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Entrevista a André Rieu: el rockstar de la música clásica

"No quiero interpretar un musical completo o una sinfonía completa. Porque me siento demasiado encerrado. Yo quiero ser libre. Quiero hacer mi propio espectáculo"

Entrevista a André Rieu: el rockstar de la música clásica
André Rieu tocando en directo.

POR GLORIA SCOLA.

Quizá por su nombre no lo reconozcan, pero, en cuanto vean su cara, sabrán quién es.

Mundialmente conocido por sus interpretaciones y su carisma, el llamado “Rey del Vals”, André Rieu, que el próximo 1 de octubre cumple 71 años, estrena este viernes 18 de septiembre en los cines Yelmo de toda España y durante un solo día “Maastricht Mágica”, una recopilación con los mejores momentos de sus actuaciones en su ciudad natal durante los últimos 15 años.

En sus conciertos, con su Johann Strauss Orchestra, el público se lo pasa pipa, disfruta al máximo, sale renovado de felicidad. Y, como muestra, no solo las imágenes, sino los miles de comentarios entusiastas reflejados por los asistentes en Youtube. En esta entrevista exclusiva, RIEU habla a fondo.

El tono telefónico de su llamada en espera es el Aria para la cuerda de Sol de Bach. Un maravilloso preludio de lo que será la entrevista con el llamado “Rey del Vals”, un violinista y director de orquesta conocido en todo el planeta. De hecho, en realidad, es un fenómeno social que, desde que actuara con su Stradivarius durante el descanso del partido Ajax- Bayern de Munich de la Champions en 1995, ha vendido millones de CDs y DVDs (más de 40); ha obtenido 480 discos de platino y 170 de oro, ha colgado el cartel de “no hay entradas” en cientos y cientos y cientos de conciertos en todo el mundo, y se ha hecho viral.

Naturalmente, a algunos, no les gusta. Y, ante el comentario, el músico, que, por su atractivo físico también es calificado como el “Mel Gibson neerlandés”, suelta una carcajada y una explicación. Porque, quien ríe el último, Rieu, ríe mejor.

Puntual, como un reloj suizo, a las 11:00h de la mañana en punto, exclama amigablemente: “Hello? Gloria?”.

Encantada de entrevistarle. Qué pena que no sea en vivo.

¡Pero podrías venir a Maastricht! ¿Es ahí donde está ahora usted?

Sí. ¿Por qué no vienes? 

Lo haré en cuanto pueda. Felicidades. Ayer vi el DVD de Love en Maastricht y me pareció una maravilla.

¿Es usted optimista en cuanto a la situación del coronavirus?

Sí. Muy optimista. Creo que la comunidad médica aprenderá muy rápidamente cómo manejar el virus. Y el virus descenderá. Y el virus estará con nosotros el resto de la vida como una cosa normal, como una gripe normal. Así será.

Los grandes conciertos han tenido que ser cancelados. He visto su calendario en su página web (www.andrerieu.com) y el primero en Europa es el 18 de noviembre en Lisboa. ¿Volveremos a los grandes públicos?

Oh, sí. Por supuesto. Si no, tendré que parar esto. Porque todo lo que hace que mis conciertos sean posibles, el sentarse juntos, sentir juntos, cantar juntos, bailar, abrazarse, besarse… no está permitido. Así que, si no, será el final de mis conciertos.

Sí. Y el fin del mundo. Si no podemos volver a eso, a la normalidad.

Y el fin del mundo, sí. No es posible. ¿Cómo podemos procrear la especie cuando tenemos que mantener la distancia de un metro y medio? No podemos tener sexo. Así, ¡no es posible!

Usted muestra muchísima alegría y transmite un gran carisma. ¿Uno nace con carisma o es algo que se puede aprender?

