El papa Francisco, cuando todavía era el padre Jorge Mario Bergoglio y tenía 34 años, vivió en Alcalá de Henares entre 1970 y 1971.
Lo cuenta la propia web del Vaticano.
El padre superior del colegio jesuita San Ignacio de Loyola de la localidad madrileña, Peter Crimen, explica que el paso del argentino por su «casa» fue para realizar la tercera probación, un periodo espiritual que culmina la formación de los jesuitas.
La tercera probación «es un tiempo largo, de entre ocho meses y un año, para recuperar la espiritualidad», como explica el padre superior.
La formación de los jesuitas, que dura entre 10 y 12 años, se cierra con este periodo en el que, entre otras cosas, «se estudian puntos de las constituciones, se realiza alguna colaboración pastoral y se pasa un mes de servicio propio»:
«Como dijo San Ignacio, el corazón se gasta de tanto estudio».
El «itinerario formativo» de esta orden religiosa, según relata pacientemente por teléfono por enésima vez en la noche del miércoles, incluye dos años de noviciado, tras lo cual se realizan los votos religiosos.
A continuación, pasan entre cinco y seis años dedicados a estudios humanísticos, que incluyen filosofía y letras (literatura, retórica, lengua, historia, etc).
Una vez terminado ese periodo, hacen una parada apostólica de un año, antes de volver a los libros durante tres o cinco años que dedican al estudio de la teología.
Cuando están en el cuarto año de teología, les llega la ordenación como sacerdotes. Después de este «cultivo cultural, llega el espiritual y contemplativo», que es a lo que el papa vino a Alcalá.
«Es probable que la hiciera [la probación] con don José Arroyo», calcula Crimen según las fechas facilitadas por el Vaticano.
Él hizo su propia tercera probación algunos años después en la misma ciudad, antes de que esta formación se trasladase a Salamanca.
«¿Por qué Alcalá?», pregunta el padre superior, que se autocontesta: «Porque es un tesoro de los primeros jesuitas».