En octubre de 1998 el huracán Mitch se ceba con Centroamérica. Su paso por Nicaragua es deja miles de muertos. El 30 de octubre de 1998 provoca el deslave del volcán Casita, en Chinandega, sepultando en un par de minutos a miles de personas.
Esta es la tragedia que recrea Fernando Goitia en su primera novela, ‘La Sacudida’, un escenario catastrófico que sirve como dice el autor para «amplificar» el casual encuentro entre un etarra arrepentido y un ex guerrillero sandinista.
Goitia conoce bien esa tragedia porque sus reportajes sobre el huracán Mitch para El País fueron galardonados con el Premio Lázaro Carreter. En la actualidad trabaja como jefe de actualidad en XL Semanal, pero siempre tuvo el gusanillo de contar aquello en forma de una gran novela.
Como también conoce bien la violencia en el País Vasco, criado entre brindis por Batasuna y manifestaciones por los presos etarras. Por eso quiso cruzar las dos violencias de dos países que «se sentían hermanados en los años 70».
Esta es una historia de reconciliación, un drama humano con una encrucijada ética: ¿qué harías si descubres con el tiempo que has salvado a un asesino terrorista con un pasado igual que tú quieres enterrar?
Julio y Miguel, los protagonistas de La Sacudida, pronto descubrirán que tienen muchas cosas en común: ambos se ocultan tras una identidad falsa y tienen numerosas muertes a sus espaldas. Y aún hay más: uno de ellos es un sicario que tiene la orden de matar a quien ahora se ha convertido en su compañero.
Emprenderán un largo viaje por un escenario desolado, destruido por el Mitch, en el que deberán enfrentarse a sí mismos, descubrir quién es el otro y, finalmente, resolver el enigma final: una historia de víctimas y verdugos en la que el lector deberá elegir el lugar que le corresponde a cada uno.