Creo que ambos. Tienes que nacer con ello. Cuando era pequeño, mi madre siempre me decía: “No mires a los ojos de la gente. No es educado”. Pero a mí me encanta mirar a los ojos, porque esa es la forma en la que conoces a la gente y en la que puedes sentirla. Creo que es algo con lo que se nace, y después, también se aprende a ser carismático.

¿Cuándo supo de su carisma? ¿Desde pequeño?

Sí. Desde que era un niño. Sentía la reacción de los otros, y entonces me decía a mí mismo: “Vaya. ¿Por qué pasa esto? ¿Me creen? ¿Conectan conmigo?”. Creo que desde muy pequeño fui consciente de que tenía carisma.

Es un líder nato. Tiene voz de mando, la gente le obedece, le sigue. Sería un gran político. ¿Le interesa la política?

Mucho. Y me encantaría hacer algo. Pero mi mujer, Marjorie, no me lo permite, porque me quiere vivo. (Ríe).

En serio. Usted ha ayudado en Burkina Faso, y ahora, ha participado en la campaña de su provincia, Limburgo, para que se sigan las reglas que evitan la propagación del coronavirus. Creo que valdría para la política.

Sí. Pero, por ahora, me encanta estar sobre el escenario. Déjame hacer esto y… Tengo 70 años. Voy a vivir 140. Así que déjame actuar otros 30 años más, y, luego, seré político (ríe).

Frente a la muerte de un ser querido, ¿puede la música ayudar a curar el alma?

Oh, sí. Estoy completamente seguro de eso. Totalmente seguro. He recibido tantas cartas e emails de gente, y también de médicos, que me dicen: “Dime tu secreto. Estoy intentando curar a mis pacientes, y llegas tú con tu música, y ocurre”. Así que estoy seguro de que la
música sana muchísimo.

Buscando información sobre usted, he visto esta afirmación en un titular reciente: “Me habría encantado tener una madre cariñosa que me quisiera”.

Sí, es verdad.

¿Quiere hablar de ello o…?

Sí, por qué no. Yo no tuve a una madre cariñosa que me quisiera. Así que, siempre, cuando veo una película, y veo a una madre amorosa que ama a sus hijos, lloro. Porque yo no tuve eso. Quizás suene a autocompasión, pero es así. El destino.

Hablábamos de cómo la música puede sanar el corazón. Por lo que tengo entendido, usted tiene un matrimonio maravilloso, dos hijos estupendos… ¿A veces la vida equilibra, nivela las cosas en cierta forma?

Oh, sí. Estoy seguro. Creo que el poder de la vida, de vivir, es tan fuerte, que sea lo que fuere que tuvieras en tu infancia… La vida es el poder más fuerte de la tierra. Y eso es bueno. Así que hay que coger ese poder y dejarse guiar por ese poder de la vida, porque la vida te guía por la propia vida. Y yo intento hacer eso. Incluso cuando mis padres no me querían, o no me respetaban, o no creían en mí, yo hice eso. Y, entonces, conocí a Marjorie, mi mujer, y ella creyó en mí. Y ese fue el momento en el que florecí y me convertí en el hombre en el que soy ahora.

Qué bonito. Por otra parte, deduzco que tampoco tuvo una buena relación con su padre…

No. En absoluto. No creía en mí. No estaba orgulloso de mí. Nunca. Creo que un padre debería estar orgulloso de sus hijos, y quererlos, y guiarlos a través de la edad adulta hasta que se valen por sí mismos. Uno debería sentirse contento de poder cuidar a sus hijos mientras son jóvenes. Porque para eso se tiene hijos. Para quererlos.

Su padre era director de orquesta. ¿Quizá usted utiliza la música clásica para públicos populares como respuesta a ese tipo de infancia?

