El estado de autodestrucción al que está sometiendo Mourinho a un Madrid dividido amenaza con minar el crédito institucional que Florentino le devolvió al Real. El presidente le dio a Mou poder deportivo, pero no debió dejarle manos libres para socavar la imagen del club. El monstruo se ha ido de las manos. Fiarlo todo a la Champions es peligroso y, en ningún caso, el fin justifica los deplorables medios del portugués. —SIGUE LEYENDO EN LA GACETA—
José Mourinho ha colocado al Real Madrid al borde del precipicio arriba (institucionalmente) y abajo (el vestuario). Relegar a Íker al banquillo ha sido “la gota” (una complicidad del meta en redes sociales con el alcalde de Navalacruz), una provocación porque casi nadie se cree lo de los “motivos técnicos”, y así se refleja con contundencia en las encuestas de todos los medios.
Es más, hay quienes sostienen desde dentro del club en voz baja que el portugués o le ha echado un pulso al presidente o le ha clavado “sin querer” no ya una navaja cabritera, sino una daga florentina.
Sólo así se entiende esa escalada de la tensión dos veces, una después de que Florentino le apoyara (horas más tarde Mou encerró con su preparador de porteros a un periodista para insultarle), y otra tras el conciliador mensaje con la prensa reclamando menos tensión.
La corná es grave y tiene varias direcciones, en metáfora taurina. Y lo es porque Mou sigue siendo el jefe de la manada, pero ya sin credibilidad en su apuesta futbolística este tercer año, con una plantilla desgastada física y mentalmente y castigada por un técnico que tras un año brillante lleva a la ruina al equipo (a 16 del Barça, a 7 del Atlético).
Florentino y su Junta directiva ya sabrán sin asomo de duda tras lo de Málaga quién es el jefe de la tensión, con lo que el problema tiene difícil salida dado que por ahora el presidente no tiene intención alguna de echarle.
Un hervidero Las últimas horas han sido un hervidero de llamadas, llamaditas y mensajes cruzados porque esas manos están atadas por un contrato renovado hasta 2016 (unos 10 millones de euros por temporada y, quizá, un blindaje, aunque por aquí hay versiones contrapuestas).
Y queda la bala de la Champions, lo único que podría coser las relaciones entre el vestuario y la oveja negra que les dirige, pero quizá ni eso porque uno persigue su Tercera Orejona (Mou no se cansa de repetir eso en entrevistas en las que elogia a la Premier, el Chelsea, el Inter…) y otros la Décima que sueña el club y el madridismo.
Fuentes del club esperan una “larga travesía del desierto” hasta los octavos de Champions contra el United, y otras del vestuario ironizaban con la patriótica consigna de las últimas semanas en mensajes en favor de un jefe irritante, algo así como “nunca discutas con un bronquista porque te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia”. Florentino se reunirá con los capitanes tras Navidad.
Íker fue señalado como oveja negra (chivato), según deslizó el entorno de Mou el año pasado y sobra decir qué piensan algunos jugadores sobre esto. La hemorragia crece y sólo Florentino podría cortarla, pero…