"El Papa quiere eliminar el carrerismo y el clericalismo en la Iglesia"

Pablo Guerrero, sj: «Toda familia es una historia de salvación»

"A lo largo de la historia, en el ámbito de la familia, hemos dejado a muchos en la cuneta de la doctrina"

Pablo Guerrero, sj: "Toda familia es una historia de salvación"
Pablo Guerrero, sj.

Es obvio que el Papa tiene una visión de futuro clara: el futuro de la Iglesia se fragua en la familia y en la juventud

(Jesús Bastante).- Pablo Guerrero, sj., es uno de los mayore expertos en pastoral familiar de la Iglesia española. Responsable del Primer Master de Pastoral de la Familia, que este sábado arranca en Comillas, sostiene que con ‘Amoris Laetitia’ «se ha abierto la ventana y ha entrado una especie de primavera». 

«Este Papa ha transformado las sandalias de san Pedro en unas zapatillas de andar por casa, ha aterrizado», sostiene Guerrero, quien destaca de Bergoglio que «quiere eliminar es el carrerismo y el clericalismo», y poner a la Iglesia en hora. También, en el difícil (y polémico) tema de la familia, aun consciente de que «la Iglesia no funciona a base de revoluciones, evoluciona a base de reformas».

 

 

Estamos con Pablo Guerrero, jesuita y profesor de la Universidad Pontificia Comillas. Experto en pastoral familiar.

Bueno, lo de experto… Yo siempre digo que la atención pastoral a la familia es mi vocación dentro de la vocación.

 

Un tema muy importante en nuestra sociedad, y un elemento vital para la supervivencia de cualquier sociedad.

Absolutamente. Y, desde el punto de vista religioso, suelo decir que sin sacerdotes la Iglesia puede subsistir. Yo he estado en el oriente de Europa, y en la época de persecución la Iglesia, sin sacerdotes, salió para adelante. Pero sin familias, sí que no tiene futuro la Iglesia.

 

Pablo es el responsable del primer máster de Pastoral de la familia, que arranca dentro de muy poco en la Universidad Pontificia de Comillas. Creo que el 28 de octubre. Cuéntame un poco en qué consiste este máster.

Desde hacía tiempo, en la universidad teníamos ganas de organizar unos estudios superiores sobre el ámbito de la familia. En Comillas, desde hace casi treinta años, tenemos el Instituto de la familia. Es un tema que viene de tiempo atrás y «Amoris laetitia» ha supuesto ese empujón final; esa invitación que te hace la Iglesia. Y vamos a hacer algo por la familia de una manera interdisciplinar, como lo podemos hacer en las universidades.

 

 

 

Hablabas de «Amoris laetitia». ¿Qué ha supuesto para los que os dedicáis a la pastoral familiar?

Se puede comparar a una habitación que estaba con falta de aire fresco, pero de repente se ha abierto la ventana y ha entrado una especie de primavera. Ha sido un cambiar el paradigma; sin destruir nada de lo anterior, mirar hacia delante. En este ámbito de la pastoral se puede comparar a un buen centrocampista , el mal centrocampista solo mira a los pies, pero el bueno mira todo el campo.

 

Tiene visón de juego y sabe repartir, además.

Exactamente. «Amoris laetita» es la primera gran plasmación de ese horizonte del Papa de la conversión pastoral.

Creo que no es casualidad que la conversión pastoral de la Iglesia que nos pide Francisco, justo la comienza a través de un sínodo de la familia y fíjate que el segundo sínodo va a ser sobre los jóvenes. Es obvio que el Papa tiene una visión de futuro clara: el futuro de la Iglesia se fragua en la familia y en la juventud.

 

O sea, que para los críticos no es una ocurrencia de este Papa. No creo que lo tenga todo absolutamente planeado, pero hay un programa.

A mí me da la impresión de que claramente. «Evangelii gaudium», aunque sea una exhortación apostólica, creo que se puede considerar esa primera encíclica de todo papa, que es una encíclica programática. Ahí, el Papa nos dice cuál es su visión de la Iglesia: esa fe que mira hacia adelante y que se transforma en esperanza, y esa fe que se muestra activa en la caridad.

Creo que este papa es muy claro. Dice mi madre, siempre con ese acento asturiano: «a esti papa sey entiende».