Sí. Es posible. Pero no de una forma… (pensativo). No como revancha, o venganza. No. No estoy tomándome la revancha con el mundo clásico, en absoluto. Yo lo utilizo. Me encanta la música clásica y he nacido con ella. Y he oído todos los conciertos que dio mi padre, y he oído toda la música clásica. Lo que pasa es que la música clásica está tan en mi sangre que mis ojos tienen una visión más amplia y abierta que la que tenían los ojos de mi padre. Para él solo había música clásica. Estábamos en la época de los Beatles y de los Rolling Stones, y él los negaba. Le enfadaba que existieran. Y con la minifalda, igual. Recuerdo a mi padre
diciendo: “¡Oh, la minifalda!” (imitando su voz). (Ríe). Pero a mí me encantaban. Yo amaba todo tipo de música. Y todavía lo hago. Para mí, la música es buena cuando te toca el corazón, cuando te emociona. Incluso la que no es llamada música clásica.

Estoy segura de que muchos puristas están en contra de usted, y se llevan las manos a la cabeza, diciendo: “Oh, Dios Mío. Pero, ¿qué hace este hombre?” ¿Cuál es su respuesta a esos puristas?

Sí. Para empezar, estos puristas nunca han venido a ninguno de mis conciertos, así que no saben de lo que hablan. Solo les ha llegado por terceros. Yo me subo al escenario y utilizo mi responsabilidad hacia la música, y utilizo toda la educación que he tenido en música clásica (conservatorio), y me siento contento de que haya mucha gente en el mundo que ame lo que yo hago. Así que, en otras palabras, te contaré una anécdota de hace años, en París. Un periodista se plantó con unos casquitos y un reproductor de CD delante de una emblemática sala de conciertos de música clásica de París. Y a los que salían del concierto, les preguntaba:
“¿Le gustaría oír esta música?” Y se ponían los auriculares, y decían: “Oh, es precioso. ¿Quién es?”. André Rieu. Y exclamaban: “Puaj”. Y lo hizo veinte veces, y las veinte veces obtuvo la misma reacción. Así que, así es (ríe). Lo que está en tu cabeza. Y mi nombre, para la élite, es algo vomitivo. ¿Qué puedo decir? Mi nombre para la élite es vomitivo.

Perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Sí. Eso.

¿Es una persona religiosa?

Lo fui. Tuve una educación muy religiosa, y es interesante que digas esto porque en Limburgo todos somos católicos. Yo formé para del coro de la iglesia desde los cinco años hasta los once, ya que mi voz se quebró. Por tanto, todo lo religioso también está en mi sangre y me ha hecho ser el hombre que soy ahora. Pero luego, mucha gente religiosa entona el “Mea culpa, Mea culpa”… y dice: “Esperemos al cielo, porque luego en el cielo todo es bueno”. Lo que pasa es que yo creo que deberíamos intentar hacer el cielo aquí y ahora. Y admitir nuestra responsabilidad. No esperar a luego para eso. ¿Me entiendes?
Sí. “Sé bueno ahora. No esperes al cielo”.  Exacto. Sé bueno ahora.

¿Alguna vez ha pensado hacer una película o una serie de tv, como en Netflix o algo? ¿Dirigir, escribir, actuar?

Sí, por qué no. Pero todo es para luego. Político, director, guionista… Todo lo que me digas lo haré. Pero más tarde (ríe).

Si Steven Spielberg le dijera: “André, hagamos una película sobre su vida”. ¿Qué diría?

Oh, sería muy interesante lo que me dijera Spielberg, porque sería una buena película.

He leído que su pieza musical favorita es el Danubio Azul.

Sí.

Y que le gustaría estar sobre el escenario con Bruce Springsteen.

Sí (ríe). Lo dije una vez, y ahora todos me lo dicen. Lo dije porque le admiro, es de mi edad, me encanta su sonido de cuerda, su fortaleza, su preciosa voz, su poderío con el público… Dancing In the Dark me encanta. Es una canción preciosa.

