, en lo que parece una avanzada psicosis que le hace creerse ser Jesús de Nazaret de vuelta a la tierra.

Hay dos temas musicales en la pieza de marcado significado, sobre todo el que la cierra, ‘Vidala del último día’, en la que Silvia Pérez Cruz versiona especialmente a capela la letra de Raúl Galán y Rolando Valladares:

Ya relincha el nuevo día
caballito de la suerte
es un galope la vida
que lleva justo a la muerte.

Ya amanece el nuevo día
ya la esperanza amanece
y en las ancas de la vida
en silencio va la muerte.

¡Ay!, estrella amanecida,
ramito de albahaca verde,
el camino de la vida
es camino de la muerte.

Ya se escucha amiga mía
la musiquita de siempre
para que cante la vida
toca su caja su caja la muerte.

Excelente texto con todas esas preguntas que nos hacemos los que aún nos preguntamos estas cosas sobre el sentido de la existencia humana, sobre la vida y la muerte, sobre la felicidad, los recuerdos y la mentira, y también sobre esas obsesiones actuales del fin del mundo por los pecados consumistas de una humanidad degenerada. Un texto desafiante que ironiza brillantemente sobre la poesía y el lesbianismo, sobre las bases del pensamiento políticamente correcto evitando entrar en detalles redundantes de repetitivos.

La trama se enrosca con habilidad en giros de autocrítica que la salvan de momentos un tanto convencionales hasta desembocar en una catarsis verdaderamente estremecedora de la que emerge la sopresa desafiante pues hay segunda venida, hay milagro, hay resurrección y la fe mueve montañas y el mensaje cristiano aún merece mucho respeto a pesar de dos mil años de pecados y oprobios.

Nos vemos en justicia obligados a destacar el sensacional papelón de Rebeca Hernando en esa mujer tullida tan auténtica, tan vitriólica, tan negativa y tan descreída que en muchas familias ha hecho cierta escuela, y que para colmo de contraste se llama Felicidad. Pero no se nos escapan los otros cinco componentes de un reparto sobresaliente en el que Marina Fantini es la aportación argentina; en la que la navarra Mikele Urroz y el donostiarra Íñigo Rodríguez-Claro mantienen un fluido diálogo en vasco, el idioma que nos dicen que no tiene palabra para decir afecto; en el que Carlota Gaviño va cogiendo vuelo hasta representar la voluntad de creer; y en el que, enfín, José Juan Rodríguez hace próximo lo lejano y veraz lo imposible, en una conmovedora representación del misterio.

Un público interesado en Messiez y atraído por el runrún favorable sigue llenando la Sala Max Aub, disfrutando de los detalles graciosos, puesto en pié al caer el telón, y contento de haber venido. Cuando cinco minutos después vuelva a sus quehaceres quizás ya hayan olvidado la camuflada moraleja de esta propuesta tan inusitada,
que sin duda ocupa un lugar muy destacado en esta temporada teatral, que plantea que quizás sea cierto que tras tanto materialismo vulgar hay nueva avidez de trascendencia.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 10
Texto: 9
Dirección: 8
Puesta en escena: 7
Interpretación: 9
Producción: 8
Programa de mano: sigue sin haber
Documentación a los medios: 6

Naves del Español en Matadero
La voluntad de creer, de Pablo Messiez
De 7 septiembre a 23 octubre de 2022
Texto: Pablo Messiez a partir de La palabra de Kaj Munk
Dirección: Pablo Messiez

CON
Marina Fantini (Claudia, mujer de Amparo)
Carlota Gaviño (Paz, segunda hermana)
Rebeca Hernando (Felicidad, hermana mayor)
José Juan Rodríguez (Juan, hermano menor)
Íñigo Rodríguez-Claro (Doctor)
Mikele Urroz (Amparo, tercera hermana)

Diseño de espacio escénico Max Glaenze
Diseño de iluminación: Carlos Marquerie
Diseño de sonido: Iñaki Ruiz Maeso
Diseño de vestuario: Cecilia Molano
Entrenamiento corporal: Elena Córdoba
Una coproducción de Teatro Español y Buxman Producciones: Pablo Ramos (producción ejecutiva) y Jordi Buxó y Aitor Tejada (dirección de producción)
Temas musicales: Viene clareando (Atahualpa Yupanqui) en versión de Leda Valladares y María Elena Walsh; Vidala del último día (Raúl Galán y Rolando Valladares) en versión de Sílvia Pérez Cruz
Agradecimientos: A todo el público que nos acompañó durante el proceso de ensayos y a Sílvia Pérez Cru
Para la escritura de esta obra, el autor disfrutó de una residencia de escritura en la Sala Beckett en 2022

Precio 20€
Martes a domingo / 19:30h
Duración 90 minutos
Sala Max Aub (Nave 10).

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

Recibe nuestras noticias en tu correo

Lo más leído