 

Algunos sacerdotes consideran que eso es un problema, porque, de alguna manera, entender al papa elimina ciertas mediaciones. Que está muy bien para entender mejor el mensaje, pero también pone en riesgo determinadas opciones que históricamente se habían planteado como fundamentales.

Bueno, pero ahí entramos también dentro de la concepción de este papa. Una de las grandes cosas que el Papa quiere eliminar es el carrerismo y el clericalismo. Otra gran cosa de este pontificado es que la superficie de contacto del Papa con la realidad es muy delgada; hay un acceso mucho más instantáneo y mucho más inmediato. Hay muchas menos mediaciones entre el Papa y, vamos a llamar, «el resto de la Iglesia».

Es un Papa que, por lo que dicen, sí que se entera de lo que ocurre. Y no solo por los informes de nunciatura o por los encuentros en audiencias que tiene con los responsables de conferencias episcopales.

 

 

Ese hecho de quedarse en Santa Marta, de poder desayunar, que parece una tontería. De poder estar con gente que le puede contar cosas. Esa accesibilidad debe ser muy importante para un personaje cuya figura tiene un componente sobrenatural importante.

Sí, de alguna manera. Yo suelo decir que este papa ha transformado las sandalias de san Pedro en unas zapatillas de andar por casa, en el sentido de un papa que está aterrizado. Que si tiene alguna duda o quiere conocer algo llama directamente al actor. Un papa que cuando organiza encuentros, no tiene ningún problema en convocar a personas que piensan lo contrario. A mí eso me parece una riqueza; el ser capaz de sentarte con personas que piensan de otra manera desde su identidad y desde lo que uno piensa. En el fondo, el diálogo es eso: no podemos dialogar sin identidad. Y este papa no tiene miedo a dialogar.

 

«Amoris laetitia» también es un documento que es fruto de dos sínodos; del extraordinario -que no sé si en toda la historia de la Iglesia se ha consultado a cualquier fiel, como él hizo mediante un cuestionario-. Y luego el otro sínodo, el más ordinario. Esto demuestra que lo de la colegialidad también ha venido para quedarse.

Absolutamente. Desde que sale al balcón el primer día y dice la frase «obispo de Roma». Ahí, muchos entendimos que era una persona que creía de verdad en la colegialidad. Y en la descentralización; fíjate que también, dentro de estos planes de reforma de la curia, se está dando cada vez más entrada y más cancha a las diócesis y a las conferencias episcopales.

 

Falta el último salto, que son los laicos, las mujeres, y que entronca directamente con el ámbito familiar.

Desde luego. Y yo creo que en ese camino vamos. Lo que pasa es que la Iglesia no funciona a base de revoluciones, evoluciona a base de reformas. Y es verdad que, a veces, el tempo de la Iglesia es un poco lento para algunos. Pero luego, la Iglesia es sabia. Y cuando se echa la vista atrás y se ve con la perspectiva de la historia, no es tan lenta como parece.

La familia en «Amoris Laetitia» es una familia que no estamos acostumbrados a escuchar desde dentro de la Iglesia: la realidad de múltiples modelos de familia, de convivencias y de formas de entender lo relacional. Porque no solo estamos hablando del ideal cristiano, del matrimonio hombre-mujer orientado a la vida, sino de entender que existen otras realidades, están formadas por seres humanos, y contienen cosas de Dios con las que aprender, trabajar y relacionarse. Lo que decías tú antes.

 

 

Has trabajado muchos años con esto. ¿Qué supone, realmente, decir: tengo la capacidad de enfrentarme a estas realidades distintas y tengo una visión de Iglesia abierta?

Una de las grandes frases de «Amoris laetitia», y si me apuras de este pontificado, es: «toda familia es una historia de salvación».

El Papa habla muchas veces de «toda» familia. Porque este Papa cree, como la mayor parte de la Iglesia, que donde hay amor, ahí está Dios. Evidentemente, tenemos un horizonte, un ideal cristiano hacia el que tenemos que caminar y hacia el que nunca podremos renunciar. Pero la pregunta es, mientras alcanzamos ese horizonte, qué podemos descubrir y qué podemos acompañar en la realidad que tenemos.

 

Durante mucho tiempo nos hemos centrado -probablemente demasiado- en la Iglesia en determinados pecados; los relacionados con el sexo y con el dinero. No nos dábamos cuenta de que hay otros mandamientos que cumplir. Y que hay mucha parte del Evangelio para intentar llevar a cabo. Y esto es un camino.