Ahora estrena en cines Maastricht Mágica, una recopilación de lo mejor de los últimos 15 años de sus conciertos al aire libre en la plaza Vrijthof. En Maastricht, por cierto, es donde se firmó uno de los tratados fundacionales de la Unión Europea en febrero de 1992.

Sí. Se nos ocurrió proyectar los conciertos en los cines. Y hace años dije: “Oh, Dios Mío. Nunca funcionará en cines”. Pero ahora es un gran éxito con más de 200 cines en todo el mundo. Y como este verano no ha habido conciertos en Maastricht (por el coronavirus), Marjorie y yo hicimos una recopilación de los últimos 15 años. Y empieza tan bonito… Yo toco Wishing You Were Somehow Here Again, de Andrew Lloyd Webber. Y ves todas las calles desiertas de Maastricht, y la plaza vacía. Oh, Dios mío. Me resulta tan emotivo hablar de ello que se me saltan las lágrimas. Porque es terrible ver estas calles vacías y esta plaza vacía. Cada año tocamos durante todo un mes en esa plaza. Hemos escogido todo lo más notable de estos 15 años. Y creo que hemos creado una velada muy bonita en el cine. Tienes que verlo.

En sus conciertos interpreta desde Amigos para Siempre, de Andrew Lloyd Weber, a Nessun Dorma, de la ópera Turandot, compuesta por Giacomo Puccini; o canciones de Frank Sinatra. ¿Cómo elige su repertorio?

Con mi corazón. Es una respuesta simple, pero es la verdad. Con mi corazón. Utilizo mi intuición y así es como lo hago. Solo interpreto la música que toca mi corazón, y cuando sé que toca mi corazón, estoy seguro de que toca el tuyo. Siempre lo hago así y siempre ha funcionado. Alrededor de todo el mundo.

También afirma que cuando se escucha música en compañía, uno es más feliz.

Sí. Eso es cierto. Sin duda. Cuando escuchas música solo, está muy bien, y te puede reconfortar. Pero cuando te sientas con gente, y yo lo veo cada noche frente al público, en todo el mundo, es otra cosa. Los asistentes llegan normal, se ven. A los 15 minutos ya están más cerca los unos de los otros. Y a la media hora, se pasan la mano por encima del hombro. Y, tras el intermedio, empiezan a besarse. Es totalmente cierto. Porque aflora ese sentimiento de disfrutar juntos de la música. La música te acerca más al otro.

¿Alguna vez pierde los nervios?

No, nunca.

Nunca se enfada.

No. Siempre intento evitar eso. Y lo hago con humor. Así que, si siento que va a haber un problema, entonces intento resolverlo antes de que llegue el problema. Creo que eso lo he aprendido a lo largo de los años.

Siempre he oído que el carisma significa hacer sentir al otro importante.

Sí. Exacto. Eso es cierto. Estuve en contacto con David Foster, un arreglista famoso que ha hecho muchas películas, y tras mi concierto en Los Ángeles, se me acercó y me dijo: “Hoy he aprendido mucho. Tú te has echado hacia atrás haciendo a los otros más grandes, y el resultado es que tú eres más grande”.

Usted hace que incluso el público se sienta importante, y, además, le da lo que quiere. Tiene un enorme poder de convocatoria e interactúa con los asistentes.

Sí, pero es que sin mi público no sería nada. Y eso es algo muy, muy importante en la vida, y eso es lo que he aprendido de mis padres. Porque ellos no respetaban al resto de la gente. Así que he aprendido a través de un mal ejemplo cómo hacer las cosas mejor (ríe). E intento
respetar a todo el mundo.

¿Cómo surgió el hecho de que interpretara un vals compuesto por Sir Anthony Hopkins?

