¡Toque madera! Por más que hagamos, sabemos -o creemos- que el azar siempre tiene la última palabra. Tradiciones, oráculos, supersticiones y cábalas nos dicen cómo descifrarlo. Así, el número 6.925 de Hollywood Boulevard es visitado por millones de personas cada año, la mayoría de ellas para admirar las huellas en el cemento de las más conocidas estrellas de la pantalla. Son tantas, que a veces se necesita mucha suerte para localizar la que se busca: si se encuentra pronto, se dice por allí que la suerte le ha sonreído. Pero entre los millones de visitantes que acuden al lugar, hay unos pocos, importantes empresarios de Hollywood, que entran en el hall del teatro chino en busca de tres figuras femeninas de cera que rodean una silla vacía, las tocan y se van. Es una tradición que, al parecer, les traerá suerte en su próximo proyecto cinematográfico.

Cruce los dedos. esta versión americana del Santo dos croques, con el que golpean su cabeza los estudiantes en la catedral de Santiago de Compostela en la petición de una improbable ciencia infusa, y otros muchos ejemplos similares, demuestra que la búsqueda de la suerte es una constante en cualquier época y lugar. Y que independientemente de nuestras convicciones religioas, casi todos tenemos un cierto nivel de superstición o de incertidumbre ante el hado, basado tanto en las creencias en poderes sobrenaturales como en el miedo a lo desconocido, o simplemente al futuro.

De aquí a codificar las costumbres y las cosas que traen buena o mala suerte no hay más que un paso. Así, son lugares comunes que el número 13 trae mala suerte (al ser 13 los comensales en la Última Cena de Cristo entre otras razones), también pasar por debajo de una escalera o cruzarse con un gato negro.

El test del gato negro
. El informático Mark Levin -propietario de un gato negro- diseñó un programa de ordenador para tratar de demostrar si esta popular creencia era cierta. El programa generaba aleatoriamente sucesivas «cara» o «cruz» de una moneda, mientras que dos personas probaban su suerte, apostando a adivinar qué parte de la moneda salía cada vez. Mientras se realizaba el experimento, cruzaban gatos blancos y negros, para medir si su paso interfería en la suerte de los participantes. No hubo diferencias significativas en la suerte de estas dos personas según cruzara su camino uno u otro gato, pero no está claro si este experimento será suficiente para acabar con nuestras supersticiones.

Una de estas creencias tiene que ver con el que hecho de pensar que, de alguna forma, se nos devolverá el bien o el mal que hacemos en nuestra vida. Verdad, si lo es, que funciona al menos en ciertos casos. Veamos.

Hace unos años, un matrimonio residente en una pequeña ciudad norteamericana se encontraba al borde de la desesperación. Sin trabajo, a punto de ser embargados por no poder atender el pago de las deudas, la mujer se dirige a un centro comercial para llevar algo de comer a casa. Casualmente, encuentra una biletera con 2.394. En un alarde de honradez, con comparte con muchos taxistas de nuestro país, entrega el dinero en la comisaría, desafiando a la suerte. Por casualidades de la vida (¿o deberíamos decir «por suerte»?, la noticia llegó a los medios de comunicación locales, y la población se volcó con el infortunado matrimonio. Les llovieron las ofertas de trabajo, y recibieron múltiples contribuciones económicas, una de ellas por el importe excato del donero que tan cívicamente habían devuelto.

Medio en broma, medio en serio
. Tenemos la percepción de vivir en un mundo en el que las metas que nos fiajmos, nuestros planes más meditados, están sujetos al cambio y al azar. Ello nos ha hecho adoptar costumbres, medio en broma, medio en serio, que parecen incidir en nuestra suerte. Ella, yendo y volviendo a nuestro alrededor; tan cercana a ratos y tan distante otros, define dos maneras de ser y de vivir. La de un Jacinto Benavente, por ejemplo, declarando «todos creen que tener talento es cuesión de suerte; nadie piensa que la suerte puede ser cuestión de talento», frente a la de un Sancho Panza, que aconseja: «No hay sino encomendarnos a Dios y dejar correr la suerte por donde mejor lo encaminare…» Usted elije.

Las técnicas de adivinación son muy variadas, y casi todas provienen de enseñanzas muy antiguas. Una de las doctrinas más antiguas es la Cábala, o doctrina «recibida», que se remonta al pasado más oscuro del judaísmo. Aunque los cabalistas utilizan estas enseñanzas para interpretar las Sagradas Escrituras, no hay ningún manuscrito que se llame la Cábala, aunque sí muchos libros y manuscritos basados en el saber cabalístico. A partir de la Cábala se interpretan las cartas del tarot, la numerología y muchas otras cosas. La clave está en el equilibrio, representado por el triple triángulo y el círculo.

Del círculo, en plano, podemos pasar a la bola de cristal, en 3D, digamos, que es el sistema de adivinación basado en el espejo mágico, con el que tenía una gran clarividencia la escritora George Sand, quien recurría a la bola de cristal como fuente de inspiración para sus escritos. Y hacía bien, porque su utilización parece se un buen método para facil.itar la concentración. Recuerde que para que funcione debe tener tranquilidad, paciencia y perseverancia, factores para que este sistema funcione, dicen los que saben sobre esto.

La suerte para los chinos. Si la bola de cristal y el tarot son los sistemas de adivinación típicos de Occidente y Oriente Medio, en Oriente cuentan con su propio arsenal:

* Tangram: es un juego de formas con el que, a modo de puzzle, se combinan siewte sencillas formas geométricas, loq ue trae suerte. Se compone de un cuadrado (al que los chinbos atribuían el poder de proteger de las desgracias), un paralelogramo y cinco triángulos de tres tamaños distintos. Pueden probar.

* I Ching. es un manual de adivinación capaza de responder cualquier pregunta que se le haga, si se sabe interp`retar correctamente.

Es un libro de consulta compuesto por 64 textos, cada uno de los cuales explica un dibujo diferente formado por seis líneas horizontales superpuestas (hexagramas).

Bueno, para un día como hoy, tienen algunas sugerencias que les ayuden a tratar de influir en su destino. En un par de días les cuento algunos casos cyuriosos sobre la suerte en el cine.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

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