UNA EXPERIENCIA QUE MERECE LA PENA VIVIR

Nos adentramos en Fontecruz Lisboa, el lujoso hotel que promete cambiar para siempre la forma de viajar

Cuenta con 72 espaciosas habitaciones, una decoración elegante, un cóctel-bar con música en directo y un restaurante de cocina portuguesa

Carla Calvo

¿Imaginas un alojamiento donde tú fueras el auténtico protagonista?

¿Un lugar único, independiente y lujoso donde tuvieras absolutamente todo lo que necesitas?

Ahora es una realidad tan palpable como Fontecruz Lisboa, un hotel formato boutique cinco estrellas adscrito a la marca de lujo Autograph Collection del grupo Marriott.

Ubicado en plena ‘Milla de Oro’ lisboeta -Avenida de la Liberdade- cuenta con 72 espaciosas habitaciones, una decoración elegante y sofisticada, un cóctel-bar con música en directo y un restaurante de cocina portuguesa actualizada dirigido por el chef Rui Borges.

El objetivo primordial que mueve este tan original negocio es practicar el culto al viajero a través de sus infinitos detalles, de un servicio totalmente personalizado y de una cuidada propuesta de ocio y gastronomía:

«Queremos abrir las puertas de la ciudad a nuestros huéspedes invitándoles a recorrerla, vivirla, saborearla y sumergirse en su magia y que, al acabar la jornada, se sientan en la comodidad de su propia casa (…) Hemos querido rendir un homenaje al espíritu de los primeros viajeros, que pasaban en el hotel largas estancias y hacían de éste su hogar, pero adaptándonos a las comodidades que demanda el huésped del siglo XXI», aseguran desde el establecimiento.

Su diseño, independencia, exclusividad y singular personalidad aseguran el éxito constante de este histórico edificio cuya fachada de azulejos (originariamente de tres pisos) se ha mantenido e integrado con armonía en la modernidad de la nueva construcción, que alcanza una altura de ocho plantas.

Sus privilegiadas vistas -unas a la avenida principal y otras al tradicional barrio de San José-, sus balcones y terrazas -las hay de hasta 45 m2-, las camas king size, las sábanas de algodón egipcio, las toallas se superlujo (de 600 g de grosor) y amenities de Chopard, entre otros detalles, hacen de este un espacio del que no desearás escapar. Además, las duchas de las habitaciones superiores cuentan con cápsulas de aromaterapia de la exclusiva marca francesa Skinjay que proporcionan una experiencia única.

La restauración es otro de los puntos fuertes de Fontecruz Lisboa.

Sus desayunos -también disponibles para clientes no alojados- se han convertido en un reclamo incluso para los huéspedes de otros hoteles de lujo de la zona e incluyen un completo bufé con frutas frescas, yogures naturales con mermeladas caseras o miel recién extraída del panal, repostería y panes artesanales, ibéricos de Salamanca, gran variedad de quesos portugueses y españoles y salmón noruego (entre otros manjares), así como un buen surtido de platos calientes elaborados al momento.

El hotel alberga además el restaurante Bristôa, de cocina portuguesa con sello de autor.

Al frente de sus fogones se encuentra el joven chef portugués Rui Borges, con experiencia en otros hoteles de lujo y en comedores de la talla de Viajante, del chef Nuno Mendes en Londres y galardonado con una estrella Michelin, o Belcanto, de José Avillez, que fue el primer restaurante en Lisboa distinguido con dos estrellas Michelin.

Sin escatimar en ingenio, técnica y contemporaneidad, sus platos aluden a la memoria culinaria y ofrecen un recorrido por los sabores más auténticos y representativos del país luso de norte a sur. Destacan, por ejemplo, el chambão de cordero con patata dulce y legumbres (un plato muy típico del norte de Portugal), el pulpo a la brasa (muy habitual en las zonas costeras y, especialmente, en el Algarve), el cachaço de porco preto (del Alentejo), el rabo de toro con puré de chirivía, el mero con habitas y el rodaballo con almejas à bulhão pato, una preparación (las almejas con AOVE y ajo) que se toma como tapa en los bares de todo Portugal. En la misma línea de recuperación y actualización de recetas tradicionales sobresalen dos postres: el milhojas de pastel de nata con helado de canela (una suerte de desconstrucción del icónico pastel de Belém) y el pudín abade de priscos, todo un clásico de la repostería conventual portuguesa originario del siglo XIX.

Para acompañar la oferta, el restaurante ofrece una cuidada carta con referencias portuguesas de diferentes zonas productoras y con los vinos de la bodega vallisoletana Alta Pavina, propiedad del Grupo Fontecruz.

Fontecruz Lisboa es un espacio vivo y cosmopolita donde siempre pasan cosas.

Por las mañanas, los desayunos se acompañan con el elegante sonido de un piano y, por las noches, una vez a la semana, las cenas se amenizan con actuaciones en directo de blues, tap dance y fado de artistas del nivel de Joana Amendoeira, una de las fadistas portuguesas más reconocidas del país.

Además, en sus espacios comunes hay un cóctel-bar (con propuestas clásicas y cócteles de creación propia) y una coqueta terraza interior donde se puede comer, cenar o tomar una copa a cualquier hora. Todo ello, abierto, tanto al huésped del hotel, como al público lisboeta.

Las instalaciones de Fontecruz Lisboa se completan con un moderno gimnasio, parking propio y cinco salones para eventos privados o de empresa con capacidad para hasta 150 personas.

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Autor

Carla Calvo

Periodista y Comunicadora Audiovisual por la URJC. Redactora de lifestyle, corazón y eventos en Periodista Digital.

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