La cuestión es, de qué manera podemos ayudar a toda relación de pareja a descubrir los Semina Verbi. A descubrir esa semilla del Evangelio que ya tiene. Y cómo podemos acompañar; no se trata de resignarnos con la realidad tal cual, pero sí, desde esta realidad, cómo podemos ir acompañando a esa pareja o esa familia concreta, hacia el Jesús del Evangelio. Y tendremos que hacerlo como Jesús: a base de presencia, de ternura, mucha escucha y de no ponerte tú el primero.

 

Otro de los preceptos que le le preocupan al Papa es el del mero cumplimiento de la ley. Que tan malo o tan imperfecto puede ser ese modelo como el de los que se casan por la Iglesia porque es lo que toca, pero luego no llevan una vida consecuente.

Yo suelo decir que aunque la semana tiene siete días, Jesús tenía que curar el sábado. Y es que igual el sábado no era lo importante. Lo importante es que el Dios que se nos trasmite en Cristo, de sábado entiende poco; de lo que entiende es de curar y de recoger a los que están en la cuneta. También a los que están en la cuneta de la doctrina. Porque también a lo largo de la historia, en este ámbito de la familia, hemos dejado a personas en la cuenta de la doctrina.

 

La familia. Para un estudiante, de Comillas o de cualquier otro lugar, que quiera profundizar en este tema, apostar de una manera pastoral y trabajar con ciertas bases, ¿qué ofrecéis?

Lo principal, al ser universidad, es que esto es el fruto de la cooperación de tres facultades; la Facultad de Teología, la de Derecho canónico y la de Ciencias humanas y Sociales, del Instituto Universitario de la Familia y de la Unidad de Intervención Psicosocial de la universidad.

Lo que hemos intentado hacer es un estudio complexivo de las familias. Es una realidad tan importante y tan pluriforme que tenemos que acercarnos desde muchos ámbitos. Y lo hacemos desde al ámbito de la Antropología, de la Fenomenología, de la Psicología, desde la Pastoral, el Derecho canónico y desde el ámbito de la Intervención…

Intentamos, como digo, que sea lo más complexivo posible.

 

 

¿Es un máster semi-presencial?

Nuestro objetivo son personas que ya están trabajando en la Pastoral familiar o personas que quieren dedicarse a ello. De ahí que, para los estudios de especialista y de máster, tenemos que buscar un tipo de horario y un tipo de dedicación que pueda ser compatible con la vida laboral y también con la vida familiar. Es que si no, imagínate…(ríe)

Incluso, hemos llegado a pensar que igual llega el momento en que tengamos que organizar también un servicio de guardería para el máster: tenemos que facilitar todo lo posible.

Va a haber once fines de semana presenciales y luego, entre sesión y sesión, habrá trabajo online y tutorías presenciales para aquellos que viven en Madrid, como a través de internet o vía telefónica para los que residan fuera.

 

Háblame de los cuatro módulos que tenéis en el itinerario.

El primer módulo sería lanzar una mirada a la familia desde la filosofía, desde la estética, desde el arte, desde la tradición literaria y, dentro de esta, evidentemente desde la Biblia, que es el gran libro para nosotros.

En un segundo ámbito nos moveríamos más en la intervención psicológica, en lanzar una mirada sobre la familia: en las diferencias entre varones y mujeres, la conyugalidad, los ciclos de la pareja, los ciclos de la familia, las patologías en la familia y la educación de los hijos.

El tercer ámbito sería más pastoral. Aunque no significa que los otros no lo sean. Pero sería más propiamente pastoral. En él vamos a ver las fases de la pastoral familiar; la preparación, los primeros años, la edad adulta, los problemas y la familia herida y la familia en la tercera edad.

Y, finalmente, también recoger desde el Derecho canónico -como tenemos en Comillas con una impronta claramente pastoral- cómo socializar toda la reforma de las nulidades, las características de la definición esencial de matrimonio cristiano, etc.

Y todo esto, también acompañado de unas mesas y paneles sobre la familia en su diversidad cultural y en su diversidad de atención pastoral. Queremos invitar a movimientos diferentes de Pastoral familiar, que están funcionando desde hace muchísimos años.