Su mujer me vio en la tv americana, y ella le dijo: “Ese es el hombre que va a interpretar tu vals. “ Porque ella sabía que él había compuesto ese vals (And the Waltz Goes On) hace muchos años, y él me llamó. Dijo: “Hola, soy Anthony Hopkins”. Yo estaba alucinado de que me llamara (ríe). Dijo: “He compuesto un vals”. Y, por casualidad, yo estaba en mi estudio con mi orquesta y le dije: “Envíamelo. Lo tocaré inmediatamente”. Y eso es lo que hice. Y al día siguiente ya tenía mi primer borrador. A él le gustó muchísimo. Estuvo muy contento. Y así es como empezó.

¿Y sigue en contacto con él?

Intento. Pero él es muy… cómo lo explico. Él es muy cauteloso con su privacidad, y cambia su número de teléfono cada semana, y su email. Así que, en cierto momento, mis intentos de contactarle desaparecerán, porque ya no consigo localizarle.

Además de su talento y de su carisma, usted tiene un marketing muy eficaz. Hay muchos grandes compositores, músicos, actores, que nunca consiguen el éxito. En esta sociedad, el marketing es necesario. ¿Es bueno en los negocios? ¿Lleva personalmente su marketing?

Sí. Porque, en realidad, no hay marketing. Es la verdad. Todo el mundo cree que tengo un gran marketing. Te explico. Mi mujer Marjorie, de vez en cuando, me hace una foto con el Iphone, aquí, en el jardín, o donde sea, y escribo: “¡Hola a todos! Estoy disfrutando de mi mañana de domingo”. Y mi agente de prensa, y solo tengo una, la cuelga en Instagram, y tengo tres millones de clics. Ese es mi marketing. Realmente no hago nada. Y doy entrevistas, como a ti. Y el resto, nada. Es mi trabajo el que trabaja para mí. Ese es mi marketing. Me has dicho que has visto mi DVD de Love in Maastricht. Ese es mi marketing. Yo no hago nada. De vez en cuando, pongo una foto en Instagram. Y eso es todo. Y doy algunas entrevistas.

Creo que su secreto consiste en que es muy cercano a la gente.

Sí. Y nunca les molesto para que compren cosas. No. Nunca hago eso. Es todo honestidad. Y eso es muy importante eso. Nunca he comprado a mi público. Y en mis conciertos, lo único que pueden comprar es mi programa. No hay camisetas… ni nada.

¿Es organizado o desordenado?

Muy organizado. Me gusta ser… Para mí, las 11 son las 11. Y no es un minuto antes, ni un minuto después.

Vive en un castillo. ¿Cómo es eso?

Sí. De pequeño leía Tintín, y en uno de los libros (El tesoro de Rackham el Rojo), el profesor (Tornasol), vendía uno de sus inventos y se compraba un castillo. Y desde ese momento, pensé: “Yo quiero un castillo”. Un día, paseando con mi mujer a lo largo del río, vimos este pequeño castillo, el único castillo en Maastricht, y le dije: “Sería estupendo comprarlo”. Y ella me dijo: “Sí, sí. Pero tienes que vender muchísimos discos”. Así que hicimos eso para poder comprarlo (ríe).

Y lo consiguió. Ha vendido más de 40 millones de discos.

Sí. Para los americanos soy el rey del vals. Por tanto, el rey del vals debería vivir en un castillo (ríe).

Así que los sueños sí que se convierten en realidad.

Exacto. Sí se convierten en realidad. Cuando crees en ti mismo, y eso es lo que me dije en el momento en el que Marjorie llegó a mi vida, creí en mí mismo, y un sueño tras otro comenzó a hacerse realidad.

Su mujer debe sentirse muy orgullosa de cómo muestra en público su amor por ella.

Sí. Lo está. Mucho. Creo que somos una pareja feliz. Yo considero que uno debe creer que su mujer es la única. Y eso es lo que yo creo. Y ella piensa lo mismo acerca de mí. Es un sueño hecho realidad.

También he leído que en 2008 construyó para su gira una réplica del Palacio de Schönbrunn de Viena, el castillo de la emperatriz Sissi , el mayor decorado para un escenario de conciertos de la historia, y se arruinó. Banca rota. O casi. ¿Cómo se recuperó?

