Hoy somos más creyentes y menos voluntaristas
(Mariano Montero).- En julio de 2001, Gonzalo Espina era elegido Moderador General de Adsis, servicio que hasta entonces había llevado nuestro fundador-iniciador, José Luis Pérez. En julio de 2007 fue reelegido, y en julio de este año pasará el relevo a un nuevo Moderador. Doce años, toda una vida… Sobre esto versa la siguiente entrevista.
A pocas semanas de la Asamblea General, imagino que son muchos los sentimientos que te nacen…
Los sentimientos que cobran más densidad en mi corazón son los de gratitud y contento por todo lo entregado y recibido; profunda confianza en el presente y futuro de Adsis; y vivo deseo de volver al servicio directo entre los jóvenes y los pobres.
¿Qué ha sido lo esencial en estos doce años?
Lo esencial ha sido amar y servir. Tratar de acompañar la vida de cada persona y comunidad, cuidando y promoviendo. Esto se ha traducido en muchas horas de escucha y diálogo, viajes y visitas, reuniones y encuentros, reflexión y oración, diversos escritos ofrecidos, así como en la ejecución de nuevas iniciativas. En un continuo intercambio y contraste con todos, particularmente con los delegados y, sobre todo, con los consejeros generales.
¿Y cómo ha estado Dios presente en esta historia?
Le he sentido muy presente en mi propia vida y misión. Ha sido muy viva la conciencia de que la tarea supera mis capacidades y fuerzas, y que sólo he podido realizarla gracias a que Dios me ha acompañado y sostenido. Él me ha dado fe, esperanza y amor, para confirmar en la fe y vocación, para renovar la esperanza en toda circunstancia y para acrecentar y acrisolar el amor entre todos, como la experiencia más importante y definitiva.
He contemplado mucho su presencia en la vida de cada miembro de Adsis, así como en la vida de los jóvenes y los pobres. Experimentar esa presencia y acción de Dios, en las personas de los diversos países, culturas y condición, ha sido un gran privilegio.
¿En qué circunstancias te llegó la elección, en aquel mes de julio de 2001?
Yo venía de Chile (Valdivia y Santiago), donde llevaba once años, y donde compatibilizaba diversos servicios a la Iglesia local con mi servicio a las Comunidades Adsis en Latinoamérica, como Consejero para la Región.
En la Asamblea de 2001 llegábamos expectantes ante la novedad de que elegiríamos al primer Moderador después del Fundador. La elección supuso venirme a Madrid y un gran cambio en mi vida, dedicándome por entero a este servicio.
Es todo un desafío ser Moderador General de un Movimiento inmediatamente después del fundador. ¿Cómo lo has vivido tú?
Ciertamente es un gran desafío. En su afrontamiento ha sido muy importante vivir una profunda confianza en el Señor, que nos acompaña y nos da su Espíritu para la misión que nos ha pedido. A partir de aquí, ha sido de vital importancia el trabajo de equipo de todo el Consejo General, el gran respeto y apoyo de nuestro Fundador, la Comunidad de la Casa General y el trabajo compartido con los delegados de comunidad, tanto en Europa como en Latinoamérica.
Teníamos la conciencia de vivir tiempos nuevos en la sociedad, en la Iglesia y en nosotros mismos. Los jóvenes y los pobres nos presentaban nuevos desafíos en un mundo en profundo cambio. Nosotros también entrábamos en una mayoría de edad, promovida por el Fundador al decidir no seguir como Moderador.
Y en estos doce años, ¿en qué y hacia dónde ha cambiado Adsis?
La vivencia vocacional se ha acrisolado, en las crisis propias de crecimiento hacia la madurez y en las crisis de la cultura actual. En este proceso ha habido cambios en las opciones vocacionales y ha habido mucha confirmación y maduración. Hoy somos más creyentes y menos voluntaristas.
