Hermosillo

Efrén Mayorga

El estigma de la insolvencia

En casi todo el mundo se celebra ofertas especiales este fin de semana cada una con nombre de cada región; acá en México le dicen El Buen Fin; en que las empresas comerciales hacen ofertas «atractivas» para los consumidores.

Hoy el periódico Reforma publica un texto de Rosa M. Rojas Vértiz, que creo puede resultar de interés muy especialmente para quienes no puedan asistir a los centros comerciales a comprar algo… 

Este es el artículo hoy publicado «El estigma de la insolvencia»

El estigma de la insolvencia
Rosa M. Rojas Vértiz
en REFORMA 10 Nov. 2021
ico_clock3 min 30 seg
Todas las personas podemos tener dificultades para cumplir con nuestras obligaciones en un momento determinado. Perder el empleo, el inicio de un nuevo negocio, el nacimiento de un hijo, problemas de salud, un divorcio, un competidor agresivo, cambios en la regulación, costos más elevados, bajas en las ventas, y el escenario más común hoy por hoy: una pandemia que nos obliga a confinarnos y que ocasiona una baja sin precedentes en la prestación de servicios, en operaciones comerciales y de entretenimiento.
La gran diferencia entre México y la gran mayoría de los países del orbe es que muchos otros países, incluso de América Latina, han modernizado sus sistemas de insolvencia para facilitar la reestructuración y renegociación de los adeudos. Son sistemas que incentivan la negociación entre las partes dando como resultado mayores beneficios que los derivados de una quiebra. El deudor obtiene un beneficio al poder conservar algunos de sus bienes y no tener que desprenderse de todo su patrimonio familiar como prevén nuestros sistemas de quiebras, y los acreedores obtienen un beneficio si pueden recuperar al menos una parte de sus créditos.

Todos esos sistemas parten de reconocer una realidad: no se puede excluir en forma absoluta el riesgo al realizar actividades económicas. El éxito en el inicio de un negocio, en la prestación de servicios profesionales, e incluso en la conservación del empleo no dependen totalmente del emprendedor o del trabajador, sino que están también sujetos a factores externos ajenos a su control; por lo tanto, deberíamos de ir aceptando que la insolvencia es una posibilidad al realizar actividades económicas, y no es, ni debe ser, equivalente al fracaso, a la negligencia o al dolo, aun cuando en ocasiones puedan estar presentes.

El estigma asociado a los problemas de insolvencia se explicaba cuando se permitía legalmente imponer penas físicas y penales a los deudores, pero no se entiende en una era en la que se impulsa el emprendimiento y la innovación. El riesgo es inherente a éstos. Si el emprendimiento y la innovación generan más y mejores productos y servicios, y por ello son deseables en una sociedad, se requieren también mecanismos de salida que no estigmaticen al emprendedor y que sean eficientes en aquellos casos en los que el negocio no tuvo los resultados esperados.

Por eso los sistemas modernos de insolvencia incentivan al deudor a seguir siendo productivo. En lugar de contemplar una amenaza de quitarle todo su patrimonio familiar como actualmente sucede con nuestros procedimientos de quiebra, los procedimientos modernos parten de la realidad de que el deudor seguirá necesitando de ciertos recursos para sufragar sus gastos necesarios y los de su familia. No es humano privarlo de absolutamente todo y dejarlo en la calle. Lo que procede es incentivar tanto al deudor como a sus acreedores a sentarse a negociar un plan de pagos que atienda a la capacidad de pago del deudor y que le permita al deudor mantener los recursos necesarios para su subsistencia.

Si el deudor sabe que la ley le permitirá conservar una parte de sus ingresos y que no podrá ser forzado por sus acreedores a desprenderse de todos sus bienes, desaparecerán los incentivos para cambiar de domicilio y de teléfono para no ser localizado, o para irse a la informalidad. Podrá permanecer en su trabajo con la tranquilidad de no ser molestado. No sólo gana el deudor por conservar su fuente de ingreso, sino que ganan también sus acreedores que podrán recuperar al menos una parte de sus créditos, lo que no sucedería si su deudor se desaparece. Pero sobre todo, gana la sociedad, pues las personas con problemas económicos podrán seguir generando riqueza que podrá seguir siendo compartida, se reducirá el número de enfermedades y padecimientos en los sistemas de salud, y también podrá reducirse la informalidad y los problemas de exclusión social derivados de los cambios de domicilio, la deserción de las escuelas y centros de trabajo.

@RRojasVertiz
https://www.reforma.com/el-estigma-de-la-insolvencia-2021-11-10/op215691?pc=102

Saludos y que tenga buen día.

Por cierto la Dra. Alma Clarisa Rico Díaz, me comenta sobre el Tema: 

«Es una buena propuesta la del texto efectivamente los sistemas de crédito no asumen ningún riesgo todo el riesgo lo tiene que asumir el deudor para comodidad de las financieras lo cual obviamente no es justo igualmente el buró de crédito es otra mentada para forzar a los deudores por todos los medios para pagar solos el riesgo y todos los demás costos asociados a las etapas por ejemplo tan difíciles como ahora la pandemia»

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