Visitar Petra es mucho más que contemplar ruinas antiguas; es dejarse envolver por la majestuosidad de una civilización que supo esculpir la eternidad en la piedra. Un destino imprescindible para quienes buscan aventura, cultura y asombro en cada paso.
Petra, conocida como la Ciudad Rosa por el tono de sus imponentes acantilados, es el tesoro arqueológico más preciado de Jordania y uno de los destinos turísticos más fascinantes del mundo. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985 y elegida como una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, Petra es mucho más que un yacimiento antiguo: es una experiencia que conecta el presente con el esplendor de una civilización perdida.

Petra, una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno
Historia y misterio entre montañas
Fundada por los edomitas en el siglo VIII a.C. y convertida en la capital del reino nabateo en el siglo VI a.C., Petra prosperó gracias a su estratégica ubicación en las rutas comerciales que unían Oriente y Occidente. Por aquí transitaban caravanas cargadas de incienso, especias y productos de lujo que conectaban China, India, Arabia, Egipto, Siria, Grecia y Roma.
La ciudad creció hasta alcanzar entre 10.000 y 30.000 habitantes en su apogeo, desarrollando una compleja red de canales y cisternas para abastecerse de agua en medio del árido desierto.

El autor en Petra. Foto: Ileana Escudero
Sin embargo, cambios en las rutas comerciales y varios terremotos llevaron al abandono de Petra en el siglo VI d.C. La ciudad permaneció oculta al mundo occidental hasta su redescubrimiento en 1812 por el explorador suizo Jean Louis Burckhardt.
Un Recorrido Inolvidable
La entrada a Petra es una experiencia en sí misma. Se accede por el Siq, un estrecho cañón de más de un kilómetro de longitud, flanqueado por paredes de hasta 80 metros de altura. Al final del Siq, el visitante se encuentra de golpe con la imagen más icónica de Jordania: El Tesoro (Al-Khazneh), una tumba monumental de 30 metros de ancho y 43 de alto, tallada directamente en la roca rosada. Su fachada majestuosa deja sin aliento a quienes la contemplan por primera vez.
Pero Petra es mucho más que El Tesoro. Entre sus maravillas destacan:
El Monasterio (Ad Deir): Una colosal fachada a la que se accede subiendo 800 escalones, con vistas panorámicas incomparables.
El Teatro: Excavado en la ladera de la montaña, podía albergar hasta 5.000 espectadores y es un ejemplo de la fusión entre la arquitectura nabatea y las reformas romanas.
Las Tumbas Reales: Con sus impresionantes fachadas y relieves, muestran influencias griegas y romanas, y ofrecen una visión única del arte funerario nabateo.
La Calle de las Columnas, templos, altares y obeliscos: Testimonios de la vida social y religiosa de la antigua ciudad.
La Pequeña Petra (Siq al-Barid): Un enclave satélite con frescos únicos y un ambiente más íntimo.
Un Destino Vivo y Emocionante
Hoy, Petra recibe a más de un millón de visitantes al año, atraídos por la combinación de historia, misterio y belleza natural. Solo el 20% de la antigua ciudad ha sido excavado, lo que deja un 80% aún oculto bajo la arena, alimentando el aura de misterio que envuelve a este lugar.
Recorrer Petra es adentrarse en un mundo de leyendas, donde las caravanas de camellos y los ecos de civilizaciones antiguas parecen cobrar vida entre las sombras de la roca. La visita se enriquece con guías locales que revelan los secretos de los senderos menos transitados y los miradores con las mejores panorámicas de la ciudad.
Consejos para el Viajero
- Dedica al menos un día completo para explorar el sitio arqueológico; dos días permiten descubrir rincones menos concurridos.
- Lleva calzado cómodo, protección solar y agua, ya que el recorrido implica largas caminatas y subidas.
- No te pierdas el espectáculo nocturno de Petra by Night, cuando El Tesoro se ilumina con miles de velas, creando una atmósfera mágica.
Nuestro agradecimiento a Alliance DMC Jordan, la mejor agencia receptiva de Jordania, quienes hicieron posible este maravilloso viaje.
Reportaje: Paul Monzón e Ileana Escudero

Los autores llegaron a Petra a caballo, durante su estancia en Jordania