 

Porque muchas veces, desde fuera vemos que las familias están un poquito cojas en la Iglesia, habiendo tanta pluralidad. Pero no es así, las familias no están solas.

Y lo que pasa es que cuando intentas acceder, te encuentras con muchos apriorismos: depende de donde vengas, qué piensas, si perteneces a, si no… Y eso de que toda familia es una historia de salvación, a veces se hace cuesta arriba, sobre todo para las familias que se encuentran en problemas. Que son muchas.

Yo suelo decir que en el cielo va a haber muchas sospechas porque vamos a estar todos juntos, gracias a Dios. Que las separaciones solo las tenemos aquí, y a veces las separaciones son solo de acento o de tradición. Pero, cada vez más, tenemos que ir caminado a convergencias, respetando la autonomía y la especificidad de cada movimiento. Tenemos que entrar más en comunión unos con otros.

Evidentemente la Iglesia tiene una tradición, que viene de muy lejos, de atención a la familia. De movimientos que a veces brotan de alguna intuición de religiosos o sacerdotes, pero la mayoría de los mismos grupos de matrimonio que van viendo la necesidad de compartir su fe.

Y luego, algo que también ha hecho la «Amoris laetitia»; terminar con esta especie de discurso apocalíptico sobre la familia. Conozco a muchas familias que educan muy bien y a muchos matrimonios que funcionan muy bien. El «todo-siempre-nada-nunca», son las palabras asesinas. Y luego las frases como: esto «siempre» se ha hecho así o esto «nunca» se ha hecho… Bueno, pues lo mismo es momento de empezar a hacerlo.

Pienso que las familias tienen sus problemas y que es verdad que la familia puede estar amenazada por determinados dinamismos dentro de la misma sociedad. Pero no nos imaginemos la sociedad como un grupo de malvados que quieren influir sobre la familia, porque la familia somos todos. De la misma manera, desde la Iglesia y desde los diferentes movimientos, podremos también influir en la sociedad. Y, como digo, hay familias que funcionan muy bien.

Y la familia, en el ochenta por ciento de las encuestas, se dice que es el lugar más importante, y donde hemos aprendido las cosas más importantes: que es mejor ser buena persona que un sinvergüenza, que es mejor trabajar que ser un vago, que si te aprietas un poco siempre cabe otro para cenar…

 

En lo bueno y en lo malo. Porque en la crisis hemos visto que en todas esas cuestas, el refugio es la familia.

Tú imagínate si en España, en temas de dependencia o en temas de paro, no estuviera la familia: la familia es la gran ONG española.

Y, a veces, a nivel oficial no la ayudamos. Con esto de las autonomías, no es lo mismo tener tres hijos en Galicia, que en Extremadura o en el Pais Vasco. Hombre, quizá sería buena una cierta homogeneidad. Ojo, homogeneizarse en lo bueno, claro.

 

No nos metamos en debates sobre rupturas y autonomías, que eso sí que nos llevaría tiempo.

En España tenemos una idea dada sobre la familia y la Iglesia. Ciertas imágenes de los últimos años nos llegan al pensar en ello: las concentraciones en Colón y en Cibeles, las manifestaciones de obispos contra el matrimonio gay, etc. Darle la vuelta a eso es complicado.

Igual que en la Iglesia tenemos que hacer autocrítica, la sociedad, a su vez, también tiene sus apriorismos.

También, detrás de eso hay una cierta, o más que cierta, ignorancia. A veces porque no nos hemos sabido explicar y hemos tenido una palabra más autoritaria que autoritativa. Pero también hay un tipo de Iglesia, a la que critica la sociedad actual, que ya no existe.

Aunque suene a chiste, hablando con alguien, que no sabía que yo era sacerdote, me dice: es que todos los curas son… Te puedes imaginar la palabra que dijo.

– Pregunté: Y tú, ¿a cuántos curas conoces?

– Yo, a ninguno. Bueno, al párroco del pueblo de mi abuela, y es un tío majete.

De alguna manera, en el imaginario popular también aparece eso, evidentemente. Pero sí está claro que a veces hemos dado la imagen de que lo que la Iglesia decía sobre la familia estaba identificado con determinados sectores políticos e ideológicos de la sociedad. Creo que eso lo tenemos que corregir porque no hay ningún partido político que sea cristiano. Pero tenemos que luchar para que haya cristianos en todos los partidos políticos.

