(VII) Chasing Trane

Chasing Trane (2016, John Scheinfeld, 1:40):

John Scheinfeld nos ofrece un retrato muy bueno de John Coltrane, uno de los más grandes genios de la historia del jazz. En poco más de hora y media nos cuenta la vida tormentosa y atribulada -una más para la colección de músicos atormentados- de un grandísimo músico.

Nacido en Carolina del Norte, a los doce años perdió a su padre y poco después su familia se mudó a Filadelfia. Allí conoció al saxofonísta y compositor, Benny Golson, que le recuerda como un chaval extremadamente tímido: «nunca hablaba, hasta que se llevaba la boquilla del saxo a la boca».

Scheinfeld nos cuenta también con pelos y señales los ascensos al Olimpo y las caídas al infierno de un revolucionario de la música que tocó su saxo con los mejores, que más de una vez fue despedido -entre otros por gigantes del jazz como Dizzy Gillespie y Miles Davis– por su adicción a la heroina -Miles también tropezaría en esa piedra- y que finalmente acabó siguiendo su propio camino y triunfando en todo el mundo. Desgraciadamente murió con sólo cuarenta y un años, si bien nos dejó un legado impresionante, y también el desasosiego de pensar en todo lo que nos hemos perdido.

Me leí hace tiempo con gran interés la biografía de Miles Davis -o sea, Dios en el mundo del jazz- y Miles no encontraba palabras para definir la música que hacía Coltrane, sencillamente no se creía que lo que escuchaba cuando compartía escenario con él fuera de este mundo. En Una ocasión le preguntaron: «¿No te parece que Coltrane va demasiado lejos?», a lo que respondió: «no, soy yo quien no soy capaz de llegar tan lejos como él».

Por su parte, Trane estaba tan obsesionado por la música que era capaz de encerrarse varios días en su habitación hasta que se producía el parto de su siguiente genialidad. El trompetista clásico y de Jazz Wynton Marsalis -que aparece en el documental- contaba de Coltrane que practicaba hasta veinte horas al día con su saxo: «¿quien es capaz de hacer eso?». No es de extrañar que esa obsesión le costara su primer matrimonio. Sin embargo facilitó mucho las cosas el hecho de que su segunda mujer, Alice, era una excelente pianista, tanto es así que acabó tocando en su grupo.

Coltrane era un pionero, un astronauta de la música, un explorador infatigable de planetas desconocidos -empezando por explorar su propia espiritualidad, si hacía falta con ayuda del LSD-. Su infatigable búsqueda de la belleza y de la verdad fue mucho más alla de la música y su insaciable curiosidad le llevó a explorar la espiritualidad de las diferentes religiones. Estudió el budísmo, el corán y la biblia, y también la cábala, el origen del universo o las teorías de Einstein.

Era capaz de improvisar sin límite alguno y también de hacerlo sobre un escenario. En una ocasión un músico tan legendario como Sonny Rollins se fue del escenario, quizá perplejo ante un viaje que no tenía visos de parar ni se sabía donde ni cuando acabaría. Dice Rollins: “Coltrane era como un predicador, no perdía el tiempo, todo lo que hacía era importanta. Nada de frivolidades, cuando nos juntábamos era siempre como una comunión, hablábamos de cosas que importaban, que tenían significado. Fue muy beneficioso para mi tener esa cercanía con él»

La musica de Coltrane era tan vanguardista hace más de cincuenta años que muchos no eran capaces de entenderla. Tanto es así que hubo conciertos en los que mientras la mitad del publico abandonaba la sala la otra mitad le ovacionaba puesta en pie. En ese sentido los conciertos de Coltrane han sido comparados con el estreno de La consagración de la Primavera de Igor Stravinski en 2013, en Paris, donde el motín que provocó -se dice que hubo peleas a puñetazos- hizo que cuarenta espectadores tuvieran que ser sacados de la sala, con el consiguiente escándalo. Hoy en día La Consagración es interpretada profusamente y tiene un éxito que Stravinsky no pudo siquiera soñar. Me atrevo a decir que lo mismo está pasando con las grabaciones de algunos de los temas más atrevidos de Coltrane.

El caso es que junto a joyas que arrasaron -como In a Sentimental Mood, A Love Supreme, Naima o My Favourite Things– hay temas en las que su saxo, y el acompañamiento de los siempre excelentes músicos de su grupo, son una especie de lamento desgarrador que no parece tener fin -de hecho hay temas que duran casi una hora- así que no son precisamente fáciles de asimilar, por decirlo suavemente. El saxophonista Kamasi Washington trata de explicarlo describiendo la música de Coltrane como «mirar al sol… la luz más brillante que puedes escuchar». Pues sí.

Como el propio Coltrane era muy introvertido y apenas concedió entrevistas, y ninguna en TV, en Chasing Trane el actor Denzel Washington se encarga de poner la voz a las reflexiones que Coltrane dejó escritas o a sus conversaciones con otros músicos.

No faltan tampoco en las opiniones o las actuaciones de otros gigantes del jazz como son Dizzie Gillespie, Miles Davis, Wayne Shorter o Mc Coy Tyner, algunos de los cuales tocaron con Coltrane y le conocieron muy bien, así que sus testimonios, de primera mano, son muy interesantes.

Tampoco tienen desperdicio las opiniones de otros músicos como son John Densmore -batería de The Doors– que cuenta la influencia que Coltrane tuvo en él y en la música de The Doors. Como ocurrió con Carlos Santana -que con su guitarra eléctrica, y acompañado de John McLaughlin, hizo una excelente versión del A Love Supreme de Coltrane-. Santana dice que siempre que llega a la habitación de un hotel lo primero que hace es poner A Love Supreme para ahuyentar las malas vibraciones, y se refiere así a Coltrane: «Algunos tocan reggae o blues… otros tocan la vida».

También habla de Coltrane, y lo hace muy bien, otro ilustre saxofonista aficionado, que seguro que les sonará: Bill Clinton.

Mientras que Alice Coltrane describe la muerte de su marido como «una muerte bella», su amigo Cornel West dice que «mientras su espíritu partía a regiones estelares (en alusión a un gran tema de Coltrane) dejaba algo del cielo detrás».

En definitiva, aunque no sean ustedes ni admiradores de John Coltrane ni grandes aficionados al jazz el documental es muy recomendable. Y si les gusta el jazz creo que es directamente imprescindible, pues definitivamente TRANE, con mayúsculas, es historia del jazz.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Lo más leído