La configuración de las comunidades se ha hecho mucho más plural en formas de vida y presencia en los distintos lugares geográficos. A ello ha contribuido particularmente la nueva concepción de Comunidad, formada por Hermanos y Asociados, y la participación de las demás formas de pertenencia: Adsis Joven, Voluntarios y Cooperadores. También. de modo significativo, las nuevas presencias en el Callao (Perú) y en El Alto (Bolivia); y en Iasi (Rumanía), que nos abre la puerta al este europeo y a una experiencia directa y positiva de ecumenismo.
En la misión ha cambiado la preposición «para» por la preposición «con». Se ha acentuado más la vivencia de una presencia cercana, como amigos y compañeros de camino. Ha ido cambiando la vivencia de la eficacia que, sin dejar de buscar resultados, valora más el testimonio del amor entregado y la certeza de su eficacia humana invaluable. Así nos lo confirman continuamente los jóvenes y los pobres.
¿Nos puedes explicar en qué consiste el servicio de Moderador General?
Tal como dicen nuestros Estatutos, es quien ejerce la responsabilidad y la representatividad general ante la Iglesia y ante las Comunidades. Para ello el Directorio, que aprueba la Asamblea General, le asigna una serie de funciones.
Resumiría diciendo que ha de servir a la vocación, comunión y misión Adsis. Por ello, respecto a las personas y comunidades, ha de promover el crecimiento en Cristo y en la vocación, ha de ser cauce y vínculo de comunión y corresponsabilidad, y ha de dinamizar continuamente la presencia y servicio entre los jóvenes y los pobres.
Este servicio lo hace tratando de potenciar y poner en juego los dones de cada persona, escuchando a todos, estando al corriente de la vida de cada lugar, devolviendo a todos una mirada de conjunto, proponiendo y quedando a la espera de las respuestas de unos y otros, para seguir construyendo juntos.
Su objetivo es lograr la mejor «sinfonía Adsis» poniendo en juego todos los «instrumentos», el don de cada persona. Por ello, se trata de un ejercicio continuo de interacción con cada persona, con cada comunidad y cada área de servicio, al tiempo que, a partir de ese conocimiento, intenta armonizar el conjunto. En toda esta tarea trabaja permanentemente en relación y contraste con los Consejeros Generales.
El Consejo General también se renovará en la Asamblea. ¿Cuál es la función de los Consejeros?
Los miembros del Consejo General comparten esta misma tarea del Moderador, asumiendo como responsabilidad más directa una determinada Región, acompañando por tanto de forma más asidua y directa un grupo de comunidades. Asumen también diversas áreas de servicio importantes en nuestra comunión y misión.
Pensando en tu experiencia personal, ¿qué huella ha dejado en ti el paso por este servicio?
Un conocimiento más amplio y profundo de la realidad de Adsis y de la Iglesias locales en las que estamos presentes. Una experiencia mayor de las vivencias básicas de todo corazón humano, al tiempo que de la riqueza de sus diversas expresiones culturales.
El ejercicio continuo por escuchar e intentar comprender los procesos de las personas, de nuestro movimiento, de la Iglesia y de la sociedad, para discernir desde el Evangelio las respuestas más constructivas. Desde ahí los gestos, las palabras, las iniciativas…
En este ejercicio contemplativo de las personas, las relaciones, las estructuras y el sistema global en el que vivimos; de la grandeza y miseria que nos acompaña, del clamor de los pobres y de los jóvenes, de la urgencia por anunciar y construir el Reino de Dios… me queda la experiencia creciente del Misterio de Dios y de cada persona (realidad que no puedo abarcar y que al tiempo está llena de invitaciones a las que responder). Esta experiencia me lleva a mayor humildad, igualmente a la inevitable responsabilidad, y a la apertura y aprendizaje permanente. Se trata de una vivencia más profunda y permanente del Amor Misericordioso de Dios, única certeza que da esperanza y vida, camino fiable para crecer como personas (imagen y semejanza de Dios) y para construir un mundo nuevo.