(Ríe). Sí, estaba en la banca rota, y recuerdo muy bien lo que pasó. Estábamos sentados en el castillo, y había mucha gente del banco, y un joven, sentado frente a mí, llevaba mirándome toda la mañana, sin decir nada. Y los otros decían: “A ver cómo podemos arañar un poco másaquí, y allá». Y el joven dijo: “Déjalos actuar como un carnicero. Porque es la única forma en la que podemos recuperar nuestro dinero”. Y eso es lo que hicimos. Así que los bancos nos ayudaron en esos momentos difíciles, y un año después de la banca rota, tenía tanto dinero, porque todos hablaban de eso, de lo ocurrido en ese año con el mayor decorado del mundo, que creo que ese año Beyoncé era número 1, Madonna, nº 2 y André Rieu nº 3 en el ranking de venta de entradas en el mundo. Así que todos hablaban de eso, y todos querían ir a los conciertos de ese hombre. Y al año siguiente, todas mis salas se llenaron y recuperé todo lo que había perdido.

Vaya. ¿Y cómo se recuperó emocionalmente? ¿Cómo hizo para no caer en la desesperación?

De nuevo, fue Marjorie la que me ayudó, y me dijo: “Pase lo que pase, yo estaré contigo y te ayudaré. Y quizá tengamos que hacer otra cosa. Pero seguiremos”. Y eso significó tanto para mí que tuve la fuerza para continuar y para no sentirme deprimido.

Debería hacer terapia para la gente deprimida. Usted no es alguien a quien todo le haya ido de perlas, sino que, frente a los problemas, se crece y se recupera. Es divertido, tiene sentido del humor, se siente feliz. Pero también ha sufrido. Tuvo problemas en su infancia, problemas siendo ya una superestrella, y, aún así, pasa por encima de sus problemas.

Sí. Pero creo que has dicho superestrella. Yo no siento eso. Soy un ser totalmente normal. De niño, ya podía ya ver la relatividad de las cosas. Y como ejercicio, intentaba salir de la tierra, muy rápido, y podía ver que no había fronteras, ni problemas raciales… ¿Sabes a lo que me refiero? Creo que uno siempre debería ver la relatividad de las cosas. ¿Qué es la fama? ¿Qué es ser una superestrella? Es algo que solo está en la cabeza de la gente, no en mi cabeza. Yo pienso en lo que siente la gente cuando estoy sobre el escenario.

A lo que me refería es que usted tiene éxito, tiene dinero, tiene voz, pero, aún así, hay momentos en los que no todo va tan bonito como debería. Es la vida. Pero tiene la habilidad de no dejarse abatir por la depresión. Por la tristeza.

Sí, eso es verdad. Estuvimos en Colombia el año pasado, tuvimos cuatro conciertos. Y en uno de ellos, se fue la electricidad. Boom. No había luz, nada. Y no se restableció hasta una hora y media después. Yo permanecí completamente tranquilo, calmado. Hablé con el público, canté con ellos, y empezaron a cantar, y a tocar, y a gritar: “André. Incluso aunque tardes cinco horas, esperaremos toda la noche por ti”. Así que así es como yo reacciono en situaciones
difíciles. Puede pasarte en la vida. Eso es la vida.

Sí. Es la forma en la que uno se toma las cosas, no la forma en la que son las cosas.

Sí. Siempre intento ver lo mejor de cada cosa en cada situación.

En España actuó en 1999, y también en 2019. ¿Qué piensa de los españoles?

Oh. Me encantan. Fue un público estupendo. Actuamos en Madrid, Barcelona y Bilbao y fueron conciertos maravillosos. La belleza funciona en todo el mundo porque todos en el planeta somos iguales. Todos somos un gran corazón. Y todos queremos amar. Eso es todo. Por eso
funciona.

