Regresando esta tarde en coche desde la subcomarca del Vidranès a Barcelona, la lluvia irrumpe diez minutos a la altura de Centelles. Qué grato volver a sentir el aroma de la tierra mojada. Breve pero intenso placer. Cuánto de rogar se hacen las precipitaciones en esta Cataluña reseca e incendiaria.
(Vuelvo a mi blog con el propósito de aportar inserciones con más frecuencia, hábito perdido desde que inicié mi tesis doctoral. Pero no debiera, no debiera perder el buen hábito. Algún seguidor ya me ha hecho llegar el mensaje. Recojo el guante).