Perdón, de manera muy particular, a quienes sufrieron esos abusos porque, como institución, no siempre hemos actuado con la delicadeza, rapidez y firmeza que esas situaciones pedían, o quizás no hicimos suficiente esfuerzo de prevención
(Maristas).- El hermano Emili Turú, Superior general del Instituto de los Hermanos Maristas, envía a todos los maristas de Champagnat su mensaje, el 2 de enero de 2017, día en que el Instituto celebra los 200 años de su fundación.
Al inicio del tercer centenario marista, el Superior general nos ofrece tres palabras: gracias, perdón y compromiso. Tres actitudes básicas para la conversión personal e institucional que posibiliten el nuevo comienzo.
Gracias, perdón, compromiso
2 de enero de 2017. Tal día como hoy, hace exactamente 200 años, Marcelino Champagnat iniciaba en esta casa un proyecto que sentía como llamada de Dios y que le quemaba por dentro.
El Instituto Marista cumple hoy 200 años.
Y tres palabras brotan en mí ante este acontecimiento: gracias, perdón, compromiso.
Gracias
Este es un momento muy adecuado para expresar nuestra alegría y nuestro agradecimiento a Dios por el don de Marcelino Champagnat a su Iglesia y al mundo.
Gracias por haber suscitado, a través de él, una nueva familia religiosa para dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar a los niños y jóvenes, de manera especial a quienes están en situación de marginación.
Gracias por los cerca de 38.000 hombres que, a lo largo de estos 200 años, han profesado como hermanos maristas. Gracias por aquellos que murieron siendo hermanos, y cuyos cuerpos han sido enterrados, como pequeñas semillas de vida, en muchos lugares de los cinco continentes. Gracias también por quienes estuvieron entre nosotros por un cierto número de años, y luego decidieron optar por otra forma de vida.
Gracias por la santidad de miles de hermanos, los cuales, frecuentemente de manera silenciosa y anónima, nos enseñaron qué significa vivir el evangelio a la manera de María.
Gracias por los muchos miles de laicas y laicos que se han comprometido con la misión marista y con el deseo de aportar un rostro mariano a la Iglesia. Su contribución ha sido muy importante para el desarrollo del carisma marista, especialmente en los últimos 60 o 70 años.
Gracias por tantas generaciones de hombres y mujeres que han sido marcados positivamente por la educación marista y han asimilado y promovido sus valores, tratando de vivir como buenos creyentes y buenos ciudadanos. La confianza de cada una de sus familias en la institución marista nos llena de alegría.
Perdón
Junto con la acción de gracias, brota también un profundo deseo de perdón. Perdón por las veces en que no hemos sido testigos de los valores que profesamos y, en lugar de edificar, hemos sido ocasión de escándalo.
Perdón por nuestras infidelidades al soplo del Espíritu: a veces no hemos tenido la valentía de seguir sus mociones o quizás, incluso, hemos ido en dirección opuesta.
Perdón porque, a veces, paralizados por nuestra comodidad o nuestros temores, no hemos salido al encuentro de los niños y jóvenes que se encuentran en los márgenes de nuestras sociedades, nuevos Montagne de hoy.
Perdón porque en algunas de nuestras instituciones, que tendrían que haber sido un lugar seguro para todos los niños y jóvenes, se han dado situaciones de abuso que han dejado profundas heridas, frecuentemente para toda la vida. Perdón, de manera muy particular, a quienes sufrieron esos abusos porque, como institución, no siempre hemos actuado con la delicadeza, rapidez y firmeza que esas situaciones pedían, o quizás no hicimos suficiente esfuerzo de prevención.
Compromiso
Recibimos hoy, después de 200 años, una herencia maravillosa, llena de luces, pero también con sus sombras. Sobre esa herencia nos comprometemos a construir el futuro. Queremos darnos la oportunidad de un nuevo comienzo, tomando lo mejor del pasado y abiertos a la novedad del Espíritu de Dios.
Como Maristas de Champagnat, queremos renovar nuestros compromisos con la Iglesia y con el mundo:
El compromiso de construir una Iglesia de rostro mariano: abierta, inclusiva, misionera, servidora, especialmente a través de la vivencia de cada uno de nosotros y de nuestras comunidades maristas.
El compromiso de mejorar continuamente nuestro servicio evangelizador a través de la educación de los niños y jóvenes que nos son confiados. Una educación integral, inspirada en los valores evangélicos, al estilo de María de Nazaret y Marcelino Champagnat.
El compromiso de salir a las periferias geográficas y existenciales de los niños y jóvenes, principalmente de quienes se encuentran en situaciones de pobreza y de mayor vulnerabilidad.
El compromiso de defender y promover los derechos de los niños ante las Naciones Unidas y en las sociedades donde estamos presentes y, de manera particular, en cada una de nuestras instituciones educativas.
El compromiso de abrirnos a las llamadas del Espíritu de Dios, presente en el mundo y en cada una de nuestras vidas, a través, especialmente, del cultivo de la interioridad.
Empezamos este año 2017 dando gracias, pidiendo perdón, comprometiéndonos. ¡Ojalá que la celebración del bicentenario marista sea un paso más en nuestra conversión personal e institucional!
María, primera discípula del Señor, mujer fiel y comprometida, nuestra buena Madre, nos acompaña y abre el camino hacia un tercer centenario marista lleno de esperanza. Ella, que siempre lo ha hecho todo entre nosotros, continuará bendiciéndonos y multiplicándonos.
¡Feliz bicentenario!