Sí. Pero en España somos pura pasión. Para lo bueno y para lo malo. Personas muy apasionadas.

Sí (ríe). Como yo.

Solía viajar el 90% de su tiempo. ¿Cómo se adapta ahora? ¿Cuánto tiempo ha estado confinado en los Países Bajos, si es que lo ha estado?

El 13 de marzo estábamos en Tampa, en Florida. Y el presidente Trump dijo a la nación, en el descanso de mi concierto: “Por favor, no vayan a más conciertos porque es peligroso”. Así que terminamos y, tras el concierto, le dije a mi orquesta: “Damas y caballeros, nos vamos a casa hoy”. Y reservamos 110 billetes para mandar a mi equipo a casa. Así que, desde ese momento, desde que volví a casa y no estamos de gira, no me puedo dormir pronto. Porque la adrenalina vive en mi cuerpo, y veo en mi iPhone cosas de cocina. Así que desde que volví a casa, hago pasteles. Por supuesto, tenemos mucho que hacer ya que hemos tenido que posponer cosas, y
estudios, y especiales para televisión en todo el mundo que tienen que conseguir algo positivo para animar a la gente. Hemos estado trabajando mucho, pero sin dar ni un solo concierto.

Pero estoy segura de que, estando tan acostumbrado a viajar con su gran orquesta, para usted es duro adaptarse.

Sí. Es verdad. Pero aún así. Ya te he dicho que tengo 70 y que viviré 140. Olvidemos este año, y seguiremos los años siguientes.

En sus espectáculos viste a las mujeres músicos con vestidos de princesas.

Sí. Los hago yo. Yo los diseño. ¿Ha pensado en escribir sus memorias? Hagámoslo cuando tenga…. 100 años.

Realmente usted vive el momento. Justo está en el momento presente. Como los buenos actores cuando hacen una escena.

Sí. Creo que es muy acertado decir eso, porque el momento es la vida. Cuando ves la relatividad de las cosas a la que me refería antes, tienes eternidad. Pero lo opuesto a la eternidad es el momento. Así que el momento es eternidad. Por tanto, yo vivo en el momento (presente).

Recomiéndeme un libro, una película y una canción.

Los de Ken Follett. Sonrisas y lágrimas. Y como canción, The Rose, que aparece en la película del mismo nombre, con Bette Midler, compuesta por Amanda McBroom. Como la toco muy frecuentemente, y también la toqué de forma instrumental en uno de mis especiales, hace unas semanas la autora me envió un mensaje diciendo que era la versión más bonita que había oído, incluso sin letra. Ese fue un gran cumplido.

Si se lo pidieran, ¿dirigiría un musical?

No. Eso no es lo que me gusta. Lo que me gusta es…

Lo que hace.

Sí. Tocar las cosas que tocan mi corazón. Así es como construyo mis veladas. Así es como guío al público a través de la velada. No me gusta tocar una sinfonía de Mozart, o una sinfonía de Beethoven, o un musical… ¿Entiendes lo que digo? Yo quiero hacer mi velada.

Sí. No quiere hacer nada más allá de lo que estrictamente quiere tocar. Lo cual, es un privilegio en la vida. Hace y ofrece exactamente lo que quiere. Ni más, ni menos. Lo que le llena.

Sí. No quiero hacer lo que dice la partitura y está escrito por tal compositor. Por eso digo que no quiero interpretar un musical completo, o una sinfonía completa. Porque me siento demasiado encerrado. Yo quiero ser libre. Quiero hacer mi propio espectáculo.

¿Todavía compone?

Últimamente no, pero quizá lo retome. Solo tengo 70 años, y tengo otros 70 años por delante. Seré compositor, político, director, escritor, actor… cuando tenga cien años.

Tiene muchísimo tiempo. Todo el tiempo del mundo. Gracias.

A ti. Espero que mi música te ayude en tus momentos difíciles.

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