A las puertas de la fiesta de Todos los Santos pienso en mis tíos Fernando Garrido y Conchita Violán, hermana de mi padre. Ambos dejaron una profunda huella en mí y su recuerdo permanece intacto. Tal como eran. Atentos y vivaces. Una gran pareja que hace un par de años nos dejó en ordenada retirada. Qué bueno haberles tenido tantos años prodigando tanta bondad hacia sus sobrinos…