Dmitri Vasilevich Grigoróvich (1822-1899) nació en una familia noble y recibió una esmerada educación, llegando a ser una destacada figura de la sociedad intelectual de San Petersburgo. Grigoróvich tuvo la fortuna de codearse con las principales figuras literarias de su época, tanto como escritor como mediante su puesto de secretario de la Sociedad para la Promoción de las Artes de San Petersburgo. Como resultado de su pertenencia a los círculos íntimos de varios autores como Turguèniev, Dostoievski o Chéjov, a quien descubrió y animó a escribir, le fue posible coleccionar una serie de bocetos literarios y de retratos de los principales escritores y artistas en la forma de sus recuerdos sobre la sociedad literaria de su época.
A través de este libro podremos comprender mejor cómo vivían y trabajaban los grandes genios de la literatura rusa del siglo XIX. Este autor ha sido considerado uno de los mejores entre aquellos que decidieron iniciar un nuevo camino en la literatura rusa. Para Turgueniev fue el primero que intentó unir la literatura a la vida de los hombres.
A este último le dice en una de sus cartas: “Sus dos relatos, Pensamientos y Agafia, solo podrían haber sido escritos por un artista de primera clase… Le ruego, por esto, una vez más, que abandone la escritura de relatos apresurados e insignificantes para los periódicos”. Más adelante le apunta: “Lo más importante de todo no es la trama, no es lo que se escribe, sino cómo se escribe”.
Fue amigo de Dostoievski, con quien compartió piso durante un tiempo, y podemos leer pasajes entrañables donde ambos hablan o discuten sobre distintos aspectos puramente literarios, así como los episodios en los que el propio Dostoievski busca y exige el retiro y la soledad, mostrando así un marcado carácter algo sombrío ya desde sus juventud.
Memorias Literarias abarca toda la vida de Grigoróvich, desde la infancia en la aldea junto a las figuras acaparadoras de su madre y de su abuela, hasta la vejez, en la que da consejos al propio autor de El jugador.
Un libro imprescindible para comenzar a conocer a esos otros autores rusos, menos afamados y tocados por la gloria eterna del recuerdo.

Editorial Nevsky, 2010.