Estrellas antiglamour

¿Quién dijo que el cine está sin ideas? Ése será el problema de los grandes estudios, esos en los que nadie va a ninguna parte sin limusina y alfombra roja, y donde se despide a Tom Cruise porque la última entrega de «Misión Imposible» «sólo» recaudó 133 millones de dólares. La pregunta se la hace a si misma Ana Grau en ABC y también la responde: Será lo que sea, pero el cine independiente derrocha autoconfianza.

Estrellas de la talla de Paul Newman, Glenn Close y Uma Thurman lo demostraron el pasado lunes, poniéndose a servir copas en Nueva York, en la gala de los 25 años del festival de Sundance.

Nueva York debe ser una de las ciudades donde trabajan los camareros y camareras más guapos del mundo; muchísimos de ellos (más de los que el incauto cliente cree) son aspirantes a actores. No es que Newman, Close o Thurman se estuvieran planteando un retorno a sus orígenes, cuando se arremangaron para servir copas en el Metropolitan Pavilion. Mas sin duda acreditaban una capacidad de autoironía que pocas estrellas tienen.

Viendo a Penélope Cruz vestirse de Carolina Herrera hasta para ir a comprar el pan, ¿quién esperaría ver a Uma Thurman luciendo una camiseta donde dice «mis primeros trabajos fueron limpiadora de urinarios, lavaplatos, payasa de rodeo, enrolladora de burritos»…

Y no era ella la única: todas las estrellas invitadas comparecieron con camisetas donde campeaba la leyenda de sus primeros trabajos retribuidos. Glenn Close, la maestra de ceremonias, perfeccionó más aún si cabe tal alarde de glamour exhibiendo un refuerzo ortopédico en un pie. «Es que he estado bailando con Robert Redford», entre risas.

A su lado, Paul Newman, sosteniendo un cubo lleno de botellas de cerveza, también resumió en una sola palabra por qué estaba ahí, si él nunca sale de noche: «Redford», dijo. Y cierra Sundance.

Hace ya un cuarto de siglo que el veterano actor fundó en esta localidad del Estado de Utah el festival de cine independiente más influyente de la historia. Redford se encontraba entonces en lo más alto de su carrera.

Sólo necesitaba dejarse llevar y querer. En cambio, acometió la aventura de fundar Sundance, específicamente dirigida a impulsar el cine de autor, apuntando directo a la cabeza: al director.

Sundance obtuvo un éxito que, según ha declarado Redford, le sorprendió a sí mismo. Incluso, en algún momento le ha absorbido tanto que ha tenido que ralentizar su propia carrera como actor. «Pero si te comprometes, te comprometes», sentencia este gran caballero del cine, que precisamente presenta hoy en Nueva York un nuevo programa piloto, para animar la creación cinematográfica, en el que quedan comprometidos el Festival de Sundance y el gigante de la telefonía móvil GSM.

Uma Thurman acudió a la gala a pesar de padecer laringitis. La jovencísima Claire Danes no temió mostrar su propia torpeza: nada más empezar a servir copas, se le fue la bandeja al suelo. Pero no importaba; precisamente era la gran noche del antiglamour y el antiHollywood.

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