 

Que no nos quitemos la fe como si fuera una gabardina, entrando y saliendo, que es algo que a veces hacemos.

Claro, yo tengo una profesión en la que lo que se espera de mí es que dé ese testimonio. Para mí es facilísimo, pero claro, hay determinados trabajos en los que dar testimonio es muy complicado.

 

 

 

Todavía tenemos mucho que hacer y que decir en programas como este máster. Yo soy mucho de la teología de los talentos, e igual de responsable eres tú que yo. A la hora del Reino, cada uno con sus funciones. Pero de mis talentos soy responsable yo, y a veces hemos dejado que las responsabilidades de la Iglesia las coparan otros.

Y buenas nuevas, como fueron «Amoris laetitia» y otras, que se pueden implementar en proyectos atractivos y propositivos de realidades, también ayudan a reconstruir ese modelo.

A veces, cuando la gente habla de «Amoris laetitia», estoy convencido de que muchos de los que la critican no la han leído. Lo cual es muy español.

Pero, por ejemplo, una de las frases que aparecen en la encíclica es: los agentes de pastoral, sacerdotes y laicos… Eso, es absolutamente nuevo.

Y cuando se habla de acompañar, y de acompañar el discernimiento, eso está abierto a sacerdotes y a laicos también.

Claro, es que los critican «Amoris laetitia», desde posturas ideológicas, si la hubieran leído entera…

 

Y ese discernimiento, lo bien que nos vendría a todos. Sea cual sea la circunstancia de nuestra vida, afrontar las decisiones con discernimiento.

Me acuerdo que dando una charla, una de las preguntas era: ¡Ah! El discernimiento… O sea, que ahora, cada uno haga lo que le parezca.

Esta interpretación no tiene nada que ver con el discernimiento, es todo lo contrario. El discernimiento es, con honestidad, delante de Dios, decir: cuál es el camino de mi vida, hacia dónde me llamas.

El tipo de pastoral que el Papa nos está proponiendo en el capítulo octavo, cuando doy cursos a religiosos y a curas, comento que nos está dando muchísimo trabajo.

 

Hay algunos que critican al Papa por eso; dicen que ahora cada uno hace lo que quiere. Pero en el fondo, lo que está haciendo es una exigencia de compromiso muy potente.

Y luego hay determinadas psicologías que lo quieren son recetas. Y yo siempre digo que si le pide una receta a un buen cocinero, te dirá: pues lo que tú veas, hasta donde tú llegues. Y los que no sabemos cocinar queremos gramos, minutos… Pero la moral no funciona con estas medidas. De lo que se trata es de contextualizar; en este momento concreto, qué es lo que está pidiendo Dios en mi vida. Y hacerlo con honestidad y delante de Dios. Por eso, cuando la gente confunde discernimiento con un coladero dices: hombre, seamos un poco rigurosos, por lo menos.

 

¿Eres optimista en cuanto al futuro de la familia?

Sí, yo soy asturiano: somos muy optimistas.

Soy optimista en la medida en que veo que el futuro de la Iglesia pasa por el futuro de la familia. Si somos capaces de afianzar la trasmisión de la fe en la familia. Y si somos capaces no solo de decir sino de escuchar de la familia una palabra.

Fíjate; cuando buscamos una imagen de cómo es Dios en su trinidad, las imágenes que nos vienen es que Dios es familia y Dios es amor. Bueno, pues no es casualidad.

 

La familia de Belén en el portal que, pase lo que pase, sigue estando ahí.

¿El máster ya está cerrado?

Ya tenemos día. Pero durante los próximos diez días, si todavía hay alguien que se quiera matricular, está a tiempo.

 

¿Y para hacerlo o encontrar información de otras ediciones, dónde podemos encontrarla?

Pues entráis en la página de la universidad. Y de ahí a la pestaña de los programas máster, donde podréis matricularos.

 

Pablo, un placer.

Es mutuo.

 

Enhorabuena por este máster en la Universidad de Comillas y a ti por la parte que te toca, que me consta que es bastante. Que sea un éxito y que lo podamos contar.

Que «toda familia es una historia de salvación» es una frase que yo no recordaba de «Amoris laetita», pero es fantástica.

Sí, y me encantaría que se me hubiera ocurrido a mí.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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