En cada Asamblea se eligen Objetivos Generales que se desarrollan a lo largo del correspondiente sexenio. ¿Qué Objetivos ha abordado Adsis en estos doce años contigo?
El servicio evangelizador a los jóvenes, tratando de comprender el universo de las nuevas generaciones y desarrollando un proyecto nuevo de educación en valores, de evangelización e iniciación cristiana, de propuestas de compromiso de vida. El proyecto «Jóvenes y Dios«, publicado por PPC, es signo de todo esto.
Por otro lado, la renovación de métodos y proyectos en la presencia y compromiso con los pobres, desde el análisis de las nuevas necesidades. Así por ejemplo, en España, nuestros proyectos de acción social se fueron llenando de inmigrantes. La pregunta constante sobre nuestra significatividad para ellos y la consecuente revisión de nuestro estilo de vida.
También la renovación de la vivencia interior vocacional y la formación ha sido un objetivo, traducido en múltiples iniciativas. Y el crecimiento como Movimiento con plurales formas de pertenencia y participación, que ha cambiado notablemente nuestra vivencia, configuración y capacidad de servicio.
¿Nos puedes decir algo sobre los Objetivos que se apuntan para el nuevo sexenio que ahora comienza?
Diría que espero nos impulsen a la fidelidad dinámica en nuestra vocación y misión, aquí y ahora. Espero que el Espíritu nos inspire e impulse y que, más allá de los textos que la Asamblea pueda producir, se genere en todos los hermanos y hermanas un renovado impulso a la «Presencia de fermento», a salir al encuentro de los jóvenes y de los pobres. Hoy no necesitamos tanto nuevas reflexiones cuanto signos y disposiciones renovadas, de modo que nos contagiemos unos a otros una nueva pasión por la presencia solidaria, fraterna y convocante. Una disposición a ofrecer cada uno lo mejor de sí, a fin de responder a la llamada que el Señor nos hizo a ser Adsis, «estar presentes» como fermento de Reino. Es decir, disposición para seguir formando comunidades presentes en tantas «periferias existenciales», como dice el Papa Francisco, donde Jesús nos llama a servir.
Gracias, Gonzalo, por todo lo que nos compartes. Terminamos mirando al futuro, pidiéndote un mensaje a los lectores en relación al lema de esta próxima Asamblea: «Mirad que hago algo nuevo».
Está tomado de Is 42,9 que dice: «Mirad que hago algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto» En un tiempo de crisis generalizada, entre perplejidades y búsquedas, surge la necesidad de afirmar la confianza en Dios que no ha dejado de amar ni se ha olvidado del mundo por el que entregó a su Hijo (cf. Jn 3,6). El lema quiere enfatizar el protagonismo de Dios en nuestras vidas («hago algo nuevo»); desde el análisis y afrontamiento de la realidad actual, en deseo de renovación y en actitud de apertura y búsqueda («mirad»); en discernimiento de los signos de los tiempos, en las nuevas realidades esperanzadoras que están asomando («ya está brotando, ¿no lo notáis?»). Finalmente, llenos de esperanza y confianza en el porvenir que viene de la acción de Dios en nuestras vidas, más que en lo que nosotros alcanzamos a ver y hacer; lo cual nos llena de mayor compromiso activo en su obra, más allá de pesimismos y optimismos («abriré un camino por el desierto»).
Percibo en todos un profundo deseo de renovación. La Asamblea nos llevará a la frescura del amor primero, llenando de emoción y conmoción el corazón de cada hermano y hermana, en renovada respuesta a la llamada de Jesús, en docilidad al viento del Espíritu. Se producirá así ese «nacer de nuevo», como experiencia permanente del cristiano, pero también como experiencia jubilar, al cumplirse el 50 Aniversario de Adsis, el próximo 2014.