Es lo que necesita la ciudad de Barcelona: aire puro.
La sequía agudiza un problema antiguo: la suciedad del aire. Estudios médicos revelan efectos fatales sobre los pulmones, la salud en general y la calidad de vida.
Debiéramos por ello incorporar de manera rauda, incluso drástica, el coche eléctrico. Y penalizar el uso excesivo del vehículo. Peatonalizar y concienciar de que somos (aparte de lo que comemos) lo que respiramos. Y los layetanos respiramos porquería.
(Qué duro contraste notaba yo en mi década mallorquina cuando cada fin de semana aterrizaba en Barcelona provinente de una isla semiimpoluta…)